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Desde niño me dijeron que solo podía jugar con carritos zapato femenino, llantas y letras. Roberto Guerrero, Costa Rica. LA PRENSA/CORTESÍA

La forma equivalente: Nuevo arte joven

La exposición itinerante La Forma Equivalente (LFE) se alimenta de dos fuentes: por un lado artistas centroamericanos que asiduamente construyen propuestas acerca de la identidad y el poder y cuyas obras en LFE son en su mayoría conocidas. La otra fuente son los participantes de la Residencia Académica Para Artistas Centroamericanos EmergenteS (RAPACES), en su […]

La exposición itinerante La Forma Equivalente (LFE) se alimenta de dos fuentes: por un lado artistas centroamericanos que asiduamente construyen propuestas acerca de la identidad y el poder y cuyas obras en LFE son en su mayoría conocidas. La otra fuente son los participantes de la Residencia Académica Para Artistas Centroamericanos EmergenteS (RAPACES), en su edición 2008-9, también organizada por EspIRA / La ESPORA y también llamada La Forma Equivalente.

Cuando en el 2007 concebimos el eje temático, pensábamos en cuestionar las relaciones históricas, con frecuencia románticas, entre el arte y el poder dominante -el patriarcado, el capitalismo, el racismo y otros sistemas de dominación que precisan, como mucho en la vida, de andamiajes visuales que el arte provee: desde formas ultra convencionales, como el desnudo femenino, hasta estrategias menos reconocidas y más sorprendentes, que esperábamos encontrar mediante el diálogo con los artistas.

A este efecto convocamos a LFE residencia, un encuentro centroamericano de artistas emergentes, en el marco de RAPACES, que sirviera de plataforma para la discusión acerca de arte y poder y la producción de obra en ese sentido. La otra cosa que hicimos fue invitar a LFE exposición a esos artistas que ya estaban trabajando los temas: cuestionamientos de género, etnia, clase, colonización cultural, estereotipos estéticos.

Sucedió que en LFE residencia, participantes e instructores ampliaron el terreno de la discusión en varias direcciones, como el terreno amplio y abstracto del poder de la imagen, o el más especifico del arte y sus relaciones íntimas con el poder curatorial.

Por otro lado, sabíamos que las obras de los artistas invitados iban a sugerir nuevas lecturas al reconfigurarse en el conjunto… pero era ese conjunto el que no teníamos claro, ya que aún quedaba por ver qué saldría de la residencia y estudiar cómo se comunicarían, buscarían, articularían o no, unas obras con otras. También sabíamos que las trayectorias de los dos grupos eran bien distintas, los pesos individuales de los participantes son tan diversos como Mosca y Welter. Era una acción arriesgada la combinatoria, pero considerando costos, riesgos, beneficios, apostamos por los beneficios. Lo que ocurrió fue hermoso: LFE residencia produjo obras pujantes y empezamos a notar en el nuevo conjunto convergencias, divergencias saludables, cabos que se soltaron sin perder tensión, obras que impredeciblemente se amarraron con naturalidad y fuerza.

La tarea de articular verbalmente estas percepciones y de montarlas en el espacio termina de armonizar, ojalá no demasiado, un conjunto que parte de intereses comunes y se bifurca en complejas heterogeneidades. La exposición La Forma Equivalente revisa sus propios sentidos, se propone como un ejercicio de los razonamientos que la motivan y ofrece al espectador una peculiar combinación de reflexiones, difícilmente agrupables en otra circunstancia.

La Prensa Literaria

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