Yo soy el anarquista de las bengalas,
el anarquista único, el que permanece y pasa:
he tenido nombres en los que dormían las frutas
de los corazones raros. A todas horas trabajo,
y en especial cuando la gente afirma
que no hago nada. Sé lavarme el alma
sobre papel y nada, colocar bombas de relojería
en las ciudades que siento en las espaldas,
buscarle y con olvido las cosquillas a un amor
que prefiguro con distancia y a través de todo eso
seguir estando en todas partes habiéndome
marchado.
Por que yo soy
el anarquista de las bengalas. Cada vez
que enciendo una tu corazón
y mi corazón se apagan.
A contraluz
Como una derrotada pareja de envejecidos actores
a quienes nada más les queda que contarse
una y otra vez la historia que fue suya
y hoy nadie respira, la historia aquella
de jóvenes rostros y luz antigua
sobre películas que ni los ciegos miran
y en las que sin compás sus nombres
no sospechan del tiempo la venganza,
como actores, como torpes actores retirados
el papel y la mentira se insultan y consuelan
y después se abrazan para tomar
un baratísimo whisky que les ahogará la voz
en la gris tarde de los despedidos.
Toda historia
Toda historia es simple y se me olvida.
Quizá me fui a tomar café, quizá la amaba
y me perdí entre jardines de piernas esmaltadas
que fueron juncos trenzados de palabras
y después retama que mi lengua de trapo
había hecho trizas. Quizá fue el amor,
quizá el café, tal vez la noche. El recinto
sin madrugadas, con sangre y lunas rotas,
el recinto, el barranco de dientes oxidados
o el valle de hojas de afeitar dulcísimas
no hería o no existía. Quizá fue el café
o fueron sus piernas, o quizás la amaba.
Toda historia es simple y se me olvida
en las axilas de mi ciudad tristísima.
Sabedlo ya: mis ojos no se acuerdan de qué miran.
Poemas decapitados
Casi
No. No se molesten, no, que nadie
vaya a interrumpir su siesta
para rellenar instancias con plegarias,
si no vale la pena, si aquí ya lo ven- sólo estamos
casi tan muertos como el alba.
Del tiempo nuevo
Saca el agua o el pequeño cielo
que aún conservas en los dedos.
Pues me han dicho que volverá a haber tiempo
para morder la niebla.
Principio o final
el amor es un desierto cuya calma
sólo alguna vez se ve violada
por odiadas sangres silenciosas.
El amor es un papel o un espejo,
mientras por afónicos versos
yo me extiendo y sé
que somos nada.
Lo mejor del día
La mañana tiembla en una esquina
cuando te vuelves más niña.