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Carlos Perezalonso. LA PRENSA/Archivo.

Reencuentros de Perezalonso

Carlos Perezalonso habla de su nuevo poemario Ocaso en El Tránsito; y da a conocer algunos aspectos desconocidos de sus anteriores libros de poemas y cuentos “Ya me cansé de ser judío errante y andar por todos lados. Ahora me quiero quedar en Nicaragua, morir en ella, y vivir lo que me toca vivir a […]

  • Carlos Perezalonso habla de su nuevo poemario Ocaso en El Tránsito; y da a conocer algunos aspectos desconocidos de sus anteriores libros de poemas y cuentos

“Ya me cansé de ser judío errante y andar por todos lados. Ahora me quiero quedar en Nicaragua, morir en ella, y vivir lo que me toca vivir a lo nicaragüense. Ya me cansé de vivir a lo mexicano, salvadoreño, español, a lo gringo; mi temática presente es un reencuentro con Nicaragua”. Es lo que responde el poeta Carlos Perezalonso (León 1943) cuando le pregunto sobre su experiencia con la poesía, la cultura y el exilio, después de cinco décadas de peregrinaje literario y viajes al exterior.

“Ya no soy un disidente, aunque a la larga todo poeta por naturaleza es un disidente, es un outsider, es un marginado, en el más estricto sentido de la palabra”, añade en tono crítico este poeta perteneciente a la Generación Traicionada, la que prefiere llamar “Generación Sándwich”, por estar entre la Vanguardia, y la posterior a ellos.

Anuncia que para septiembre, bajo el auspicio del Foro Nicaragüense de Cultura, saldrá su nuevo poemario Ocaso en El Tránsito; da a conocer aspectos desconocidos de sus anteriores libros de poemas, cuentos, y cartas dispersas.

¿Este nuevo poemario Ocaso en El Tránsito (2009), qué significa en su vida literaria?

Si te digo al menos las partes del libro vas a adivinar el contenido y espíritu del mismo. La primera parte se llama Reencuentro, y son poemas de mi retorno con mi Nicaragua, infancia y juventud; la segunda, es una descripción emocional sobre la ciudad de Managua, y se llama Ciudad bajo los árboles; la tercera, es Poliedro, éste es un experimento poético donde se vive el mismo tema, amor, desamor y muerte, pero de distintos ángulos; otra parte es Instantánea, que son pequeños retratos de personajes y situaciones; y la última es Tiangue, que aborda los árboles, flores y frutas nicaragüenses.

Sigue tocando temas citadinos. Hay un poema suyo muy celebrado, El documental de los ascensores, de su libro Vida, el sol (1976). ¿Qué de cierto hay en esta afirmación de Julio Valle-Castillo, que con este poema se inaugura la poesía urbana?

Sí, eso es cierto; pero también hay otros que han dicho que la poesía de la urbe, la ciudad, se inaugura al menos con este poema El documental de los ascensores; hay un antecedente de Manolo Cuadra, con el poema Perfil (Yo soy triste como un policía/de esos que florecen en las esquinas…); pero esto es vago. Mi poema es explícito y altamente descriptivo, hace uso de un léxico de las estadísticas y las finanzas, cuestión que posteriormente manejo en otros poemas, pero en éste lo hice por primera vez.

He leído algunos de sus poemas del libro Orígenes y exilios (2006) y veo que tiene otros componentes, que aluden precisamente al tema del éxodo, del viajero en busca de identidad.

Éste también es un retrato de mis orígenes nicaragüenses y de mis exilios, donde también está el de mi exilio interior. Este libro fue muy bien acogido, y es citado por diferentes autores allá en El Salvador, especialmente en alusiones a la ciudad y paisaje salvadoreño. Lo curioso de eso es que aborda asuntos salvadoreños con lenguaje y sentir nicaragüense.

En su breve poemario Cegua de la noche (1989), algunos de tus poemas son representativos del mito, también en otros países, lo que lo hace intercultural.

Definitivamente, en la mitología nicaragüense la Cegua es un mito colonial, que tiene antecedentes en otras culturas, por eso hago las dos citas alusivas en el poema la Cegua: la de Shakespeare, “The night mare and her nine foals”; y la de Víctor Hugo “Le cheval noir de la nuit”. Estamos hablando que la pesadilla con representación zoomorfa es representada por una mujer.

Tanto en Francia, Inglaterra, Alemania, y otras muchas culturas, se da el mismo mito de la Cegua. La Cegua en realidad es pesadilla y horror que nos acerca a nosotros mismos de una manera pavorosa. El sueño, como dice el poema, es el más antiguo de los engaños y de los sustos, donde la realidad misma se confunde con la misma pesadilla.

Sus poemas buscan siempre algo que describir o contar; pero no me has hablado de sus libros de cuentos.

He tenido mala suerte con ellos. Tengo uno extraviado: El guerrillero y otras historias (1978), que recibió el premio de cuentos Marianos Fiallos. Éste se perdió durante la guerra, en la imprenta de la Universidad de León. Yo daba por perdido estos cuentos, pero el poeta Julio Valle-Castillo tiene un número en su poder y eso me estimuló a escribir otros cuentos, y ahora tenemos un plan de editar el libro, y otros nuevos cuentos que he llamado La muerte del Niño Dios (2009), y juntarlo en un tomo para que salga a luz en los próximos meses.

Somos la “Generación Sándwich”

Los poetas de la Generación Traicionada hicieron su propia protesta generacional. ¿Se identifica con ellos y su época?

Pienso que todos esos escritores y los que estuvimos a la orilla de ellos, sin pertenecer a ellos, pero que participamos de su pensamiento, lo he hablado con mis amigos, somos la “Generación Sándwich”. Estamos metidos entre la Vanguardia y una generación posterior a la nuestra, que estuvo más metida en las reivindicaciones sociales y la lucha contra la dictadura somocista. Nosotros estábamos más influenciados por la literatura norteamericana, que no son ajenos a la problemática social, pero teníamos otras conexiones con otras culturas. Correspondencia valiosa dispersa.

¿Ha pensado reunir sus cartas y editarlas como parte de un memorial crítico en prosa?

Lamentablemente sólo conservo algunas pocas. Es un género interesante de la prosa escrita a mano, pero ha dejado de existir con el uso del internet y la comunicación virtual. Tuve una fluida correspondencia con muchos escritores, muchos coleccionistas se han quedado con ella. Hay correspondencia bastante copiosa con Juan Aburto, Pablo Antonio Cuadra, Carlos Martínez Rivas, Beltrán Morales, etc., y otros poetas del mundo.

Dicen que la poeta Rosario Murillo tiene una colección en sus manos; también hay otras en buenas manos; pero reunirlas y editarlas es casi imposible, porque está muy dispersa. Aunque sería una excelente idea. Recuerdo que para estos años escribí el libro Vida, el sol; ahí hay un poema titulado Tirano pregunta por poesía, y otro que se llama El pueblo. Ambos son de crítica a la dictadura.

Percibo en este último de sus libros Ocaso en El Tránsito un fuerte sentir nostálgico, y éste se aprecia más en el poema Atardeciendo con Horacio.

Con este poema Atardeciendo con Horacio, precisamente busco compartir esos sentimientos con Horacio, sentimientos de la soledad y el atardecer, del declinar de los años. Y para que se mantuviera su autenticidad busqué su “musicalidad horaciana” en castellano, porque no se puede trabajar con sus 19 métricas, y naturalmente seguirla era un disparate; además nadie va a escribir como Horacio, más que Horacio, pero sí, su espíritu de su poesía, traté de imbuirla en su melancolía.

¿Éste es su gran poema?

No sé cuál. Me gusta mucho Ciudad bajo los árboles, que es un poema largo y que significa un quiebre en mi propuesta poética; pero no te sabría decir cuál es. Me gustan varios, si no, no los hubiera escrito. Y a lo mejor ni siquiera lo he escrito, o no lo escribiré nunca.

Sus libros Poesía

Su primer libro Nosotros tres (1960) fue publicado en conjunto con sus padres; pero su parte ahora se va a publicar en una antología mexicana, con el nombre de Variaciones del estupor. En 1972 con la editorial del poeta Ernesto Cardenal edita El Otro rostro 1972; al cual Carlos Martínez Rivas le decía “El lostro roto”.

Posteriormente se publica en México, Cegua de la noche 1990, en editorial Dolmen, en Guadalajara. El siguiente es: Vida, el sol (1976), que Pablo Antonio Cuadra, reproduce en el número 19 de la revista del Pez y la serpiente, porque el libro editado se quemó por el bombardeo que hizo la guardia de Somoza en las bodegas de LA PRENSA.

Posterior a este libro se edita en El Salvador, Orígenes y exilios (1992-1998), por la editorial Lis. Después se dio a conocer Estancias y otras consignaciones, con un prólogo de Escobar Galindo. Y para este mes de septiembre lanzará su poemario Ocaso en El Tránsito, 2009, auspiciado por el Foro Nicaragüense de Cultura.

Cuentos

El guerrillero y otras historias (1978), por el cual recibió el premio de cuentos Mariano Fiallos; y el inédito La muerte del Niño Dios (2009).

La Prensa Literaria

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