Gloria Picón Duarte
Cuando el reloj marcó las 4:10 de la mañana del 22 de junio, se escuchó la orden de “¡tírense al suelo!”. El grito que estratégicamente los jóvenes del grupo denominado #OcupaINSS habían acordado en caso de que la Policía los atacara en determinado momento en el plantón que mantuvieron durante seis días en apoyo a los adultos mayores de la Unidad Nacional del Adulto Mayor (UNAM), que demandaban su pensión reducida en las afueras del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS).
Después del grito, incertidumbre, golpes, ofensas, amenazas, humillaciones e impotencia ante la violencia de un grupo de unos 300 encapuchados del orteguismo, que llegaron en camiones de la Alcaldía de Managua, con palos, martillos, machetes y armas de fuego a atacar a los jóvenes que desde el 17 de junio habían iniciado una campaña de solidaridad a través de las redes sociales para abastecer de alimentos, agua y medicinas a los adultos mayores para que no desfallecieran en su lucha.
POLICÍAS DISFRAZADOS DEJUVENTUD SANDINISTA
Todo ocurrió ante la mirada cómplice de miembros de la Policía Nacional e, incluso, algunos jóvenes en sus testimonios, que se pueden encontrar en las redes sociales, llegaron a asegurar que parte de los encapuchados eran policías que utilizaron las camisetas de la juventud sandinista a la hora del ataque.
“¿Qué puta pasa? ¿En que país estoy?”. Estas son las preguntas que entre llanto y dolor se hacía Laura Espinoza, cuando fue golpeada, ofendida y humillada por miembros de la juventud sandinista.
Su pecado, al igual que el de otros 50 jóvenes de #OcupaINSS, era haber sido solidaria con los jubilados, que en ese momento estaban dispuestos a permanecer en el INSS hasta que el Gobierno, que siempre había dicho que no había fondos, les diera respuesta.
Espinoza tiene 22 años, no pertenece a un movimiento social o político, pero desde los 16 años ha participado en actividades puntuales que tienen que ver con el respeto y la defensa de los derechos humanos. Sus ojos se aguan cuando recuerda el odio con que fue tratada esa madrugada. “Me golpeaban, me levantaban la camisa, me ofendían, incluso disparaban al aire (el 22 de junio). Me hicieron correr, no estaba en mi imaginario que eso podría pasar; ese día perdí la inocencia política. Era demasiado odio el de esas personas que me estaban golpeando”, recuerda.
A pesar de que este tipo de ataques ya había pasado el 19 de julio del 2011, con un grupo de jóvenes que por un mes mantuvo una champa frente al Consejo Supremo Electoral (CSE), Espinoza dice que no se lo esperaba, ya que por la historia, lo que creía que iba a pasar era que la Policía trataría de dispersarlos con gases lacrimógenos o algo así, pero jamás un ataque a las 4:00 a.m., con encapuchados.
Luciana Chamorro Elizondo también vivió momentos de horror esa madrugada. En su testimonio (a través de carta abierta a la jefa de facto de la Policía, primera comisionada Aminta Granera) cuenta que estaba cerca del cordón de agentes policiales y, por instinto, gateó hasta ellos para pedir auxilio, pero uno la pateó en el estómago, luego uno de los atacantes amenazó con violarla y le quitaron sus pertenencias.
Finalmente, el régimen dictatorial de Daniel Ortega organizó una marcha el lunes 24 de junio y en un acto público con los líderes de la UNAM acordaron que entregarían la pensión reducida a los adultos mayores. “El movimiento ciudadano espontáneo y pacífico de #OcupaINSS en completo apoyo de que los adultos mayores consigan su pensión reducida, consideramos un gran logro que su solicitud haya sido escuchada, así como el inicio de las negociaciones para el logro de sus objetivos”, decía un comunicado que emitió #OcupaINSS, minutos después del acto orteguista.
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Chamorro Elizondo empezó a apoyar a los adultos mayores desde el 17 de junio, cuando por los medios de comunicación y las redes sociales se enteró de lo que pasaba. “Una vez ahí, miré su tenacidad (la de los adultos mayores) y decidí seguir regresando para acompañarles. Pensé que si suficientes nicaragüenses llegaban a hacer vigilia, habría menos probabilidades que la Policía los desalojara durante las horas de la noche, y más chance de que los escucharan”.
REDES SOCIALES, FUNDAMENTALES
El apoyo de los jóvenes inició el martes 17 de junio, quienes vía Twitter empezaron a solicitar víveres para los jubilados. La mayoría de participantes eran profesionales, que durante el día iban a su trabajo y por la noche acompañaban a los adultos mayores, otra buena parte eran estudiantes universitarios.
Alejandra Castillo, de 26 años, cuenta que cuando ella se unió al grupo apenas eran unos diez jóvenes. “Asumimos el compromiso de abastecerlos para que no abandonaran su lucha, utilizamos las redes sociales, convocamos en determinados puntos, fue algo impresionante. Pensamos llevar algunas bolsitas, pero fueron camionetadas, la ayuda se fue desbordando y se sumaron más jóvenes”.
Castillo estaba en la gasolinera durante el ataque. Relata que hubiera preferido estar en el campamento, porque le tocó ver desde una esquina cómo “masacraban” a sus amigos y conocidos.
Los días previos al ataque y asalto (17-21), Espinoza los describe como algo “bien bonito, una mezcla extraña, jóvenes que nunca habíamos tenido una meta en común, cantábamos, bailábamos con personas mucho mayores que nosotros; contábamos chistes, estábamos en una lucha, pero de manera distinta. Se sentía el apoyo, cada vez nos íbamos organizando mejor, se miraba cuánto podíamos crecer y lo que podíamos lograr si nos uníamos, el día del ataque estábamos en ese clima de sentir que podíamos hacer algo”.
Los jóvenes señalan que el movimiento fue espontáneo para una acción puntual que apeló a la verdadera solidaridad, a través de las redes sociales, que fue una herramienta crucial para la convocatoria, pero además ha sido de mucha utilidad para la denuncia de la violencia que ocurrió la madrugada del 22 de junio y que la Policía y el Gobierno se empeñan en negar.
“A través de las redes uno se logra comunicar con conocidos, desconocidos con una rapidez impresionante. El hashtag #OcupaINSS surgió como una forma de organizar toda esa información para que desconocidos se pudieran comunicar”, dice Chamorro Elizondo, quien agrega que el movimiento surgió de forma espontáneo, “sin dirección ni objetivos propios, más que acompañar a esos viejitos”.
Chamorro Elizondo agrega que si bien es cierto que actualmente no hay un movimiento constituido como tal, la gran mayoría de los que en algún momento participaron en #OcupaINSS “que vivieron la solidaridad desbordante y el sentido de pertenencia que produce sentirte parte de una causa (…) va a marcar lo que cada uno de nosotros decida hacer en el futuro, particularmente para seguir apoyando las demandas sociales justas de la población nicaragüense”.
ORTEGUISMO TEME A LA UNIDAD
Una de las jóvenes que participó en la organización, y que prefiere omitir su nombre por temor a represalias con sus familiares, señala que lo primero fue abastecer a los adultos mayores y quizá fueron ingenuos en no prever que iba a pasar lo que pasó, ya que hubo algunos movimientos extraños horas antes del ataque y desde el miércoles 18 la Policía estaba apresando a algunos jóvenes a quienes torturó psicológicamente y luego los soltaron.
Si de algo está clara ahora Espinoza es de la fuerza que hace la unión y del temor que el Gobierno orteguista le tiene a eso. “Cuando nos unimos sin diferenciarnos de dónde venimos, cuánto tenemos, qué estudiamos, lo importante es unirse, éramos pocos, pero si eso les hizo actuar de esa forma quiere decir que hay un miedo a esa unión”.
Chamorro Elizondo agrega que el movimiento “no está definido por la violencia que se vivió ni por la denuncia de las agresiones, sino por el acercamiento que existió entre jóvenes universitarios, profesionales y adultos mayores. Juntos, estos grupos lograron demostrar que las demandas sociales justas deben y pueden ser defendidas en nuestro país, a pesar de las distintas tácticas represivas que el Estado pueda usar en contra de los ciudadanos”.
“Nosotros no nacimos como una organización para derrocar gobierno ni para presentarnos como grupo opositor”, señala una de las jóvenes que incluso recuerda que trataron de mantener largo a los políticos que se acercaron y describe al movimiento como un grupo que se movió por un sentimiento.
“Un día me sentí tan grande y al otro tan chiquita, porque tenían el control de todo, fue con recursos de la Alcaldía, con la Policía de frente ( ) el sentimiento que aún tengo es que tienen demasiado poder y están creando odio en la población. ¿Qué odio están creando, para que sean capaces de hacer eso?”, se pregunta Laura Espinoza.
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