Los refugiados creen que algún día podrán volver. Es el mismo sentimiento en todos los sitios de refugio, adonde los nicaragüenses viven mientras tanto

Así viven los nicaragüenses exiliados en Costa Rica
Jueves 28, Marzo 2019

Los refugiados creen que algún día podrán volver. Es el mismo sentimiento en todos los sitios de refugio, adonde los nicaragüenses viven mientras tanto. LA PRENSA/J. Flores

Los exiliados comparten las habitaciones en las casas de refugio y, pese a estar lejos, no olvidan su país. Una bandera de Nicaragua colgada en la pared se los recuerda. LA PRENSA/ARCHIVO

Por las noches un grupo de refugiados se reúnen en la sala de una casa que se encuentra en una zona de clase media baja para conversar. La tertulia a veces está acompañada de una guitarra. LAPRENSA/J.FLORES

Muchos refugiados se encuentran en estas casas por el apoyo de la Fundación Juntos somos un volcán, creada en mayo de 2018 y dirigida por el nicaragüense Celso Canelo, quien busca recursos para brindar asistencia humanitaria y social a los exiliados. LAPRENSA/J.FLORES

Según la Dirección General de Migración y Extranjería de Costa Rica en 2018 recibieron 23,138 solicitudes de refugio. El año anterior apenas fueron 67. LAPRENSA/J.FLORES

En otra casa de refugio, que mide cinco metros de ancho por tres de largo, viven al menos diez personas. Seis personas duermen en colchonetas en el piso. El resto lo hace en la sala, uno sobre el sofá y los otros tres en el piso de madera. LA PRENSA/J. Flores

En la capital costarricense hay otra casa de refugio con más espacio. Es un caserón, no por lujoso sino por lo grande. En esa casa viven cincuenta personas y a veces, solo a veces, logran comer todos. LA PRENSA/J. Flores

Si sobra algo de estos granos básicos ahumados, es repartido entre los hombres adultos. Si no, toca ir a la cama con el estómago vacío. LA PRENSA/J. Flores

En esta casa los refugiados tienen roles y responsabilidades que deben cumplir todos los que viven, entre ellas limpiar los baños, lavar la ropa, cocinar, limpiar la casa. LA PRENSA/J. Flores
