Frida Kahlo es un ícono. Para algunos el símbolo de la mujer latinoamericana. Un ejemplo de lucha frente al dolor, una pintura inspiradora que deja huellas, sueltas muchas interrogantes sobre todo por su aguda y agitada presencia. Su pintura marca un antes y un después en el mundo del arte mexicano, su presencia cautivadora por los bocetos donde el dolor es una herida permanente deja boquiabiertos a algunos, sobre la intensa búsqueda y fragmentación a la que esta mujer estuvo expuesta.
Su pintura y personalidad son consecuencia de varios factores, su obsesivo amor por su esposo el muralista mexicano Diego Ribera y su débil salud, a consecuencia de un terrible accidente y fruto de todos los procesos quirúrgicos que sufrió a lo largo de su vida (entre 20 y 30 operaciones).
La forma tan cruda y desgarrada de expresar sus sentimientos y anhelos más profundos como el tener un hijo, frustado por los abortos y que se exponen a través de sus numerosos autorretratos, es lo que refleja a Frida como una mujer marcada por el dolor.
Produce sus obras rodeada de espejos y siempre con un único tema: ella misma. “Me pinto a mí misma porque estoy sola con frecuencia. Soy el tema que conozco mejor”, por ello vemos su presencia fisica en casi todas sus pinturas; donde se confiesa y se transforma en símbolo e ícono que va a inspirar al mundo en biografías, portadas de libros y revistas, muñecas, títeres, obras de teatro, películas, programas de televisión y hasta camisetas, zapatos, licores, y demás accesorios con el rostro de la artista. “La Frida pintada por Frida que Frida produjo para poblar de Fridas los alrededores”.
Acá en un breve repaso por su vida y su pintura participan dos articulistas mexicanas: Hilda Trujillo, Directora de los Museos Frida Kahlo y Diego Rivera Anahucalli, que gentilmente apoyó esta edición con el envió de verdaderos tesoros fotográficos, tanto de Casa Azul, el lugar donde Frida nació y murió, los años vividos con Rivera y retratos exclusivos de la pintora en su condición de inéditos.
También es preciso agradecer a la escritora Zyanya Mariana sobre sus aportes a la identidad de Kahlo, sus oportunos comentarios en relación al cosmos de Frida y sus raíces frente al mundo moderno que se manifiesta en lo descarnado de su obra.
De igual manera mi agradecimiento que hace posible este breve homenaje al señor Salvador Martínez, encargado de los asuntos culturales de la Embajada de México que facilitó información para la realización de esta edición. Y no por último agradezco a los lectores que todos los sábados leen nuestras ediciones, para ellos también un poco de Frida Kahlo, de ese mundo intenso, bravío, y tenaz de una pintora que como pocas marcó un tiempo.