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El legado de edgardo Buitrago

La partida de Edgardo Buitrago deja muchas reflexiones sobre su copiosa obra investigativa, folclor, religión y estudios sobre la vida y obra de Rubén Darío Edgardo Buitrago Buitrago, eminente dariano, ensayista, académico, jurista, historiador y folclorista, al momento de su muerte era el representante por antonomasia de la cultura de la doctoral y universitaria ciudad […]

  • La partida de Edgardo Buitrago deja muchas reflexiones sobre su copiosa obra investigativa, folclor, religión y estudios sobre la vida y obra de Rubén Darío

Edgardo Buitrago Buitrago, eminente dariano, ensayista, académico, jurista, historiador y folclorista, al momento de su muerte era el representante por antonomasia de la cultura de la doctoral y universitaria ciudad de León de Nicaragua y uno de los humanistas más sobresalientes de nuestro país.

Nacido en la ciudad de León, en 1924, Edgardo Buitrago Buitrago se graduó de doctor en Derecho en la antigua Universidad de León, la antañona Casa de Estudios Superiores a la que tanto lustre dieron varias generaciones de distinguidos miembros de la familia Buitrago, desde su tatarabuelo, el célebre licenciado Nicolás Buitrago Sandoval, compañero de estudios del prócer Miguel Larreynaga en la Universidad de San Carlos de Guatemala, abogado de la Real Audiencia, primer Catedrático de Instituta Civil, uno de los fundadores de la Universidad, a la que sirvió sin cobrar honorarios, y su bisabuelo, el bachiller en Derecho, Nicolás Buitrago Benavente, miembro del primer Consejo de Consiliares de la Universidad de León.

Ésa es la estirpe de Edgardo Buitrago Buitrago: una sucesión ininterrumpida de decanos y catedráticos universitarios, que han sido columna vertebral de la enseñanza del Derecho en Nicaragua, entre los cuales cabe recordar a los doctores Bruno H. Buitrago, coautor del Código Civil de Nicaragua, al doctor Roberto Buitrago, autor de varios textos jurídicos, al doctor Arístides Buitrago, famoso por sus Manuales de Instrucción Criminal, y al doctor Nicolás Buitrago Matus, padre de don Edgardo, catedrático de Derecho Civil y autor de importantes libros de historia, entre ellos, León, la sombra de Pedrarias.

A su regreso de Argentina, donde cursó estudios de postgrado, el doctor Buitrago dirigió en Managua el semanario Acción Social, en su época principal divulgador en Nicaragua de la doctrina social de la Iglesia Católica, contenida en las encíclicas papales.

Edgardo Buitrago ingresó a la Academia Nicaragüense de la Lengua con un memorable discurso sobre Perspectivas de la Lengua Española ante las exigencias de afirmación original y universal de Hispanoamérica. En esa ocasión, el entonces director de la Academia, Pablo Antonio Cuadra, trazó un acertado perfil de Edgardo Buitrago: “Muchos méritos posee el nuevo académico doctor Edgardo Buitrago Buitrago. “Con su fisonomía a lo Huxley, encerrado tras de sus anteojos, tiene la seriedad del sabio que él no sabe usar porque padece una hermosa virtud: la humildad. Pero es de sabio esa osada manera con que Edgardo Buitrago se arroja a la profundidad de todas las materias que frecuenta. Como jurista es profundo. Como catedrático de historia de la cultura va a fondo. Como parlamentario he de decir lo que todos dicen: que es uno de los pocos diputados que nunca ha dicho un discurso superficial, de esos que se dicen tan fácilmente en las cámaras, inflamados por la peligrosa musa de la oratoria, sino que siempre es el hombre que lleva la discusión al fondo de la cuestión. Como investigador de nuestras letras y de nuestra historia cultural sus trabajos dejan la impresión de que el autor ha hecho un recorrido muy largo y minucioso antes de llegar al tema”.

Edgardo Buitrago fue diputado por el Partido Conservador Nicaragüense por varios períodos, a partir de 1957; Magistrado del Tribunal Superior del Trabajo y Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, por elección, en dos períodos (1964 a 1971). Entre las distinciones que recibió cabe mencionar la Orden Rubén Darío, de Nicaragua, y la Orden Isabel La Católica, de España (1968). También, en justo reconocimiento a su fecunda trayectoria cultural y académica, mereció, en 1999, el Premio Nacional de Humanidades. Fue Doctor Honoris Causa por la Universidad Americana (UAM), la UNAN– León y el Ave María College.

Edgardo Buitrago, humanista integral, realizó una extraordinaria y valiosa contribución a nuestra cultura nacional en diferentes disciplinas, lo que hizo de él un auténtico héroe cívico, de esos que quisiéramos poblaran las páginas de nuestra desventurada historia.

Edgardo Buitrago fue también del círculo cercano al Rector doctor Mariano Fiallos Gil y participó activamente en las gestiones que Fiallos emprendió para obtener la Autonomía Universitaria, en marzo de 1958.

Como jurista, cabe mencionar, además de toda una vida dedicada a la enseñanza y a la renovación de la didáctica de las Ciencias Jurídicas y su brillante desempeño como Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, sus ensayos sobre El Derecho Indiano en Nicaragua, y El Derecho y el Estado en la etapa precolombina, especialmente en Nicaragua (1978) y El Municipio en Nicaragua (1989), obra en la que aboga por el fortalecimiento del régimen municipal en el país. Siendo quien escribe rector de la UNAN, se logró obtener los recursos para la construcción, en 1968, del nuevo edificio de la Facultad de Derecho, una iniciativa muy cara al decano Edgardo Buitrago. El edificio respetó la fachada colonial, representando así un ejemplo para la conservación de la arquitectura tradicional de la ciudad de León.

Sus aportes, serios y bien documentados sobre nuestro folclore, representan una inapreciable contribución al fortalecimiento de nuestra cultura e identidad nacionales, especialmente ahora, en tiempos de globalización, donde si no fortalecemos nuestras raíces culturales terminaremos arrasados por las culturas de los países hegemónicos. Baste con mencionar su exhaustivo y pionero estudio sobre Las Purísimas: su forma y sus orígenes (1959) y Los bailes de la Gigantona y sus derivados (1993).

Como historiador, su entrañable amor por su natal León le hizo hacer importantes contribuciones a la historia de nuestra antigua capital y sobre la vida del músico leonés, El divino leproso del Río Chiquito José de la Cruz Mena. Además, él y su inolvidable esposa, la extraordinaria poeta Mariana Sansón Argüello, fueron miembros del grupo entusiasta de profesores de la UNAN que, en la década de los años sesenta, nos dimos a la tarea de redescubrir las ruinas de León Viejo, y que no abandonamos la empresa hasta verla coronada por el éxito en el mes de abril de 1967.

Muchos otros trabajos podríamos mencionar de Edgardo Buitrago Buitrago. Ojalá pronto sean coleccionados en un libro, pero queremos destacar su indeclinable devoción dariana, que lo llevó no solo a escribir lúcidos ensayos sobre la vida y obra de nuestro incomparable poeta, siendo el más reciente su extraordinaria Introducción a la Trilogía de Rubén Darío, publicada por la Universidad de Alcalá y la UNAN – León, trabajo que merecería ser editado como libro de lectura obligatoria en nuestras escuelas, colegios y universidades.

Pero su obra más trascendental, y por la cual todos los nicaragüenses le debemos estar agradecidos, fue la fundación del Museo y Archivo Rubén Darío, en la ciudad de León, que tiene ya más de 40 años de fundado. Fue Buitrago quien siendo diputado ante el Congreso Nacional logró, en 1960, la aprobación de la Ley creadora del Museo, y desde entonces, fue el gran promotor del mismo, de su consolidación y enriquecimiento, hasta convertirlo en el centro por excelencia de conservación de los recuerdos darianos y de la colección más importante de libros y documentos de Darío y sobre Darío.

Desde la apertura del Museo-Archivo hasta su muerte sin devengar ningún salario, Edgardo Buitrago consagró buena parte de su vida al fortalecimiento del Museo, instalado primero en sólo una parte de lo que fue la casa de la tía Bernarda, en las famosas “Cuatro Esquinas” de la antigua Calle Real de León, hoy calle “Rubén Darío”, hasta lograr el rescate de la parte oriental de la casa, que permanecía en manos de particulares, y casi completar así lo que fue la casa del niño y adolescente Rubén.

Para concluir esta semblanza de Edgardo Buitrago, no podemos dejar de mencionar lo que representó el más feliz acontecimiento de su existencia: ligar su vida a la de esa singular mujer, poeta, pintora, escultora y diseñadora, que fue Mariana Sansón Argüello, nuestra gran poeta surrealista, de imaginación desbordante, fuente inagotable de metáforas, que abrió para la mujer nicaragüense las puertas de la Academia Nicaragüense de la Lengua. Juntos formaron una pareja legendaria, a la que todos aprendimos a querer, respetar y admirar.

La Prensa Literaria

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