La falta de atención por parte del estado a la salud mental de los nicaragüenses es evidente. Con acciones como el poco presupuesto dedicado a esta área de la salud, la nula preocupación por la realización de campañas que destruyan el estigma y el abandono a la atención pública en materia de salud mental, recibir tratamiento o terapia para los jóvenes que demuestran algún tipo de trastorno mental es casi imposible.
La adolescencia y juventud son dos etapas complejas en el plano emocional, edades llenas de decisiones, cambios emocionales y físicos que toman por sorpresa y en ocasiones, confunden; en palabras de la psicóloga Estrella Lovo, “es un proceso de muchos cambios. En la infancia tenemos recursos o referentes de protección que nos permiten conocer un mundo seguro, en la mayoría de casos. En la adolescencia y la juventud te tenés que enfrentar a esas situaciones, en mucho de los casos, solo o con muy poca información con respecto a estos cambios emocionales”.
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Agregó a ello que, la juventud es una fase en la que el ser humano se llena de expectativas, está descubriendo y entendiendo la manera en la que funciona el mundo, experimentando, comenzando a ser parte de él. Ese proceso conlleva también algunas decepciones: “la juventud es una edad en la que te creas muchas ideas e ilusiones, cuando sentís que éstas ilusiones no son accesibles o que no va a ser posible realizarlas entonces viene mucha tristeza, desilusión” expresó la psicóloga Nora Habed.
La juventud significa la recta final de la construcción de la identidad, un proceso en ocasiones confuso que es emocionalmente agotador. Sumarle a ello las responsabilidades y decisiones que se atañen y la necesidad de entender todo lo que ocurre en el entorno, tanto positivo como negativo. “Únicamente te hablan de los cambios físicos, de las responsabilidades, de lo que tenes que hacer, pero muy poco, hacen alusión del ser y como alimentar ese ser en constante cambio” comentó la doctora Lovo.
Ser joven y vivir con un trastorno mental
Según un informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Nicaragua es un país donde menos del 1% del presupuesto nacional es destinado a temas de salud mental, contar con la posibilidad de recibir una terapia psicológica es más un privilegio, que un derecho.
Alison González, una joven de 18 años que recibió durante un tiempo tratamiento para el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y ataques de ansiedad, fue diagnosticada con anorexia nerviosa, patrones de bulimia y ortorexia expresó: “aquí en Nicaragua (al menos en mi experiencia) no existe un lugar o un centro de rehabilitación para personas con mi trastorno, ni siquiera campañas, no existe absolutamente nada que haga visibilizar esta problemática”.
El informe sobre el sistema de salud mental nicaragüense realizado en el año 2006 por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) demostró que:
- En este país no existe una política o legislación sobre salud mental.
- De los gastos de salud solo el 1% está destinado a salud mental y de este, el 91% es utilizado en gastos de hospitales psiquiátricos.
- El programa del seguro social no ofrece cobertura a las patologías psiquiátricas y los problemas mentales de interés clínico.
- El acceso a medicamentos es gratuito teóricamente, sin embargo en el caso de los psicofármacos, el abastecimiento es insuficiente.
- El monitoreo y capacitación en derechos humanos es insuficiente y está limitado a la vigilancia de reclamos.
En cuanto al hospital psiquiátrico, el informe planteaba lo siguiente: cuenta con 2.98 camas por 100,000 habitantes, atiende 19 usuarios por 100,000 habitantes y no cuenta con camas para niños y adolescentes. A su vez, mencionaba que el tiempo dedicado a temas de salud mental en la formación profesional de la carrera de medicina es el 2.2% del total de horas del pensum, en la carrera de enfermeras es el 7,4%.
Solamente el 4% de los médicos de atención primaria en salud recibieron capacitación sobre temas de salud mental. Las enfermeras y otro personal de atención primaria en salud no recibieron ninguna capacitación en temas de salud mental en el año 2004.
A pesar de haber transcurrido 14 años desde la realización de este informe, en Nicaragua la situación ha mejorado vagamente, actualmente la cantidad de presupuesto nacional que es dedicado a la salud mental corresponde a 15 córdobas por cada habitante del país.
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Tema salud mental en Nicaragua
El psiquiatra Carlos Fernández mencionó que “desde 2007 el Ministerio de Salud de Nicaragua (MINSA), desarticuló el programa nacional de salud mental, el cual venia gestionándose desde 1979. Para los jóvenes no existe ningún programa específico de atención. La atención psiquiátrica y psicológica es pobre y de baja calidad, solo algunos centros de salud en Managua y algunas cabeceras departamentales tienen personal especializado. No existe un plan nacional de desarrollo de esta atención”.
Otros especialistas coinciden en que la salud mental no es tratada en Nicaragua con la importancia que este tema amerita. La psicóloga Keyling Castillo comentó: “No se le brinda la importancia que amerita, desde que vos miras que en los colegios se deberían de mantener psicólogos para orientar al estudiante, para orientar al maestro y no los tenemos; en los colegios públicos no tenes a un psicólogo, tenes a un maestro de cualquier clase dando orientación psicológica, desde ahí miras que no hay una concepción real de la importancia del psicólogo”.
La estigmatización
Acudir al psicólogo o al psiquiatra no es un comportamiento normalizado, al contrario, se cree que es algo que debe causar vergüenza y mantenerse en secreto. Martha Trujillo, docente de la materia de psicología social en la Universidad Centroamericana (UCA) opinó lo siguiente: “usted va al dentista cuando tiene un diente dañado o cuando va al dermatólogo porque tiene acné, cuando uno tiene problemas de la índole mental, no únicamente patologías, tiene que ir con una persona que sabe de eso que en este caso es el psicólogo. Ha faltado educar a la población, le educo para que vaya al pediatra o al ginecólogo, pero no para que vaya a un psicólogo”.
Esta no es una situación de la que los jóvenes estén exentos, se ven obligados a lidiar con el estigma de aquellos que piensan que su problema “no es para tanto” o que están perdiendo la cordura por asistir con un psicólogo.
Para Trujillo, que un joven cuente con la capacidad y valentía de buscar ayuda, que logré decir “necesito alguien que me enseña a lidiar con mis problemas emocionales” es un gran paso, porque significa dejar atrás los pensamientos de “¿qué dirán?” o la vergüenza que puede producirle admitir que su salud mental se encuentra dañada.
Preguntan “calladito”
“Son admirables los muchachos que se acercan y preguntan “¿Qué puedo hacer para que me mire un psicólogo?”, es un paso tremendo que puede dar una persona, aunque en la mayoría de los casos son chavalos que lo preguntan calladito, que no quieren que nadie se dé cuenta que están hablando con un psicólogo, porque los van a estigmatizar, se asume que si vas con el psicólogo tenés un problema grave.” declaró Trujillo.
Agregó que no conoce una campaña sobre salud mental. “Tenemos campañas de vacunación, campañas de cuidar el agua, contra lo zancudos pero ninguna campaña que nos invite a cuidar nuestra salud mental. Ya que no existen campañas, por ende, tampoco habrá una que junto a ella colabore a quitar ese estigma. Ni siquiera somos capaces de promover la salud mental” afirmó Trujillo.
Alto costo de terapias y medicamentos
En Nicaragua, el segundo país más pobre del continente americano, el costo de una consulta psicológica equivale al 20% del salario mínimo más bajo, según datos del 2021.
En un acompañamiento psicológico, lo ideal es mantener un seguimiento de una cita semanal, lo que quiere decir que mensualmente, una persona tendría que gastar el 80% de su salario para recibir una terapia psicológica adecuada, eso sin contar medicamentos y exámenes adicionales.
“Dependiendo del espacio socioeconómico, de la información a la que tengas acceso, hay una o varios otros tipos de atención, la población a la que yo acompaño es una población con diagnósticos, pero no seguimiento constante de los especialistas, no tienen acceso a comprar las pastillas porque son súper caras” afirmó la psicóloga Lovo.
González expresó que, desde su experiencia, los medicamentos eran extremadamente caros. Además, difíciles de encontrar, “Los medicamentos que me recetaron cuando comencé a tratar mi condición eran caros. Además, tienen que ser medicamentos buenos, no la réplica de la réplica de la réplica y aquí en Nicaragua es bastante difícil encontrar eso. Una psicóloga que tuve cuando estaba en el proceso con el psiquiatra, cobraba 35 dólares cada cita, por esta razón mis citas eran discontinuas. Eran una vez cada 15 días” dijo.
De acuerdo a la psiquiatra Fernández la escasez de medicamentos es frecuente. “El hospital psiquiátrico nunca modernizó su abasto y sigue con una lista básica obsoleta. Algunos fármacos como Decanoato de Flufenacina o Carbonato de Litio desaparecieron del mercado o su oferta es muy pobre. Los costos de antidepresivos son muy altos y no accesibles a la población”, explicó.
Además, recurrir a la atención pública no es una opción viable, un solo hospital psicosocial es insuficiente para atender un país de más de 6 millones de habitantes. Así lo confirmó, Lovo “Si van al psicosocial las citas son muy espaciadas y más que todo es una intervención en crisis, si hay una crisis lo atienden de inmediato, lo dopan, lo estabilizan y los envían para fuera porque necesitan la cama”.
En Nicaragua pocos o ningún centro de salud cuenta con un psicólogo. Este acceso es aún más imposible para quienes viven en zonas rurales. “Los fármacos son muy caros y ese es otro de los problemas porque una persona que sufre de una depresión mayor, una persona que ya tiene trastornos psicóticos y que necesita antipsicóticos, necesita medicina costosa que no está al alcance y que no es proporcionado por el sistema de salud” comentó la doctora Habed.
Scarleth Reyes aseguró que la experiencia producto de buscar ayuda psicológica gratuita, la que es proporcionada por el psiquiátrico, fue sumamente desagradable, describió el lugar como “tétrico” y agrego que la atención era pésima. Se vio obligada a costear una psicóloga privada que le llevara un seguimiento como correspondía.
Aunque hay algunas opciones gratuitas o de pago simbólico como el centro psicosocial Ignacio Martin Baró ubicado en la Universidad Centroamericana (UCA) o la Clínica Psicológica Esperanza Monge Collado, estas pequeñas fuentes de ayuda siguen siendo insuficientes para responder a las necesidades de un país entero e incluso de un departamento entero. Sin una buena atención gratuita y con una inestabilidad económica que les impide pagar una terapia, exámenes o medicamentos los jóvenes con trastornos mentales en Nicaragua ni siquiera cuentan con la posibilidad de recibir el tratamiento que necesitan.
Las consecuencias
Al igual que el no acudir al médico general cuando se está agripado tiene consecuencias directas en el estado de nuestra salud física, quienes no asisten al psicólogo para recibir el tratamiento que necesitan sufren de consecuencias directas en el desarrollo de su vida en todos los ámbitos.
“Si no se tiene el acompañamiento preciso, no hay como obtener las herramientas oportunas, vamos a tener a un joven con un sinnúmero de afectaciones, problemas emocionales que no va a saber enfrentar y esto lo va a conllevar en su caso más negativo a ideas suicidas o intentos de suicidios” explicó Castillo.
Esto también puede provocar la toma de malas decisiones como caer en adicciones con el alcohol u otro tipo de sustancias dañinas. A su vez, puede desembocar en el desarrollo de patologías y síntomas físicos que agraven aún más el estado del joven “lo que no se habla, el cuerpo lo habla” expresó Lovo.
Pequeños ataques ansiosos pueden evolucionar a un trastorno de ansiedad generalizada o a ataques de pánico. Pequeños bajones de ánimo pueden convertirse en un trastorno depresivo. Tener una baja autoestima puede transformarse en un trastorno de la alimentación. En aquello casos en los que existe una patología genética que requiere fármacos, si la persona no recibe el tratamiento adecuado, lo más probable es que su estado mental empeore con rapidez y sin detenerse.
“Si nosotros no estamos bien no logramos cumplir los objetivos en nuestra vida cotidiana como estudio, trabajo, pareja y relaciones interpersonales, familiares. Afecta en todos los niveles, hay distracción, alteraciones del sueño, muy poca capacidad de concentración, confusión, cuando tenes todo esto no puedes llevar la vida de manera correcta. Los jóvenes están arriesgando mucho su futuro” afirmó Nora Habed.
¿Cómo mejorar?
Es importante comenzar desde la educación, enseñar a los niños y niñas a normalizar la necesidad de asistir a un psicólogo y educar también a los adultos a través de las campañas de concientización. “Promoverlo desde los colegios a nivel de primaria, que sea un psicólogo graduado el que esté dando acompañamiento psicológico a los niños y a los docentes, luego trasladar eso a la secundaria y a la universidad” declaró Castillo.
Es indispensable que el estado invierta en campañas que desmitifiquen la salud mental en Nicaragua, “es necesaria una nueva mirada a la importancia de la salud mental como parte del proceso evolutivo de las personas, reconocerlo desde ahí, reconocerlo desde la importancia de que una persona sana emocionalmente también puede tomar mejores decisiones” aseguró Lovo.
A su vez resulta necesaria una mayor inversión para el hospital psicosocial y la creación de más clínicas y espacios donde las personas puedan acudir a recibir un tratamiento gratuito si no cuentan con la posibilidad económica para costearse uno.
“Necesitamos que las autoridades de salud le den un mayor interés a este tema, hasta donde yo entiendo en el MINSA no hay una dirección de salud mental si no que cada centro organiza su trabajo alrededor de salud mental partiendo de las líneas generales de salud. Lo más adecuado seria, para efectos de trabajo organizativo, que haya dos áreas. El presupuesto es bastante bajo. Hace poco se abrió una clínica de salud mental infantil, pero igual sigue siendo una clínica de referencia nacional y Managua no es Nicaragua” declaró la Docente Trujillo.
Además, es imprescindible que se invierta no solo en más atención, si no en atención de calidad. La atención psicológica o psiquiátrica en los espacios públicos debe convertirse en algo más que dos sillas, una mesa, y 45 minutos de escucha, de esta forma nacerá en la población la confianza suficiente para acudir a ella.
“El problema más grande que tenemos aquí es darle su lugar a esta faceta de la salud, lo que implica mayores recursos económicos e incluso mayor disponibilidad de plazas para los psicólogos tanto en los hospitales como en los centros de salud, en las escuelas públicas, en las empresas, tanto privadas como estatales; si queremos garantizar una buena salud mental en este país tenemos que darle al psicólogo un lugar para que esté disponible para la población” comentó Trujillo.