“En un día logré ver tres entierros, eso fue la semana pasada. Vi que entraron unos carros fúnebres sin gente ni flores ni nada, de un solo entraron a enterrar. Cuando es ese tipo de entierro no nos compran flores, pasan de viaje”, cuenta un vendedor de flores de los alrededores del Cementerio Oriental, ubicado en Managua.
En Nicaragua son cada vez más frecuentes los entierros solitarios, no son casos aislados. El pasado 29 de abril un hombre de 58 años que trabajaba en el aeropuerto y murió en el hospital Monte España fue llevado directamente del hospital al Cementerio Oriental. Lo mismo ocurrió con Ernesto Bone, de 57 años, enterrado este sábado 9 de mayo. Sus familiares denunciaron que las autoridades, que les dijeron que lo enterraran de inmediato, están ocultando los casos de Covid-19 en el país.
Ninguno de los casos anteriores ha sido incluido en el registro de coronavirus del Minsa, que asegura que la cifra de casos en el país es de 16 y cinco muertes. Ambos han sido diagnosticados como neumonía. El Minsa lleva seis días consecutivos sin brindar reportes del avance de la pandemia en el país.
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En las últimas semanas, en diversas partes del país, se ha denunciado entierros de noche, entierros sin familiares. Los familiares de las víctimas no entienden por qué los obligan a enterrarlos de inmediato y no permiten que ningún familiar asista a los funerales si, al menos oficialmente, no se trata de coronavirus.
“Si usted se quedara algún día durante todo el día por esta zona del cementerio, comprobara eso que le estoy diciendo”, dice el vendedor de flores que cuenta que en la última semana ha visto al menos tres entierros solitarios.
Cuando inició la pandemia, el Ministerio de Salud estableció un protocolo para enterrar a quienes murieran de Covid-19: sin vela, ni funeral y serían enterrados inmediatamente. Deben ser entregados en ataúdes sellados.
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Silencio total
En el Cementerio General, ubicado en el populoso barrio Monseñor Lezcano, nadie quiere hablar. Tienen miedo. “Mire, dicen que han habido (entierros nocturnos), pero yo no puedo decir nada, no quiero tener problemas”, dice un sepulturero. De inmediato toma un balde que carga y una cuerda también, y sigue su camino.
“Bueno, la verdad no he visto con mis propios ojos esos entierros que dicen que aquí ha habido en este cementerio. Solo escucho comentarios. Lo que pasa que nosotros nos vamos a las cuatro de la tarde, no nos quedamos hasta la noche”, dice un vendedor de cruces de mármol, cuyo precio máximo del producto ronda los siete mil córdobas.
“Dicen que anoche (domingo) hubo dos entierros luego de las ocho de la noche, pero como le dije no lo vi yo, solo escuché comentar esta mañana que vine a vender”, cuenta.
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