Han pasado ya dos años de ardua lucha por conseguir el respeto a nuestros derechos fundamentales y manifestar nuestro rechazo categórico a la dictadura impuesta por Ortega y su familia. Una lucha por la libertad que ha costado tantas valiosas vidas y tanto sufrimiento para la familia nicaragüense.
Y aunque nos cueste revivir y vivir estos hechos, debemos mantener con valentía la memoria de lo sucedido desde aquel 18 de abril, y desde muchos años antes en las montañas de Nicaragua… porque también debemos decirlo y recordarlo. Debemos recordar los motivos que nos impulsaron a alzar nuestra voz, a manifestarnos en las calles de manera tan masiva, tan unida, tan esperanzada y tan determinada a ponerle fin a esta dictadura brutal.
Recordamos especialmente a los Mártires de Abril que dieron su vida para que nuestros hijos e hijas puedan vivir en un país con oportunidades para lograr mayor equidad y con el desarrollo político suficiente para que la protesta cívica sea un derecho en la búsqueda de los cambios de fondo que requiere nuestra sociedad.
Debemos recordar a nuestras presas y presos políticos, que han demostrado el temple de nuestro pueblo y nos han dado ejemplo de coraje inquebrantable, aún cuando la desesperanza pueda alcanzarnos. Todas estas familias que sufren especialmente, nos dan la fuerza para no claudicar jamás.
Organizaciones, dentro y fuera de nuestro país, estamos promoviendo diferentes formas de conmemoración y debemos sentirnos agradecidos por eso. Porque aunque a veces las demandas parecen estancadas al no estar en las calles masivamente, aun cuando no estemos de acuerdo en todas las estrategias, en esta etapa del camino hacia la nueva Nicaragua, en todo los espacios nos hemos concentrado en mejorar la organización, la unidad, los consensos y la incidencia internacional para avanzar más rápido en la salida del régimen.
El sacrificio del pueblo de Nicaragua no será en vano. Estamos determinados a acabar con una dictadura rechazada por la mayoría de la población y sin credibilidad internacional. Su aferramiento al poder por la fuerza bruta es insostenible. Tienen miedo y por eso mantienen e incrementan la represión, como ahora en Ometepe y otras partes del país. ¡Es muy duro¡ Pero tenemos que resistir y persistir en nuestro grito de Abril 18: ¡Que se vayan ya!
Nuestra protesta sigue viva en el arte, en la música y en la creatividad para reinventarla bajo la represión. Pero también en la rebeldía para desacatar las directrices criminales del régimen de Ortega frente a la pandemia. Hoy, resistir es proteger nuestras vidas de manera solidaria y reforzar la unidad alrededor del grito popular de Abril 18: ¡Basta ya! y ¡Que se vayan!
La autora es miembro del Consejo Político de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB).