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Monseñor Rolando José Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la sede vacante de la Diócesis de Estelí. LA PRENSA/ARCHIVO

Obispo Rolando Álvarez propone a nicaragüenses un decálogo “sobre el perdón y la justicia”

"Nada ganamos y mucho perdemos los nicaragüenses si cada quien se atrinchera en sus posturas defendiéndolas como si fueran máximas verdades", expresó monseñor Álvarez, obispo de Matagalpa.

El obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, propuso a los nicaragüenses un “dodecálogo sobre el perdón y la justicia”. El sacerdote leyó los doce incisos de su propuesta al finalizar su homilía de este domingo 13 de septiembre, realizada a puertas cerradas en la catedral de la ciudad de Matagalpa, sin presencia de feligreses, y transmitida a través de las redes sociales.

“Mientras en Nicaragua no se supere la fuerza destructiva y autodestructiva del mal del odio, de la venganza o de albergar deseos de venganza, de ver al otro como enemigo y querer eliminarlo; mientras nos atropellemos unos a otros, por más esfuerzos políticos que se hagan para salir de esta crisis en que nos encontramos no solo no saldremos de ella, sino que nos iremos hundiendo en más pobreza, delincuencia, tristeza y dolor”, expresó el sacerdote.

A juicio de Álvarez, “mientras no entendamos que la fuerza regenerativa del amor es la fuerza moral por antonomasia de la que no podemos prescindir, no lograremos reconstruir nuestro país”.

“Por eso una vez más hacemos un llamado a todos los sectores de la vida nacional y en primera instancia a las autoridades públicas, por tener ellos la primera responsabilidad, a promover una cultura de paz y entendimiento”, manifestó.

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Construir y no destruir

Además, el religioso se refirió a la polarización que actualmente existe en muchos sectores de la sociedad nicaragüense. “Nada ganamos y mucho perdemos los nicaragüenses si cada quien se atrinchera en sus posturas defendiéndolas como si fueran máximas verdades”, señaló.

De hecho, dijo, “las posturas nunca le han hecho bien a los pueblos. Cada quien reconozca sus errores y pidamos disculpas si hemos ofendido. Ciertamente es lamentable ver cómo cuando figuras o líderes sociales son capaces de pedir disculpas públicas y sensatamente reconocen haberse equivocado, se arremete contra ellos como si de destruir se tratara y no de construir”.

Para Álvarez, Nicaragua seguirá un camino hacia al despeñadero “mientras no se rompa ese espiral de ataque y contraataque. “No es desapareciendo socialmente al otro como resolveremos los problemas que nos aquejan, sino aprendiendo a construir bajo la base de la memoria y la reparación”, subrayó.

“La Iglesia siente profunda compasión por cada una de las víctimas, por cada nombre que se recuerda, por cada ausente en las familias, vengan de donde vengan, sean de donde sean y procedan de donde procedan”, afirmó el obispo. “La Iglesia sufre con las familias dolientes, desconsoladas. Su sufrimientos son también de la iglesia, que mantiene el compromiso de rezar y actuar sin descanso para asegurar que el odio no reine nunca más en el corazón de los hombres, porque Dios es el dios de la paz”.

Álvarez considera que “hacer memoria de cada víctima con un corazón lleno de paz y de perdón es también levantar nuestra voz contra todo acto de injusticia y de violencia”. “Es una condena perenne de todo derramamiento de sangre inocente”, sostuvo en su homilía. “Es el grito de Abel que se eleva desde la tierra hacia el omnipotente”.

Estos son los doce puntos del “dodecálogo” propuesto por el obispo de Matagalpa:

    • Perdonar no es ignorar, sino transformar.
    • Nadie puede mejorar el mundo si el mal no es superado y el mal solo puede ser superado con el perdón. Un perdón que solo nos lo puede dar el Señor. Un perdón que no aleja el mal solo con palabras, sino que lo transforma realmente.
    • No hay justicia sin perdón y el perdón no sustituye a la justicia
    • El perdón no significa negación del mal ni debe hacer que decaiga la denuncia de la verdad del pecado.
    • El concepto de perdón en el cristianismo hace nacer una nueva idea de justicia que no se limita a pulir, a castigar, sino que reconcilia y cura.
    • Toda ofensa entre los hombres encierra de algún modo una vulneración de la verdad y el amor.
    •  La ofensa solo puede ser superada con el perdón, no a través de la venganza.
    • El perdón solo puede ser efectivo en quien a su vez perdona.
    • No se puede presentar ante Dios quien no se ha reconciliado con el hermano. Adelantarse con un gesto de reconciliación, salir a su encuentro es una condición previa para dar culto a Dios correctamente.
    • La ofensa es una realidad , una fuerza destructiva que ha causado una destrucción que se ha de remediar. Por eso el perdón debe ser algo más que ignorar, que tratar de olvidar, la ofensa tiene que ser subsanada, reparada y así superada.
    • Los horrores de la historia se utilizan como pretexto concluyente para negar la existencia de un Dios bueno y difamar a su criatura, el hombre, presentándolo como incapaz de perdonar.
    • El amor se convierte en fuerza de salvación.

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