Sería una falacia decir que, con el encarcelamiento durante varios días de más de 40 campesinos que fueron brutalmente golpeados en los tranques de El Tule y Rivas en la víspera de Navidad y con unos 16 policías heridos en los hospitales, como resultado de las batallas campales entre la Policía y los campesinos que protestaban contra el Canal, Nicaragua vivió una Feliz Navidad 2014.
También sería una falacia decir que, con este preámbulo teñido de sangre, en el nuevo año 2015 las cosas van a ser mejor, ahora que oficialmente ya han “iniciado las obras preliminares del Gran Canal” y Wang Jing ha asegurado que a los campesinos se les pagarán sus propiedades que no están a la venta “de acuerdo con las leyes de Nicaragua” y con el principio de justicia y valor de mercado.
Lamentablemente y viendo las cosas con la objetividad de un observador desde fuera del país, donde me encuentro ahora, no puedo anticipar que de pronto “todo será mejor” como decía el lema de campaña del FSLN en 1990, año en que perdió las elecciones porque la inmensa mayoría de los nicaragüenses no pensaban que con ellos “todo sería mejor”.
Según el anuncio hecho por la directora de la Policía Nacional, Aminta Granera, los seis dirigentes del “Consejo Nacional en Defensa de la Tierra, el Lago y la Soberanía Nacional” serían remitidos a los tribunales y acusados por varios delitos, entre otros por haber violentado el derecho de movilización ciudadana y por el supuesto intento, o más bien amenaza, de quemar una pipa de combustible en el tranque. Pero por la presión de la sociedad tuvo que dejarlos en libertad.
Cuando el general Humberto Ortega estaba al frente del “Ejército Popular Sandinista” amenazó una vez que harían falta árboles y postes de luz para colgar a los “burgueses reaccionarios”, en caso de producirse una invasión norteamericana. Sin embargo, por esa amenaza de lesa humanidad, una masacre nunca antes vista en Nicaragua, el general Ortega nunca fue sancionado, ya no digamos apresado, juzgado y condenado.
Ahora se ha querido condenar al dirigente Octavio Ortega Arana por un delito que no cometió, porque aunque lo hubiera dicho, lo que no sabemos si es cierto, hay un refrán que dice: “Del dicho al hecho hay mucho trecho”.
Cierto que algunos policías salieron golpeados en la batalla campal que se armó en el tranque de El Tule, pero ellos iniciaron una operación violenta de desalojo, utilizando armas de guerra, aunque fuera con balas de goma y los campesinos se defendieron con garrotes, es decir defendieron su integridad física. Ya hemos comprobado sobradamente en las páginas de nuestra historia, que la violencia siempre será el caldo de más violencia.
Si el Gobierno quería iniciar el año 2015 con presos políticos, porque eso es lo que realmente eran, de poco servirían factores económicos favorables para alimentar la economía en este año nuevo que comienza mañana, tales como el desplome mundial de los precios del petróleo, con la consecuente reducción del precio de los combustibles, la carga inflacionaria de la canasta básica y la posible reducción de la tarifa de energía eléctrica, que necesariamente debe revisarse a la luz de los precios del petróleo.
Aparte que la detención de estos dirigentes es totalmente ilegal, porque los tuvieron varios días en prisión sin haber sido puestos a la orden de un juez, la salud de Octavio Ortega Arana, el líder más visible desde que se iniciaron las protestas, ha sido motivo de seria preocupación para los organismos de derechos humanos.
Celebro que hubiera tantas voces de los organismos de derechos humanos y de los ciudadanos nicaragüenses demandando su libertad inmediata y la de los otros reos políticos que fueron ilegalmente detenidos. Sin esa presión no los habrían dejado en libertad.
Uno de los campesinos liberados que vio a Octavio Ortega en la cárcel describió su estado de la siguiente manera: “Antes que me dejaran en libertad, yo estuve en la celda donde estaba detenido Octavio allá en El Chipote, y me rompió el alma ver cómo tenían a ese hombre, era un Cristo, todo maltratado, con una costilla fracturada, un brazo fracturado, tenía sangre en la cara de una herida que le hicieron en la ceja izquierda, y estaba ardiendo en calentura”.
El autor es diputado de la bancada del PLI.