Una generación traicionada es una rosa vacía.
Y ahora que me siento íngrimo como un avión en el cielo
estoy a punto de arrepentirme de todo.
De esta vida ya no puedo esperar una naranja brillante.
Y quiero volver a empezar. Probar de nuevo.
Quiero resucitar para no equivocarme.
Quiero jugar como nunca y no quiero perder como siempre.
Quiero prometerme el futuro sin plantar heliotropos venenosos,
para que la noche se despida de mí
cuando aparezcan los primeros tímidos rayos del sol
y me hagan saber lo que hacen las estrellas cuando no brillan.
Quiero volver a la niñez. Quiero volver a intentarlo.
Un niño ve el mundo desde el lugar donde nació,
oye música y en sus oídos crecen flores extrañas.
¿De qué me sirve un corazón destrozado?
Quiero volver a empezar para no hablar con emociones vencidas
y con una pobreza que solo alcanza para tener esperanzas y sueños
(a mí la tristeza me hizo poeta
y tengo que reconocer que un mundo sin sueños
es un mundo de pájaros rencos y gritos sin sentido).
En esta vida siempre me han mentido la ira y el paraíso.
Quiero empezar de nuevo para que mi vida no sea un pueblo remoto,
una vela que alumbra con mucha sombra los destartalados jardines colgantes de Babilonia.
Quiero oler una pequeña y delicada rosa en mis sueños ordinarios
y amarrar en un caballo de mar mi saco de miserias.
Quiero soñar que el día es luminoso y que la noche es oscura
y no tener que llorar cuando los héroes se convierten en villanos.
La tierra, el aire, el agua, el fuego, están manchados de sangre.
Quiero volver a empezar con los mismos sueños pero con otros compañeros de viaje.
A estos, cuando les cortan la cabeza siguen caminando.
Saben que para hacer lo que hacen no necesitan pensamientos.
Granada ,8 de junio del 200