El Universal/ Caracas
Tras la muerte de Hugo Chávez y su estrecha victoria por menos de dos puntos porcentuales en las elecciones del 14 de abril de este año, Nicolás Maduro se estrenó en Miraflores con una economía encabritada y el temor a una erosión constante en el apoyo de las bases chavistas, que hubiese significado la derrota en la escogencia de alcaldes prevista para el 8 de diciembre.
Durante diez meses en los que el respaldo a Maduro retrocedió en todas las encuestas, los desequilibrios saltaron de manera anárquica. Los precios aumentaron velozmente, rebotó la escasez de productos básicos, la sequía de dólares se hizo evidente y el crecimiento perdió fuerzas, pero no puede hablarse de que intencionalmente hubo un ajuste, la economía respondió así a un plan insuficiente que deja intacta la crisis.
Y a partir de noviembre fue desechado para dar paso a una etapa de radicalización que, todo indica, se mantendrá al menos durante el primer trimestre del próximo año.
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En medio de la crisis económica que enfrenta Venezuela, caracterizada por una galopante inflación y severas dificultades de desabastecimiento, un nuevo problema se ha sumado: la opacidad de las cifras económicas oficiales. El retraso en difundir los resultados de la inflación de noviembre, así como otros indicadores fundamentales como las fuentes de la base monetaria o la inversión privada, han acrecentado los cuestionamientos contra el instituto monetario que es señalado por analistas y opositores de haber perdido su autonomía y ser totalmente dependiente de las órdenes del Gobierno.
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En el periodo insuficiente disminuyó el poder del ala radical del gabinete y Nelson Merentes fue nombrado vicepresidente del Área Económica, hubo diálogo con el sector privado, surgió el Sicad para aumentar la oferta de dólares, comenzó la revisión de precios de los productos controlados, el gasto perdió altura para recortar el desajuste de las finanzas públicas y se produjo una devaluación de la moneda a fin de corregir a un tipo de cambio muy barato que estimula las importaciones, pero se trató de acciones vacilantes e incompletas.
El Sicad, el sistema de subasta de dólares que sustituyó al Sitme como mecanismo para complementar la oferta de divisas de Cadivi, solo desembolsó un promedio de 100 millones de dólares semanales, una cifra mínima que obligó a recortar las importaciones privadas.
La revisión de precios controlados no corrigió el desajuste y las empresas continuaron sin cubrir costos de producción, lo que, unido a la sequía de divisas, golpeó la oferta y catapultó la escasez.
Durante el primer semestre, el Gobierno trató de disminuir el déficit de las finanzas públicas recortando el gasto, pero luego optó por exigirle al Banco Central que imprimiera bolívares sin respaldo, algo que inyectó combustible al consumo e impulsó la inflación.
LA DEVALUACIÓN GOLPEA
En materia cambiaria, la devaluación que deslizó el tipo de cambio desde 4.30 bolívares hasta 6.30 no corrigió el desajuste y el dólar aprobado en Cadivi continuó siendo la mercancía más barata, después de la gasolina.
La lista de acciones que analistas alabaron por “ir en la dirección correcta”, aunque incompletas, no pudieron contener el deterioro de una economía que inició el tránsito a la estanflación, es decir, a un periodo de elevada inflación y mínimo crecimiento.
Las estadísticas disponibles indican que en los tres primeros trimestres de 2013, el crecimiento acumulado es de 1.4 por ciento versus 5.6 por ciento en el mismo lapso de 2012, mientras que la inflación, al cierre de octubre, registra un salto de 45.8 por ciento versus 13.4 por ciento en el mismo lapso del año pasado.
OCULTAN INFLACIÓN
El 2013 concluye sin que el Banco Central de Venezuela informe del índice de la inflación. El presidente del Instituto Nacional Estadística, Elías Eljuri, defendió que la demora tiene que ver con “elementos atípicos” relacionados con las acciones que tomó en noviembre pasado Maduro de expropiaciones de unos comercios de electrodomésticos señalados de especular, y las rebajas de precios que se impusieron a algunos bienes para combatir la inflación.
Eljuri descartó que el instituto de estadísticas o el Banco Central hagan alguna modificación en el cálculo de inflación tras los comentarios que realizó Maduro donde expresó el mes pasado que según “los estudios que estamos haciendo, la inflación debería ser -5 por ciento, como mínimo” luego de las medidas que tomó.
“¿Se darán cuenta los técnicos del BCV y del INE más allá de la tecnocracia?”, inquirió Maduro. Sus afirmaciones fueron asumidas por algunos analistas como una manera de presionar a las autoridades financieras.
Desde hace siete meses la inflación viene reportando alarmantes indicadores que llevaron la tasa anualizada en octubre a 54.3 por ciento. Al problema de la galopante inflación se han sumado el severo desabastecimiento de algunos alimentos y bienes básicos, como el papel higiénico, que han encendido las alarmas del gobierno.
Los analistas asocian los problemas de la inflación y el desabastecimiento al agotamiento del modelo de controles de precio y de cambio, que están vigentes desde hace una década, y a un crecimiento del gasto público que ha llevado el dinero circulante en la economía a niveles nunca vistos.
MADURO NO RESUELVE
Otro severo problema en Venezuela es el severo desabastecimiento de algunos alimentos y bienes básicos como el papel higiénico que han encendido las alarmas del gobierno.
Los analistas asocian los problemas de la inflación y el desabastecimiento al agotamiento del modelo de controles de precio y de cambio, que están vigentes desde hace una década, y a un crecimiento del gasto público que ha llevado el dinero circulante en la economía a niveles nunca vistos.
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