14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Grabado de Marc Chagall. LA PRENSA/Cortesía.

Una lucha para deshojar un jardín de margaritas

¿El suicidio, el azar , el amor o la locura? Los románticos soñamos mucho y hacemos poco. Soltamos y ponemos a correr la imaginación entre el pecho y la espalda y somos devorados por la soledad en borracheras y delirios. Las penas, las alegrías el miedo, la esperanza giran en nuestro alrededor con belleza entristecida. […]

¿El suicidio, el azar , el amor o la locura?

Los románticos soñamos mucho y hacemos poco.

Soltamos y ponemos a correr la imaginación entre el pecho y la espalda

y somos devorados por la soledad en borracheras y delirios.

Las penas, las alegrías el miedo, la esperanza

giran en nuestro alrededor con belleza entristecida.

Nos dan la rosa y el clavel

dentro de las paredes ásperas que tiene la soledad.

Un romántico no tiene el corazón de un hombre ordinario

ni es mordido por una víbora de segunda mano.

Los románticos olfateamos el rastro de las migajas de la belleza,

estámos atados y amarrados a la belleza como el mundo al crimen.

Vivimos el amor como que si lo hubiéramos vivido,

vivímos su leyenda como una loba con las fauces llenas de su sangre.

No somos seres comunes y corrientes.

Queremos conocer el mundo y cambiamos de ciudad sin movernos de sitio,

amanecemos con guitarras, cuerdas de violín y mujeres con panderetas,

besamos pezones embadurnados de letras con rimas

que hablan de ríos de un bosque salvaje

que junta el amanecer con el miedo de la noche.

Está amaneciendo y el mundo va a cambiar para que todo siga igual,

para que volvamos a construir y desbaratar romances

y aullemos frente a la luna.

Es que tenemos una lucha a muerte en nuestros corazones

entre el optimismo y el pesimismo, entre el me quiere y el no me quiere.

Una lucha para deshojar un jardín de margaritas.

Nosotros buscamos en los basureros los desperdicios del alma

y los lavamos y los secamos en los tendederos de los circos

y nuestras penas se ven como animales disecados

pintados con los colores de los pintores impresionistas.

Los poetas románticos hacemos reuniones para contagiarnos el pesimismo,

para discutir si somos el ser o la nada, si la nada es el fin de la historia,

o si con la muerte llegamos al fin de lo inútil.

Todos llegamos a esas reuniones en harapos y con muchas cicatrices.

Pero hay quienes llegan ciegos o sordos o con heridas recientes

que se hicieron contra los peñascos del mar

o en el sol calcinante en los días áridos del desierto

o en los refugios de tunantes embriagados de cielo.

Y hay quienes llegan y no se hartan de insultar

a los que se comen y gastan la belleza que nosotros producimos,

a los que no conocen el aire que respiran.

Granada, 22 de abril de 2009

Los héroes de mi país

Cuando le presentaron la cara que tenía al salir de la guerra

en donde todo lo vivo del país se movía por la inspiración

y la vida y la muerte se hacía y se deshacía en versos y canciones,

se dio cuenta que todos habíamos sido derrotados.

Ahora tiene años de no soñar

y lo bello está debajo de la basura.

Cuando por las tardes termina de ver por la ventana

dice cosas con mucha tristeza arrancándose el vendaje:

“ nací en el infierno y viví una temporada con fuegos artificiales.

La vida es del vientre al hielo

y solo vi la felicidad espiando por una cerradura.

Mi vida es una mentira y es mejor beber hasta morir.

La vida después de la guerra es una guerra demasiado larga

y ya sólo me queda la ira por compañía.

La vida ahora es perfectamente imperfecta.

Escupo sangre y las mujeres me dan besos babeados

y el encanto de los demonios me tiene colgado de un garfio del pasado.

Todos mis compañeros de la guerra

sentimos que salimos de una película vieja,

donde al final nos vemos entrar a un basurero.

Mi país es un cadáver con la boca llena de hormigas

y no quiero que mis hijos se conviertan en mí.

Ahora me canso y tengo hambre y las estrellas en la noche huyen de mí.

He aprendido mucho de mis errores

pero ya no me aconsejo a mí mismo.

Los héroes somos unas vacas viejas buscando curanderas sentimentales

para aliviar la cara y el cuerpo y el alma, que nos quedó como saco de boxeo.

Los héroes no podemos sustituir la tristeza con nada.

Los poetas decían que nos parecíamos a los hijos de Príamo

y que llegamos a esta tierra, perra cruel,

embarcados en un barco griego que se llamaba el Agamenón o el Medea.

Ahora estamos viejos. Nuestras cabezas son unas cebollas humanas

Y siento que nuestras vidas se fueron en el desaguadero.

Mucho trino de canario tiene mi pelo.

Mucho vuelo de pájaros aún mueve mis manos.

Mucha vela tiene mi pecho que el viento desgarra”.

Granada, 17 de mayo de 2009

La Prensa Literaria

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí