Un día como hoy, hace 44 años, el pelotero puertorriqueño de Grandes Ligas, Roberto Clemente, se subía a un avión para llevar ayuda a los damnificados del terremoto de Managua. No lo logró, el avión en el que viajaba se estrelló en el mar. Sería la tercera visita del pelotero a Nicaragua. La primera fue en 1964 y la segunda, en noviembre de 1972, para el Campeonato Mundial de Beisbol, al que había llegado como entrenador del equipo de Puerto Rico. En esa ocasión y apenas un mes y medio antes de su muerte, dio una entrevista a LA PRENSA.
A continuación reproducimos el texto publicado el 15 de noviembre de 1972 y escrito por el cronista deportivo Edgar Tijerino.
Roberto Clemente, el orgullo boricua
Roberto Clemente ha sido un tema generoso para la crónica deportiva de los Estados Unidos y de Latinoamérica. Las principales publicaciones del norte le han dedicado excepcionales escritos al interesante personaje que late dentro de la franela del puertorriqueño, que juega para los Piratas de Pittsburgh.
Este hombre que tengo frente a mí, de rasgos finos, tez morena, mirada inquieta y sonrisa ancha ha agotado los superlativos y calificativos de todas las plumas deportivas que escriben de béisbol. Ha logrado tantas columnas en la prensa, que su nombre será legendario y sus hazañas serán recordadas en todos los tiempos.
Llegó a convertirse en el mejor bateador latino de la historia. En 18 años de actividad en las Grandes Ligas ha logrado almacenar un porcentaje lujoso, obteniendo 4 campeonatos de bateo (1961,64, 65 y 67). Con su bate ha doblegado a los más grandes lanzadores de las mayores, incluidos el propi Koufax, los ha hecho humildes, los ha obligado a rendirse ante su absoluta primacía como bateador terriblemente eficaz.
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Su vida es un cuaderno luminoso que tiene un libreto en cada ángulo de su rica existencia de hombre popular y afortunado. Pero lo que más hay de inédito en su paso por el mundo, es su concepto filosófico de las cosas. Es una filosofía que contiene buen humor, alegría y un pasmoso sentido de la realidad.
Los hombres que escalan posiciones elevadas desde una raíz humilde, suelen graduarse en uno de dos grupos: los que pierden noción de la distancia y de las jerarquías humanas sobreestimándose y convirtiéndose en miembros del snobismo y de las petulancia y los que extraen un jugoso dividendo de las fascinante experiencia de elevarse de la nada a la cumbre sin perder las tablas. Clemente pertenece a este segundo grupo pero ha conquistado un laurel más, los cronistas se divierten de lo lindo cuando conversan con el boricua. Su anecdotario es un rico hilón de filosofía con veta humorística.
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Habla el hermano del bate
“Es la primera vez que dirijo una selección representativa de mi país, y eso me satisface enormemente. Anteriormente había dirigido al San Juan de la Liga Profesional, pero me encanta comandar una escuadra amateur y sobre todo en un Campeonato Mundial, en el que espero, tengamos un buen rendimiento”.
¿A qué causas le atribuyes el fracaso pirata en la serie semifinal contra los Rojos?
-Mira, en primer lugar yo no considero fracaso caer ante un equipo como los Rojos luego de una lucha cerrada. Lo que desnivela es el factor suerte. Estuvimos a sólo tres outs de la victoria y el Cincinnati logró vencernos.
-El Cinci nos ganó bien, no tenemos objeciones, pero yo insisto en que nuestro equipo es tremendo. Los Rojos cayeron ante el Oakland, un club joven y muy bueno en la Serie Mundial. Le pasó lo que le sucede a algunos boxeadores, le ganan al más fuerte y después tienen otro encuentro ante un púgil bueno pero no tan duro, y son derrotados.
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“Oakland ganó con justicia. Demostraron que cuando un equipo es un equipo de verdad no depende fundamentalmente de un hombre. A ellos les faltó Reggie Jackson y se desenvolvieron muy bien. Al final, al Cincinnati le faltó vitalidad y perdió”.
¿A qué se debe la baja de Stargell en las Series cruciales?
-Eso es difícil de explicar, Stargell es un bateador feroz, inició bien la serie contra los Rojos bateando un doble de línea contra la pared del jardín derecho, pero luego decreció al igual que el año pasado. Sinceramente no sé qué le sucede al final de la campaña.
A nosotros nos perjudicó la hora en que estábamos jugando, era un poco difícil conectar pese a que se jugaba temprano. Una vez cuando Pete Rose le pegó tres hits a nuestros lanzadores, me le acerqué y le dije: oye, tú cómo hiciste para darle a la pelota, si no se ve.
-Aparte e estos bajones, Stargell es Stargell, un hombre de grandes facultades.
¿Cuál ha sido el mejor equipo Pirata que has integrado?
-A cada equipo hay que analizarlo por años. Por ejemplo, no podemos establecer comparaciones entre los Piratas de 1960 y los de 1971. Yo estuve en los dos equipos y por lo tanto viví las dos épocas. En ese entonces se jugaba un béisbol diferente.
-Hoy hay más lucha, antes sólo peleábamos con dos equipos destacados: el San Luis y los Dodgers. Hoy la liga está más pareja, Chicago, San Francisco, Atlanta, Mets, Cincinnati, San Luis, Los Ángeles, todos son rivales equilibrados.
-Digo que a los equipos hay que analizarlos por años. Precisamente este año, yo considero que ganamos el cetro mundial. El pitcheo estuvo más sólido, se bateó bien y fildeando se obtuvo un rendimiento muy bueno, sin embargo al final nos quedamos.
¿Crees que aunque Aaron rompa el récord de Ruth, nunca podrá alcanzar su grandeza?
-Te voy a explicar. Ruth es un ídolo. Cuando Maris rompió su marca de 60 jonrones, se comenzó a decir que había jugado más juegos y otras cosas, el asunto era desvalorizar la hazaña de Maris. Ahora con Aaron está ocurriendo lo mismo se está hablando de más turnos al bate y de muchos otros factores, pero los que argumentan esto se olvidan que Ruth conectó un alto número de jonrones en Yankee Stadium con vallas situadas a menos de 300 pies por las rayas, que en ese tiempo los recursos de los lanzadores eran menos variados. Con 3 y 2 todo pitcher venía con recta, ahora no, se usa la curva y sus variaciones. El tecnicismo se impone y el bateo se hace cada que pasa, un arte más difícil.
-Creo que el pelotero de hoy sabe más que el de antes, la técnica es distinta. Yo no pretendo deteriorar la imagen de Babe Ruth, fue un pelotero sensacional y lo hubiera sido en cualquier época, pero no estoy de acuerdo en que todos los cronistas se preocupen porque no se rompa se récord y pretendan subestimar a los demás.
-El asunto de romper legitimarte el récord de Ruth es indiscutible, lo ideal sería que todos los parques tuvieran las mismas dimensiones, que la pelota corriera con igual velocidad y por último que fueran cerrados como el Astrodome, para que todos los bateadores actuarán en condiciones iguales.
¿Es la Liga Nacional más fuerte que la Americana?
Sinceramente creo que sí. Por ejemplo, en el último All Star team, la Liga Americana solo logró situar un par de hombres, y ambos recibidos de la Liga Nacional.
-Frank Robinson se marchó a la Liga Americana en decadencia y llegó a ganar la triple corona. Así como Robinson hay muchos ejemplos. Claro hay sus excepciones, pero en la mayoría de los casos, los elementos de la Liga Nacional prevalecen en la Americana, no así los de la Americana en la Nacional. Ahora mismo, Robinson fracasó en su retorno a la Liga Nacional.
Marichal, mejor que Koufax
-La prensa norteamericana estimula poco a los latinos. Ellos tienen abierta preferencia por los norteamericanos. Jugadores mediocres reciben una inmensa publicidad, mientras que verdaderos astros no son destacados como se merece.
Nadie me puede enseñar un pitcher mejor que Marichal tiene una regularidad notable, es un pitcher de siempre.
¿Y Koufax?
-Koufax fue un pitcher de unos 5 años pero Marichal tiene una regularidad notable, es un pitcher de siempre.
¿Es cierto que te caracterizas por ser un bateador de bolas malas de las mayores?
-Falso, la bola buena es la que uno batea, y la mala es a la que no le pega. Los strikes que uno no batea son pelotas malas, y las bolas que van fuera de la zona de strike pero que se les pega bien, esas son bolas buenas para batear.
-Yo no bateo bolas malas, yo bateo bolas buenas para pegarles, de ahí los porcentajes sean buenos.
Conservar con Clemente es algo de nunca acabar, vale la pena hacerlo, pero el espacio nos ahoga. Allí frente a nosotros estaba el fildeador increíble, el hombre que aparece en los jardines como una sombra fantasmal capaz de agarrar todas las bolas, en las formas menos previsibles. El bateador infalible que todo lo intuye, que no se equivoca nunca, el corredor veloz que sabe robarle tiempo al tiempo. El jugador más completo que ha producido Latinoamérica en todos los tiempos, el manager lujoso del pujante seleccionado boricua.
