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Cómo secomporta el seguidor de Cristo

Sacerdote católico En el Evangelio de hoy, Jesús continúa con la formación de sus discípulos (cf. Marcos 9,38-43.45.47-48). Ya les había dejado claro que el más importante de todos es el que sirve a los otros con un espíritu de humildad. Jesús les hace comprender que todo aquél que pudiendo dominar a los demás, independientemente […]

Sacerdote católico

En el Evangelio de hoy, Jesús continúa con la formación de sus discípulos (cf. Marcos 9,38-43.45.47-48). Ya les había dejado claro que el más importante de todos es el que sirve a los otros con un espíritu de humildad. Jesús les hace comprender que todo aquél que pudiendo dominar a los demás, independientemente del lugar que ocupe en la sociedad, les sirve desde la sencillez, se comporta como su discípulo, pero el que pudiendo servir a los demás, los domina y reprime, actúa según la lógica del mundo.

El servidor cristiano no es un esclavo porque el que sirve por Jesús a sus hermanos y ve en ellos el rostro del maestro lo hace con alegría, con libertad y su único objetivo es el bien.

En este pasaje el Señor muestra tres formas que deben identificar el comportamiento de sus discípulos.

Primera: El comportamiento de los discípulos con aquéllos que están fuera de la comunidad.

Segunda: El comportamiento de los discípulos con aquéllos que están dentro de la misma comunidad, pero que son los más pequeños.

Tercera: El comportamiento de los discípulos, pero ahora en relación con ellos mismos.

Primera: El comportamiento con aquéllos que están fuera de la comunidad.

Cuando Juan le comenta que hay algunos que no pertenecen a la comunidad y que han expulsado demonios en el nombre del Señor, Jesús le responde que quien hace el bien aunque no sea del grupo está realizando una acción meritoria y que por lo tanto no se le debe poner impedimentos. Que aún el dar un vaso de agua, que es un gesto mínimo pero realizado porque siguen al Mesías, tendrá su recompensa. Recapacitemos sobre nuestra manera de ser con aquéllos que no comparten nuestra visión y los encasillamos en estereotipos. El único que conoce lo profundo del corazón es Dios.

Segunda: El comportamiento con aquéllos que están dentro de la misma comunidad, pero que son los más pequeños.

Los más “pequeños que creen” en Jesús son los más débiles en su fe y relación con el Señor que son escandalizados por el comportamiento inadecuado de los seguidores del Maestro. El mal ejemplo en cualquiera de sus áreas puede causar el alejamiento o el rechazo de la fe en el Mesías. Por eso es preferible que al que escandaliza, “más le valdría que le cuelguen en el cuello una piedra de molino y lo echasen en el mar”. Es decir que más les aprovecharía el estar muertos para no alterar a los otros. Aquí lo que se juega es la vida eterna, “entrar en el Reino de Dios” o la frustración eterna, “ser echado al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga” tanto para el que escandaliza como para el que es escandalizado.

Tercera: El comportamiento personal.

Estos versículos relativos a órganos del cuerpo no deben ser interpretados de forma literal. Cuando las manos en vez de servir, dar y sanar se utilizan para reprimir, acaparar y destruir; cuando los pies en vez de llevarnos por la senda justa se utilizan para apresurarnos al mal y cuando los ojos en vez de buscar la luz orientan hacia las tinieblas, es el instante de tomar una decisión radical. Esta toma de conciencia consiste en tener una escala de valores en la que Jesús ocupe el primer lugar en nuestra vida. Por lo tanto no podemos seguir viviendo como en un divorcio entre la fe que decimos profesar y la existencia que llevamos en realidad.

Religión y Fe

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