La dictadura dio por finalizado este 2020 en una “Nicaragua sin conflicto, en paz, buena vibra y llena de amor, alejada del odio”, según el “mensaje de Fin de Año a las familias nicaragüenses”, de la primera dama y vicepresidenta designada, Rosario Murillo este 31 de diciembre, a pesar que el país enfrenta casi tres años sumergido en una crisis sociopolítica y económica, que se agudizó aún más este año debido a la pandemia del Covid-19.
“Nuestra Nicaragua no quiere conflicto, el que ciega su alma con ambiciones, egoísmo, desprecios y traiciones probablemente está viendo un planeta o una Nicaragua con conflicto, pero nosotros no vemos una Nicaragua en conflicto. Vemos una Nicaragua que vive, que vibra, que siente, que se moviliza en paz y bien. Eso es lo que vemos y eso es lo que queremos”, expresó Murillo en su acostumbrado mensaje de mediodía a a través de los medios de comunicación oficialistas.
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En esta ocasión Murillo no lanzó sus habituales mensajes de ataques e insultos dirigidos a quienes critican al régimen de su esposo, Daniel Ortega. Sin embargo, manifestó que espera que el próximo año no se repita lo vivido en 2018, refiriéndose a las protestas ciudadanas iniciadas en abril de ese año y que la dictadura califica como “un intento de golpe de Estado”.
“Nuestra alegría está en servir y en que las familias se sientan atendidas como merecen. Aquí reina el amor, y aquí gobierna el pueblo, gracias a Dios, desde el amor, desde el sentido de paz y bienestar, el sentido común, porque el sentido común nos dice que nuestro pueblo merece lo mejor, esa es la inteligencia suprema reconocer el derecho de todos al bienestar, a la dignidad, al respeto, reconocer el deber de todos a vivir iluminados por el amor”, cita parte del mensaje de Murillo.
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“Nunca ciegos de odio, nunca cerrados por el odio porque los corazones se cierran y nunca planificando destrucción, nunca más eso ya no tiene cabida en Nicaragua, nadie en su sano juicio y en su sano corazón quiere más de lo que nos tocó terriblemente vivir en el 2018, urdido, planificado, ejecutado por quienes ya sabemos”, expresó.
La dictadura ha responsabilizado a la oposición nicaragüense de las muertes ocurridas durante el estallido de la Rebelión de Abril. Desde el inicio de las protestas masivas en 2018 que reclamaban la renuncia de Ortega, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), calcula que murieron al menos de 328 personas. Mientras que el régimen solo reconoce 200 muertes a raíz de la crisis.