Mercedes Valenzuela trabaja para una empresa desarrolladora de proyectos habitacionales a nivel nacional. Es asistente contable desde hace cinco años y afirma que nunca, desde que ingresó al mercado laboral, había sentido tanta incertidumbre como en 2018. Su estabilidad económica es incierta. Ante la paralización de varios proyectos en la empresa, duda sobre el futuro de su empleo, del cual depende su familia integrada por cuatro personas.
Desde que estalló la crisis sociopolítica en abril de este año, Valenzuela ha observado con profundo temor cómo a medida que han transcurrido los meses de convulsión política la compañía reduce su personal y además ha frenado la inversión planificada para este año y el 2019. Su aguinaldo lo ahorró por completo para afrontar la posibilidad de perder su empleo el próximo año. Tiene muchas dudas.
Y es que si hay un contagio que debe evitar cualquier economía en el mundo para permanecer saludable y en crecimiento se llama incertidumbre. Esto es precisamente lo que 2018 hereda a 2019, una economía devastada no solo por la crisis sociopolítica que estalló hace nueve meses sino también acechada por mayores riesgos y dudas sobre el rumbo de Nicaragua, situación que ha socavado los principales motores del crecimiento de la última década.
La economía nicaragüense se encuentra atrapada en una de las mayores crisis política de los últimos cuarenta años, cuya salida aún no se vislumbra en el horizonte y mucho menos nadie se atreve a pronosticar cómo acabará. Tras la carnicería humana que el régimen de Daniel Ortega desató en la multitudinaria marcha del Día de las Madre, el 30 de mayo, la influyente revista británica The Economist advirtió: “El precio de deshacerse del señor Ortega esta vez será aún mayor” que en 1990.
Lea además: Empresa privada debe presionar más a Daniel Ortega, asegura Félix Maradiaga
Lo único cierto ahora es que la economía en 2018 habrá transitado del crecimiento sostenido a la recesión y va de camino a la depresión. El propio régimen en sus proyecciones macroeconómicas recogidas en el Presupuesto General de la República 2019 indica que el Producto Interno Bruto habrá caído este año cuatro por ciento, una estimación avalada por su propio “asesor de confianza”, el Fondo Monetario Internacional.
“Las fluctuaciones en la actividad económica son resultado de la incertidumbre de los consumidores e inversionistas y la percepción de inseguridad en diferentes ciudades del país”, advirtió la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides) en un análisis divulgado en octubre pasado.
Más desempleo y pobreza
El rostro más visible de los estragos de la crisis en la economía y por ende en el bienestar de los nicaragüenses ha sido el creciente desempleo. Funides prevé que más de 453 mil puestos de trabajo fueron destruidos y de esos al menos 137 mil personas no están generando ingresos, es decir están en el desempleo.
Los pronósticos para el próximo año son menos alentadores, al menos eso es lo que indican las proyecciones oficiales sobre el comportamiento de la cartera de afiliados al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social en 2019. Se prevé que el número de asegurados descienda en 65,026 personas, al pasar de 821,265 a 756,239 afiliados.
Con ello, en 2019 se habrá acumulado desde 2017 una reducción de 157,910 personas fuera del sistema de Seguridad Social. El año pasado, el instituto contaba con 914,209 cotizantes.
Esa situación será consecuencia de los estragos que la actual crisis sociopolítica ocasionó este año casi por parejo en las principales actividades económicas. El turismo, la construcción, el comercio y el Sistema Financiero Nacional son los más debilitados por la crisis y son clave en la generación de empleo.
“Existen alrededor de 1.4 millones de personas que, aunque no son pobres, están en riesgo de caer en situación de pobreza si llegan a perder su empleo o si su ingreso se reduce el próximo año”, señaló Funides en su análisis.
En la creación de empleos la inversión extrajera también es un componente fundamental. El aumento del riesgo país por la crisis y la falta de una salida negociada a esta habría provocado que al menos 750 millones de dólares se perdieran este año, situación que se agrava por el desplome de la inversión nacional.
De hecho el próximo año se prevé que la mayoría de los sectores económicos reduzcan entre veinte y cincuenta por ciento la inversión en edificaciones u otras obras de infraestructura, todo esto en detrimento del empleo y por ende de la producción nacional.
Le puede interesar: Así te contamos el tercer paro nacional de 24 horas en Nicaragua
En paralelo a estos estragos, el Sistema Financiero Nacional ha tenido que restringir el crédito dada la fuga masiva de depósitos, que hasta noviembre equivalía a 1,333 millones de dólares, en su mayoría depósitos en moneda extranjera.
La banca, según cifras de Funides, debió frenar este año la entrega de al menos 452 millones de dólares para hacer frente a la fuga de dinero del público, principalmente por parte de los grandes ahorrantes que ante la inestabilidad política han optado por sacar del país sus capitales y resguardarlos en el exterior.
La falta de financiamiento en las actividades económicas han forzado a sectores como el de distribución de vehículos y otros automotores a cerrar sus sucursales y con alta probabilidades de desaparecer en los próximos meses si no se haya una salida negociada a la crisis política actual. La venta de vivienda, que por años gozó de buena saludad, así como el desplome en la actividad turística y construcción han agudizado la recesión económica.
Caída de reservas internacionales
Asimismo, como un efecto dominó en los indicadores macroeconómicos la salida de dinero en el Sistema Financiero Nacional provocó una caída casi sin precedentes en las Reservas Internacionales Brutas (RIB), que hasta el 30 de noviembre de este año habían perdido 720 millones de dólares en relación con abril pasado, cuando estalló la crisis.
En abril Nicaragua tenía en Reservas Brutas Internacionales 2,970.2 millones de dólares y hasta finales de noviembre se ubicaba en 2,250.6 millones de dólares, según cifras del Banco Central.
Esta situación también ha aumentado la presión sobre la estabilidad del córdoba, lo que ha levantado la alerta de una posible devaluación de la moneda, aunque el Banco Central ha afirmado que aún existen reservas para asegurar que eso no pase.
Dado el impacto de la crisis sobre los indicadores económicos y las finanzas públicas, todas las agencias calificadoras de riesgo han rebajado la nota a la deuda soberana y han alertado de creíbles riesgos sobre la economía en 2019 por el impacto que tendrá la aprobación y puesta en vigencia de la Nica Act, una ley que busca frenar el acceso a las ventanillas de financiamiento de los organismos multilaterales al régimen de Daniel Ortega mientras no respete los derechos humanos y retorne al país a la democracia e institucionalidad.
Cae recaudación
Ante la contracción de la gran mayoría de las actividades económicas y el consumo nacional, como consecuencia de la crisis política, la recaudación de impuestos se vino abajo, lo que ocasionó que en agosto el Ejecutivo impulsara un histórico recorte del Presupuesto General de la República 2018, situación que se vio empeorada por menores ingresos de donaciones.
La caída de la recaudación y menores ingresos de donaciones y préstamos externos provocó que el déficit pasara de 2,928.7 millones de córdobas a 5,109.3 millones, es decir un aumento de 74.5 por ciento. Esta misma tendencia se mantuvo en el Presupuesto General de la República 2019.
Para hacer frente a menores disponibilidades de dinero, el régimen se vio forzado a recortar del gasto de inversión pública unos 4,018 millones de córdobas.
El tijeretazo que hasta en 2019 se mantiene, dañó a decenas de proyectos en el sector salud, educación e infraestructura, así como las transferencias a las municipalidades.
Le puede interesar: Upanic denuncia que 5,396 manzanas de tierra siguen invadidas
Y aunque en un principio la creciente violencia hizo temer un aumento indiscriminado en los precios a nivel nacional, el Banco Central optó por extraer más de cuatro mil millones de córdobas, lo que ha permitido mantener controlada la inflación, que es uno de los peores cánceres de una economía. Hasta noviembre, este indicador se ubicó en 3.24 por ciento.
INSS, una crisis sin salida
Además de recobrar la confianza y certidumbre entre los agentes económicos para retornar al crecimiento, el próximo año garantizar la sostenibilidad financiera del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social es uno de los grandes retos económicos.
La fallida reforma que se aplicó en abril y que luego tuvo que ser retirada por el régimen de Daniel Ortega, agudizó aún más la crisis financiera del instituto que cierra su sexto año consecutivo en déficit. Las previsiones oficiales apuntan a un déficit global este año de 5,674 millones de córdobas, superior a los 2,118 millones de córdobas el año pasado. En 2019 se pronostica en 8,771 millones de córdobas.
Lea: Reforma al INSS desnuda crisis del modelo de consenso y diálogo entre Gobierno y Cosep
Fin del modelo de diálogo
El aumento del riesgo país y la incertidumbre se vieron agravados este año por las medidas represivas que el régimen de Daniel Ortega desató contra el sector privado, principalmente el que está representado por el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), que tras casi diez años de alianza con la dictadura rompió el polémico modelo de consenso y diálogo.
Ante la decisión de la empresa privada de sumarse a la demanda de la población de democracia, que pasa por elecciones adelantadas, el régimen reaccionó con violencia y envió a saquear en abrir locales comerciales y además revivió el horror de las confiscaciones de los años ochenta.
En represalia el régimen mantiene ocupadas ilegalmente 32 propiedades en siete departamentos del país, para un total de 5,396 manzanas invadidas.
Además el régimen amenaza en 2019 con impulsar una reforma fiscal que quitará masivamente exoneraciones y exenciones para recuperar las pérdidas que provocó lo que llama un intento de golpe de Estado fallido.
