14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Camilo Zapata:La voz del corazón

“Camilo Zapata nos motivó a encontrar el derrotero de la nicaraguanidad y reconocer los valores del terruño a través de las limpias, realistas y emotivas letras de sus canciones” A los buenos amigos que abrieron corazones La música de bossa nova sonaba en la rokonola o en los tocadiscos para acetato. Las chicas danzando y […]

  • “Camilo Zapata nos motivó a encontrar el derrotero de la nicaraguanidad y reconocer los valores del terruño a través de las limpias, realistas y emotivas letras de sus canciones”

A los buenos amigos que abrieron corazones

La música de bossa nova sonaba en la rokonola o en los tocadiscos para acetato. Las chicas danzando y nosotros observando al ritmo cadencioso, suave, cautivante los cuerpos frágiles de las cariocas. Habían transcurrido varios meses de nuestra llegada a la Ciudad Maravillosa, la añoranza “a saudade” tomaba un poco de nuestro espíritu, siempre había almas generosas que brindaron un espacio familiar para aquellos estudiantes salidos de la tierra de lagos y volcanes. En el vecindario, primero en Bonsucesso, luego en la Ilha do Gobernador, finalmente en barrios de la zona sur: Flamengo, Copacabana e Ipanema. Los nicas nos desplazábamos de barrio, según las circunstancias y momentos que nos rodeaban. Siempre teníamos amigos solidarios que no perdían la ruta del reencuentro permanente y la frecuente visita. Nada mejor que una puesta de sol, en Puesto Seis y de ahí al parque de Ipanema para “paquerar” y después degustar un “caipirinha” o una Brahama o Antártica, bien helada en Arpoador con los amigos y las cariocas.

Era costumbre, vivíamos en la zona sur, los encuentros con la “garota” y una salida a presenciar los espectáculos de los artistas de moda, Caetano, Gal, Gilberto Gil, Maria Betania, Vinicius, Tom Jobim, Toquinho, Joao Gilberto, Nara Leao, Elis, Edu, MPB4, Jorge Ben, Milton Nascimento, Baden con sus fabulosos toques de guitarra, el infaltable y apreciado Chico Buarque, que movía y conmovía las grandes multitudes de jóvenes estudiantes, luego todos coreábamos las canciones de Geraldo Vandré y las músicas que aborrecían a los gorilas y enardecían e irritaban a los dictadores. Cuando Caetano fue suavemente exiliado a Inglaterra por escribir entre otras “Soy Loco por ti América” dedicada al Che.Y aquel inolvidable dúo de Chico y Caetano que se convirtió en antológico. También escuchábamos la música de Heitor Villa-Lobos, Luis Bonfá, Arí Barroso y Dorival Caymi. Pero también a sambistas como Paulinho da Viola, Clara Núnez y escuelas de samba, fue la época que Roberto ganó San Remo con Canzone per te y se abrió el horizonte de su éxito mundial. Después fueron Ivan Lins, Secos y Molhados, Rita Lee y los Mutantes. La música evolucionaba hasta llegar a todos los escaparates mundiales en primera fila, también el fútbol, se lleno de acordes con Fio Maravilla y el fabuloso “scrach” del 70 con la “música” de Pelé, Gérson y Tostao, deslumbrando a crédulos y profanos, con la orquesta inolvidable en las canchas de fútbol del campeonato en México.

Aquellos fines de semana, se convirtieron muchos en reuniones de nostalgias y recuerdos del terruño distante. Unas veces donde Iván Kissoff o donde Ricardo y su esposa una carioca agradable como todas, su hogar fue la “embajada” de la amistad. También Doña Ruth C. y su familia ángeles guardianes de muchos nicas. Otras con Sabino, el “coto” que deslumbró en el Triunfo, nos divertíamos jugando y ganando en el barrio los fines de semana, con un equipo de bolivianos. Aquellas tertulias con Juan José “Juancito”, Mario, Douglas, Rigoberto, después Tulio y Mauro, Ramón E. O. y Hugo Z, estos últimos (q.e.p.d.), disfrutábamos la música nica, que tenían guardada en aquellos L.P. y que sonaba hasta casi la aguja perforarlos. Fue cuando comencé a conocer y apreciar nuestra música nacional, valorar los poetas y conocer de política. Otto de la Rocha, Víctor M. Leiva y principalmente Camilo Zapata, nos llenaba del nicaragüense sentimiento que aflora cuando estás lejos del terruño. Muchas veces, solamente para disfrutar aquellas músicas que cantaba a nuestra naturaleza, costumbres y “jodarrias”, nos reuníamos con las disculpas de recordar o conocer mejor, aquella fantástica ciudad. Aquellos jóvenes llegados de diversas ciudades y costumbres, los unía un mismo sentimiento a través de la letra y música de Camilo Zapata, que traía a colación el campo, las ciudades, la vecina o el barrio de nuestra lejana Patria. Esa afición creció y la trasladamos a amigos locales, que gustaban de los Panchos y Eddy Gorme, que conocían Sinceridad y disfrutaban de la música mexicana con alegría haciéndola propia. Sabino, de Managua, más conocedor de esa música romántica y de otra época para aquellos estudiantes, incidió en reencontrar en cada uno el verdadero sentido de valorar el sentimiento de las cosas de la tierra. Aquella música sirvió de ablandador y de fuente de conexión entre todos los que fervientemente manteníamos una comunidad de estudiantes con rasgos, gustos y esfuerzos que nos identificaron plenamente.

Faltan tantas cosas cuando estás fuera y lejos de casa. Pero no faltaba la buena lectura de escritores locales o aquellos que enseñaban a conocer costumbres y tradiciones de pueblos extraños como las descripciones y relatos de Jorge Amado que motivaban para apreciar más la Patria. Esas largas e interminables conversaciones con Ramón E. O. sobre los conflictos bélicos de Viet Nam y Camboya. Encontrando motivos para rediseñar teóricamente el futuro del terruño. Sueño que tardan en realizarse y se estrellan en la dura cerviz de la charlatanería. Pero la música levantaba el ánimo y ajustaba las cargas emocionales, y al son de Flor de mi Colina, el Nandaimeño, el Solar de Monimbó, entre otras, cargábamos baterías en la distancia. Camilo Zapata nos motivó a encontrar el derrotero de la nicaraguanidad y reconocer los valores del terruño a través de las limpias, realistas y emotivas letras de sus canciones. En aquellas madrugadas, en canto coral entonábamos como clarineros las melodías hasta el cansancio vocal de nuestro repertorio nica, después de una extensa y larga cena por los calores del verano de Guanabara.

Interminables días y noches llenos de gratos y emotivos recuerdos, permitieron encontrar lejos de la tierra las voces más fuertes y sonoras de nuestra literatura y la música: Rubén Darío y Camilo Zapata. En esa distante tierra de la samba su embrujo trajo de los confines a estos soñadores, poetas y visionarios para entregarnos a esa nueva generación un norte en sentimientos y esperanzas que todavía anhelamos. Puedo afirmar sin equivocarme que a todos, la bandera nacional nos cubría, pero, era la música de Camilo Zapata que nos unió en sentimiento y aspiraciones de soñadores estudiantes en la búsqueda del futuro. Hasta pronto, clarinero mayor.

La Prensa Literaria

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí