LA PRENSA ha nombrado personaje del año 2018 al pueblo de Nicaragua, a todos los nicaragüenses que han participado y han apoyado la rebelión cívica que cambió el curso de la historia nacional.
Es imposible mencionar a todas las personas que se han destacado en la rebelión cívica, en la lucha por la libertad, la democracia y la justicia, muchas de las cuales fueron asesinadas, o se fueron al exilio, o son perseguidas, o están en la cárcel y son sometidas a los juicios de odio y venganza de la dictadura.
El personaje del año 2018 en Nicaragua es el pueblo, porque fue el organizador y protagonista de la rebelión cívica; una movilización autoconvocada, en la que no hubo liderazgo de ninguna persona en particular ni de partido político o movimiento social.
Lo que ocurrió fue extraordinario, la gente se cansó de la brutalidad represiva del régimen autoritario, de la arbitrariedad del poder, de la desmedida corrupción oficial, de la negación de las libertades individuales y públicas, de la destrucción de la institucionalidad democrática y la violación de los derechos humanos.
La gente se lanzó a las calles sin que nadie la convocara y se atrincheró en los tranques, desarrollando una gran movilización popular que tenía claros objetivos democráticos a pesar de que su liderazgo era espontáneo y colectivo.
Algunos críticos aseguran que la rebelión cívica no triunfó por falta de organización y de liderazgo individual.
Aseguran que si la insurrección popular hubiera tenido un líder de reconocida capacidad e influencia política y social, Daniel Ortega lo habría respetado y accedido a negociar con él una solución de la crisis. Inclusive inventaron que el dictador estaba dispuesto a adelantar las elecciones, pero la falta de liderazgo de la Alianza Cívica impidió aprovechar esa oportunidad.
Pero eso es fantasía política. No fue por falta de liderazgo individual que la insurrección cívica del pueblo no pudo triunfar. Fue porque el Ejército permaneció leal a la dictadura, le dio la espalda al pueblo, no cumplió su deber constitucional de defender la soberanía nacional que reside en el pueblo. Como demuestra la experiencia internacional, ninguna insurrección popular pacífica puede triunfar si el Ejército no se pone del lado del pueblo.
Precisamente porque la rebelión popular fue autoconvocada, sin planificación ni liderazgo de nadie en particular, la dictadura de Ortega no ha podido convencer a la comunidad internacional con su cuento de que en Nicaragua hubo un intento de golpe de Estado, organizado y financiado por Estados Unidos (EE. UU.).
La verdad es que en la rebelión pacífica muchos nicaragüenses tuvieron una participación relevante, tanto en las manifestaciones callejeras como en los tranques y en el Diálogo Nacional, que mediaron los obispos pero fracasó por la intransigencia de la dictadura.
Fueron tantos los nicaragüenses destacados que no es posible nombrar a uno en particular como la persona del año. Es todo el pueblo digno y heroico de Nicaragua, en su conjunto, el gran personaje del año 2018.