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Bodegón. Pintura de Alfredo Caballero. LA PRENSA/A. Montano.

El Circo

Sale del bar. Donde ha bebido solo, saboreando unos tequilas. Camina lentamente hacia el taxi. El chofer es un hombre joven y rubio de ojos café. Mauricio le pide llevarlo a la calle Rakovski. El chofer le abre la puerta delantera, él sube y busca su billetera; asustado ve que no tiene para pagar el […]

Sale del bar. Donde ha bebido solo, saboreando unos tequilas. Camina lentamente hacia el taxi. El chofer es un hombre joven y rubio de ojos café. Mauricio le pide llevarlo a la calle Rakovski. El chofer le abre la puerta delantera, él sube y busca su billetera; asustado ve que no tiene para pagar el taxi, le pregunta al chofer que si lo puede llevar a su departamento y esperarlo, el taxista sonríe y dice que sí. Atraviesan las calles solitarias y en penumbras. Usted es extranjero, le pregunta el taxista, si soy de Nicaragua, responde Mauricio, el taxista se ríe y le dice tienes un acento cómico, Mauricio le pregunta si puede fumar y el chofer le ofrece un Marlboro. El taxi viaja veloz y recorre calles antiguas con edificios viejos, sumí abandonados. Mauricio asustado le dice al chofer que ya pasaron la calle de su edificio. El taxista le dice tengo que pasar por mi hermano y le sonrió maliciosamente. Mauricio calla. Llegan a un barrio deshabitado y desconocido. El chofer parquea el taxi en el medio de la plaza donde se encuentra un circo. El taxista le dice es de mi padre te lo mostraré, Mauricio con temor baja del taxi, de la carpa sale un anciano vestido de payaso, es mi padre dice el chofer; se saludan y el payaso se ríe grotescamente, pase pase vea mi circo y mi casa, caminan entre los carromatos y se ven las fieras, tigres y leones que se mueven hambrientos. Mauricio se asusta aun más y el viejo se ríe, no se asuste joven, conmigo no le pasará nada malo. Entran a un edificio viejo donde hay hombres armados con metralletas los dejan pasar mientras se ríen. Al entrar se encuentra un vestidor aluminado y dentro bellas mujeres, vestidas solo con biquinis de lentejuelas y bien maquilladas, una de ellas borrachas le dice en su idioma. Ándate de aquí ellos son malos y me tienen prisionera, la mujer se aleja y Mauricio con miedo pregunta ¿quiénes son? Son las bailarinas de mi circo dijo el viejo ¿quieres una? Caminan hacia el ascensor con rejas suben al tercer piso, al abrir se ve una sala decorada muy lujosamente unas mujeres desnudas se inyectan y caen en éxtasis, ríen como locas una mujer vieja y flaca las vigila con un látigo en la mano, es mi mujer dice el viejo. De una puerta sale un joven muy bello vestido de negro y con cadenas en la manos, el taxista lo besa en la boca con pasión, mi hermano le dice, Mauricio lo mira atormentado y quedamente dice quiero irme a mi casa, todavía no, dice el payaso. Pasan a otra sala y encadenados se ven unos cuerpos jóvenes de chicos y chicas que son sodomizados por hombres vestidos de nazis. Mauricio quiere escapar horrorizado, pero le apuntan con una metralleta mientras que el cirquero y sus hijos se ríen. Nosotros sabemos que haces cine, le dicen, queremos nos hagas unas películas, te pagaremos bien. Mauricio le dice que no con la cabeza, si no lo haces vamos a las jaulas. Caminan hacia el ascensor regresan a la jaulas, donde una mujer es devorada por una pantera, Mauricio vomita y palidece, unos de los guardias lo ve y se acerca, le da un beso y le dice vete yo soy el mayor, mi padre te dejará ir si no dices nada. Mauricio con terror le dice te juro que no diré nada piensa que es una pesadilla le dice el hombre vestido de militar, le abren la puerta y todos se ríen grotescamente. Mauricio sale desesperado y corre buscando la ciudad dejando el circo atrás solo entre las calles oscuras, ve un taxi, le hace alto, sube por la puerta de atrás y muerto de miedo escucha que el chofer le dice aun no me has pagado y le dispara.

La Prensa Literaria

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