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Edgardo buitrago. LA PRENSA/O. Miranda

Retrato de Edgar Buitrago

Edgardo Buitrago Buitrago (1924-2009) nació en León, la Atenas de Centroamérica, en el seno de una familia más bien de intelectuales que de adinerados, mostró desde temprana edad disciplina académica y vocación por servir a los demás. Cursó exitosamente sus estudios de primaria en el colegio Beato Salomón, los estudios de secundaria en el Instituto […]

Edgardo Buitrago Buitrago (1924-2009) nació en León, la Atenas de Centroamérica, en el seno de una familia más bien de intelectuales que de adinerados, mostró desde temprana edad disciplina académica y vocación por servir a los demás. Cursó exitosamente sus estudios de primaria en el colegio Beato Salomón, los estudios de secundaria en el Instituto Nacional de Nicaragua, los estudios universitarios de Derecho, en León. Posteriormente, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, Argentina, hizo estudios de posgrado en Derecho Social.

Difícil es hacer una voloración integral de este pensador centroamericano que amó a Dios en su familia y en sus conciudadanos; que honró su ciudad natal y su Patria; que prestigió la cultura nacional y la lengua común de los pueblos hispanos, pues el Edgardo Buitrago que ha partido fue un auténtico humanista del siglo XX e incursionó en el siglo XXI. Él era superior a Jano que podía ver hacia el pasado y hacia el futuro, era como un poliedro que en su acepción griega nos sugiere la singularidad y a la vez la pluralidad.

Así comparado, Edgardo Buitrago era el humanista que aglutinaba al docente investigador, al autor preocupado de su entorno, al político preocupado del servicio y no de servirse, al académico de la lengua, al hombre de invaluables calidades humanas…y ahora que se nos ha ido, no es consecuencia única deplorar su desnacimiento, como diría Unamuno, sino emular sus virtudes, rescatar y continuar su legado ejemplar.

El docente investigador

Después de la experiencia por un trienio, como Director del Seminario Justicia Social, 1948-1951, en Managua, y de un segundo trienio como magistrado del Tribunal Superior del Trabajo, 1953-1955, también en Managua, Edgardo Buitrago inicia la docencia universitaria y la investigación que va de la mano con la calidad. En 1956, me ha dicho el doctor Ramón Romero Alonso, Rector fundador de esta Casa, el ilustre leonés inicia la docencia en la Universidad Nacional de León y en el Colegio Académico Mercantil de Nicaragua. Hasta 1955, en la Universidad se enseñaba una cátedra de Economía Política cuyo texto se apoyaba en los postulados del inglés John Stuart Mill. En 1956, el joven catedrático considera que aquel texto era obsoleto, poco didáctico y menos original, razón por la que decide no usarlo, aún cuando el cambio significaba mayor dedicación a la preparación de sus clases; basado en los principios de la libertad de cátedra, considera que era más importante que los universitarios conocieran la historia de la economía de Nicaragua y esa fue la Cátedra que enseñó con el nombre de Economía Política.

Otras cátedras que Edgardo Buitrago impartió en la Universidad fueron: Teoría General del Estado (1956-1960), Teoría General del Derecho y del Estado, desde 1964, en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNAN-León. Estudios de la Cultura, de 1965-1980, en la Facultad de Ciencias y Letras de la UNAN. Cátedra de Rubén Darío en la Universidad Americana, UAM., que lo honró con la máxima distinción que le podía ofrecer: El doctorado honoris causa.

Desde 1956, prácticamente hasta su muerte, Edgardo Buitrago fue esencialmente maestro, que para él no sólo era trasmitir conocimientos sino enseñar a aprender, ejercicio dialéctico de un maestro y de un alumno que enseñan y aprenden mientras interactúan en la clase; pero Edgardo fue más allá: maestro en el aula y fuera de ésta, maestro durante la formación universitaria y maestro después de este nivel; maestro porque alguien inscribía la cátedra y la cursaba y maestro porque alguien motivado por el deseo de aprender, libremente decidía oírlo; maestro porque alguien quería escucharlo o leerlo.

La excelencia del maestro Buitrago, –que enseñó a tantas generaciones–, no radicaba en sus dotes de orador, en su generosidad para asignar una calificación, en el trato respetuoso a sus alumnos, sino en su integridad que lo obligaba a ejercer la docencia con suma responsabilidad: no era suficiente lo que decían los manuales, era necesario analizarlos “hic” et “nunc”: aquí y ahora, completarlos a través de la investigación, tener en cuenta los principio pedagógicos, recordar que los estudiantes no son objetos sino sujetos del proceso enseñanza-aprendizaje. Así fue él, un maestro de vocación, aunque tuvo talento para ser Ministro, Rector o Presidente. La cátedra fue su gloria, los estudiantes algo así como sus hijos y la Universidad como su hogar.

El autor preocupado de su entorno

Tanto la obra de Edgardo Buitrago publicada en libros, como la que está dispersa en artículos de revistas, periódicos, papeles personales y cintas magnetofónicas, versa sobre los temas que él enseñaba: nuestra cultura y sus raíces, el Derecho y las bases de la democracia, las lecciones de la Historia, la poesía y la música como aportes de nuestra cultura a la cultura universal, la lengua común de los pueblos hispánicos como instrumento de comunicación, entendimiento y desarrollo. He aquí los principales títulos de libros o ensayos extensos:

Las Purísimas: su forma y sus orígenes. 1959.

Perspectivas de la Lengua Española ante las exigencias de afirmación original y universal de Hispanoamérica. 1962.

La vida y obra de José de la Cruz Mena. 1963.

Pasado, presente y futuro de nuestra escuela de Derecho: hacia un nuevo tipo de abogado. 1965.

La casa de Rubén Darío: influencia del medio durante su infancia. 1966.

León y Granada en el destino histórico de Nicaragua. 1974.

El derecho indiano en Nicaragua. 1978.

El Derecho y el Estado Precolombino y especialmente en Nicaragua. 1982.

El Municipio en Nicaragua. 1989.

Los bailes de la Gigantona y sus derivados. 1993.

La ciudad y la vivienda nicaragüense.

El Modernismo: una concepción americana de la modernidad en Rubén Darío, Modernismo y Modernidad desde Nicaragua. 2005.

Introducción a Azul… Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza. 2008.

A esta bibliografía se debe sumar su obra dispersa que debe ser objeto de compilación, análisis y edición.

A lo largo de las publicaciones de Edgardo Buitrago, encontraremos la búsqueda por definir en qué consiste el mestizaje no sólo de raza sino también cultural; el interés por conocer las verdaderas raíces de nuestra identidad, la lucha por instaurar la democracia y su rechazo a la violencia y la confrontación armada.

El político preocupado del servicio y no de servirse

Durante un período de seis años, de 1957 a 1963, Edgardo Buitrago participó en la política partidaria. Eran años de su dorada juventud. Y él creía que, con la participación en la política de los mejores hijos de la Patria, se podía transformar el país. El fundador de la dinastía de los Somoza había caído bajo las balas de un poeta patriota y así, con el entusiasmo de aquellos días y participando en las filas de una fracción del Partido Conservador Nicaragüense, es elegido diputado de oposición, mejor conocidos y peyorativamente llamados en los años sesenta, diputados zancudos.

Pronto él se decepcionará y se apartará de la clase política, no obstante él sirvió a la Patria con honestidad y responsabilidad. Tenía los contactos políticos, la preparación, la oratoria, el amor por la Patria, pero veía de cerca que los intereses personales privaban sobre los intereses nacionales; que muchos, una vez elegidos, buscaban servirse del cargo en provecho personal o del partido, en vez de estar al servicio de sus conciudadanos y de los intereses de la Patria.

El académico de la lengua

A la fecha de su deceso, la tarde del sábado 12 de septiembre de 2009, Edgardo Buitrago era el fiscal de la Junta Directiva de la Academia Nicaragüense de la Lengua. Se le había asignado la silla “J” y se incorporó a esta Casa el 23 de septiembre de 1962, su discurso de ingreso fue Perspectivas de la Lengua española ante las exigencias de la afirmación original y universal de Hispanoamérica. Le contestó el Académico de Número, Pablo Antonio Cuadra Cardenal. Todavía en esos años, el español de América o los americanismos eran considerados como vocablos de dudosa reputación y los escritores señalaban la diferencia, colocando comillas o adicionando al final de las obras el listado de las palabras no usadas en España.

Desde su ingreso, Buitrago Buitrago insistirá en la legitimidad y dignificación de los americanismos que procedían de nuestras lenguas indígenas o que, en estas tierras, palabras venidas de la Madre Patria se habían resemantizado.

En la Corporación Nicaragüense de la Lengua, el directivo leonés fue uno de los académicos más disciplinados y empeñados en la asistencia, en la preparación de ponencias, en la discusión de temas y en la renovación de las estructuras de nuestra Casa. Él fue el primero en proponer el ingreso de una mujer a la Academia, pero previamente tuve el honor de trabajar a su lado y en compañía del doctor Carlos Tünnermann Bernheim para modificar los estatutos de nuestra Casa que impedían que las mujeres pudiesen ingresar a ésta. Y así nuestra Casa fue una de las primeras de las 22 academias de acoger en su seno y en calidad de académica a la mujer. Así Mariana Sansón, pintora, poeta, escultora y esposa de Edgardo Buitrago, fue la primera mujer que ingresó como Académica a nuestra Casa el 2 de diciembre de 1997. Ahora que la visión y preocupación de muchos académicos americanos, como la de Edgardo Buitrago, se han convertido realidad, como el Diccionario de Americanismos que estamos por finalizar y la Gramática de la Lengua Española, hecha a partir de la realidad total de la Lengua y no de los fenómenos registrados en su país de origen, podemos decir que Edgardo Buitrago trabajó con lucidez y visión de futuro a favor del don más preciado de nuestra cultura: la Lengua, que asegura la comunicación, que facilita el entendimiento y que asegura el desarrollo. No dudo en calificar a Edgardo Buitrago como uno de los elementos que fue como el horcón o la viga que dio soporte y unidad a la Casa, como el faro que orientó nuestro quehacer, como la llama que iluminó y dio esplendor a nuestro trabajo.

El hombre de invaluables calidades humanas

En el trato personal, Edgardo Buitrago fue un intelectual humilde, nunca consideró que sus méritos académicos fuesen superiores a los de los jóvenes que andábamos su mismo camino. Amigo, compañero, consejero, conciliador, estuvo siempre anuente a escuchar nuestras iniciativas, a prevenir situaciones conflictivas y a celebrar nuestros pequeños éxitos.

Su optimismo, su quehacer constante y su espíritu de servicio nacían de su fe cristiana, de su capacidad de creer una y otra vez en el hombre, fuera éste un familiar, un amigo o un compatriota. Edgardo Buitrago Buitrago era el último de los grandes humanistas nicaragüenses del siglo XX y se nos ha ido; pero como dije al inicio no debemos sólo deplorar la partida del Crisóstomo y Aristósofo, debemos emular sus virtudes y recoger su legado.

La Prensa Literaria

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