Raquel Beteta, no pudo despedirse de su padre, Pablo Beteta Torres, a quien tenía dos meses de no ver y eso dice que le duele en lo más profundo de su alma. Lo mismo dice su hermano Humberto Beteta.
El pasado domingo 10 de mayo Pablo Beteta presentó fiebre, cansancio, tos, diarrea, dolor de cabeza y muscular, todos síntomas relacionados al Covid- 19. Seis días después, este sábado 16 de mayo falleció en el Hospital Fernando Vélez Paiz de Managua. Los médicos les dijeron que falleció a causa de una obstrucción pulmonar severa y de un paro respiratorio. Les explicaron que por su mal estado de salud, lo tuvieron que intubar. Pero de nada sirvió.
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El hombre de 52 años, inicialmente asistió al centro de salud del barrio Andrés Castro, donde residía y luego fue transferido al Vélez Paiz. Él examen médico para determinar si era portador del Covid-19 nunca le fue realizado antes de internarlo y sus familiares desconocen si era eso lo que tenía. “Nos dijeron que no se podía realizar, no encuentro una lógica, mi padre llevaba todos los síntomas del virus. El doctor me hizo un comentario, me dijo que no se puede ocultar lo que está pasando en Nicaragua, pero que esas son las indicaciones y ellos debían obedecerlas”, denunció Humberto Beteta.
Pulmones dañados
Agregó que en una radiografía que le practicaron a su padre, los pulmones le salían dañados y que eso, les genera más dudas sobre su muerte. Los hermanos Beteta no creen en dichos resultados y piensan que su padre, quien era diabético, falleció por el virus del Covid-19 y que es posible que se haya contagiado en el centro de salud donde retiraba sus medicamentos que le ayudaban a controlar su enfermedad.
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Don Pablo, tenía en su casa de habitación una venta de gaseosas. No tuvo vela y su entierro, por orientaciones del Ministerio de Salud (Minsa), fue de manera inmediata la madrugada de este domingo 17 de mayo. Su esposa Emma Picado, su hijo Humberto y otro familiar, fueron los únicos que asistieron.
Su cuerpo fue entregado a los suyos en una bolsa plástica negra y sepultado en un ataúd sellado. Sus restos descansan en el cementerio central. Los “pantioneros”, según los denunciantes, cobraron 15 mil córdobas por hacer el hoyo y sepultarlo y no entregaron ningún tipo de recibo.
También afectados
El calvario de los Beteta, no termina ahí. Doña Emma y un hermano de don Pablo, se encuentran con similares síntomas y fueron enviados a cuarentena al igual que Humberto, quien refiere sentirse sano, pero teme más adelante desarrollar el virus y contagiar a su esposa e hijos.
“Yo pienso que este Gobierno quiere matarnos a todos. Todos estamos en la lista y lo que pretende es matarnos, porque ninguna medida está tomando… a las personas que no se han enfermado y que no se cubren y que piensan que es juego, les digo que esto es una realidad que estamos viviendo y las que sí están tomando las precauciones, les digo que cuiden de su familia, sus hijos y padres que aún los tienen. Lastimosamente aquí no hay un presidente que se preocupe por este país, lo que hay es un genocida”, se lamentó doña Raquel Beteta.