Cuatro presos políticos que se encuentran en la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ), conocida como el Chipote, iniciaron en septiembre una huelga de hambre para exigir, entre otras cosas, les permitan ver a sus hijos, respeto a sus derechos humanos y fin al aislamiento. Los huelguistas también piden acceso a material de lectura, un aumento al número y la duración de las visitas familiares y una mejor atención médica.
El primero en iniciar la huelga de hambre fue el cronista deportivo Miguel Mendoza, el 21 de septiembre, para pedir al régimen orteguista le permitan ver a su hija de 8 años, con quien desde hace 15 meses no tiene contacto. A esa huelga de hambre se sumó el abogado Róger Reyes, el 20 de septiembre, para exigir también que le permitan la visita de sus dos hijas, de 3 y 5 años, a quienes no ve desde hace más de un año.
Desde el 23 de septiembre, la exguerrillera Dora María Téllez también inició una huelga de hambre para demandar el fin del confinamiento y las condiciones a las que ha sido sometida, sin tener acceso a material de lectura, ni atención médica ni buena alimentación. Demanda además que le permitan firmar un poder a sus familiares para que retiren su pensión de jubilación.
Mientras que el sociólogo y economista Irving Larios se sometió desde el 24 de septiembre a huelga de hambre, para exigir respeto a sus derechos fundamentales. Larios padece de hipertensión y problemas de ácido úrico.
Pese a que declararse en huelga de hambre supone un riesgo para su salud, cuyo deterioro quedó evidenciado en agosto pasado, cuando el régimen los presentó ante sus medios de propaganda oficialistas, en unas supuestas “audiencias informativas” en los juzgados de Managua, este no se ha pronunciado al respecto ni ha cumplido con sus demandas, cuando ya han transcurrido de 13 a 8 días.
“Este régimen es más brutal que la dictadura de Somoza”
La comandante guerrillera y disidente del Frente Sandinista en el exilio, Mónica Baltodano, quien fue presa política en los tiempos de la dictadura somocista lamentó que “Dora María, Miguel Mendoza y otros reos políticos estén en huelga de hambre por reivindicación muchísimos más primarias que las que llevaron a Daniel Ortega y a su familia a hacer huelga es terrible”. “Corren riesgo de muerte si continúan”, advirtió.
A la vez sostuvo que “el régimen de brutalidad y la violación de los más elementales derechos de los presos que hace Ortega es incomparablemente más brutal y terrible del que sufrimos durante la dictadura de los Somozas”.
“Y te lo digo por experiencia porque yo estuve presa durante más de un año y a mí nunca me impidieron que mi hijo me llegara a ver a la cárcel, y cuando caí presa mi hijo no había cumplido ni 2 años”, señaló.
“Y si bien es cierto, las mujeres estábamos en la central de policía, en lo que es ahora la Ajax Delgado, las vistas nunca eran como la de La Modelo, en las que podías abrazar a tus familiares, yo me acuerdo que me escapaba de los guardias e iba a abrazar a mi hijo porque las visitas eran a través de una malla, pero nunca impidieron que los niños y que los familiares llegaran de forma regular a vernos, ni impidieron que recibiéramos comida, libros”, manifestó Baltodano.
La presa política Támara Dávila y el preso político Miguel Mora también realizaron una huelga de hambre en demanda para ver a sus hijos, y solo en esas ocasiones el régimen orteguista permitió que pudieran verlos.
La mamá de Ortega también hizo huelga de hambre
Baltodano explicó que “las huelgas de hambre es un método de lucha pacífica que se usa cuando no existen otras condiciones para evidenciar una demanda y conseguir un objetivo”.
Y su vez precisó que las huelgas de hambre en Nicaragua se generalizaron a finales de los años sesenta, y que para 1968 en el país se realizaron varias huelgas de hambre y no solamente de presos políticos, en demanda de libertad y mejores condiciones carcelarias, sino que se utilizaba como un método para conseguir reivindicaciones de carácter social, como rechazo de condena, reintegro de trabajadores de la salud o aumento presupuestario para las universidades, donde el somocismo siempre se vio obligado a cumplir.
A las madres de presos políticos también se les permitía hacer huelgas de hambre. Doña Lydia Saavedra, madre del dictador Daniel Ortega, fue partícipe de estas luchas. “Cosa que este régimen no permite”, dijo la exguerrillera en referencia a un grupo de madres de presos políticos, que a finales de 2019 iniciaron una huelga de hambre por la liberación de sus hijos, y que fueron asediadas por la Policía, lo que las llevó a permanecer varios días encerradas en la iglesia San Miguel Arcángel, de Masaya.
“O sea, la brutalidad de este régimen hasta el momento ha impedido que pueda operar la solidaridad de los familiares, porque ni siquiera permiten que los familiares hagan una manifestación de protestas ni siquiera en las iglesias”, manifestó Baltodano.
La huelga de hambre de Tomás Borge
Por su parte la directora del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), Vilma Núñez, comentó que la huelga de hambre más emblemática de esa época fue la que protagonizó Tomás Borge y Marcio Jean, en 1978, por el cese de aislamiento.
“Hay una foto histórica de Tomás Borge, flaquito, flaquito, agarrándose de la cama”, recordó Núñez, y afirma que el tratamiento de entonces era otro. “Ellos hicieron su huelga de hambre, incluso familiares entraron y les tomaron fotos”, dijo.
“Y me acuerdo las grande protestas que alrededor de la huelga de hambre hacíamos en las iglesias y la frase era ¡Y si Tomás muere!, ¡y si Marcio muere!”, rememoró Núñez.
Baltodano coincidió en que “las huelgas de hambre que hacían los presos políticos, de inmediato eran replicadas por el movimiento estudiantil, por los familiares que se iban a la Cruz Roja y hacían a su vez huelga de hambre”.
Asimismo reiteró que “en el 78 con las huelgas de hambre para que cesara el aislamiento de Tomás Borge, misma en la que se involucró el propio Tomás Borge, al final lo presentaron a la Cruz Roja, permitieron que entrara la CIDH, lo vieran, le tomara foto, cosa que no permite este régimen”.
Núñez agregó también “si había información de los verdugos de la dictadura de Somoza sobre lo que estaba ocurriendo. La situación de ellos en las cárceles, la situación de incomunicación de huelga de hambre se conocía, no es como ahora que se desconoce la situación en la que se encuentran”.
“Ortega está dispuesto a masacrar para mantenerse en el poder”
La directora del Cenidh alertó que “si estas personas continúan en huelga de hambre cualquier cosa les puede pasar”.
Núñez denunció que el régimen “está como poniendo a prueba, dejando en evidencia la irresponsabilidad y la actitud criminal, que no le importa que la gente se le muera, y se le está exponiendo deliberadamente a ese tipo de situaciones”.
Además señaló que “hay una angustia en todos los familiares, en todos los que los estamos acompañando de que qué estará pasando por el silencio total y absoluto, por el silencio criminal”.
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Al respecto, Baltodano agregó que “este es un régimen más brutal que la dictadura de Somoza y que este no ha bombardeado ciudades, no ha cometido actos genocidas como el de Somoza, porque el desarrollo del movimiento popular no lo ha llevado a eso, pero si aquí hubiera una insurrección como la que nosotros hicimos, Ortega no solo bombardearía sino que masacraría peor que Somoza, porque no podés comparar los contextos”.
“Contexto de nosotros era de una lucha armada, este se enfrenta a una población civil, desarmada que solo levanta bandera. El contexto muestra que Ortega es peor que Somoza y que se acerca mucho más a la figura Hitler, que están dispuestos a masacrar con tal de mantener el poder”.
Riesgos de la huelga de hambre
Un médico especialista en salud pública, que prefirió mantenerse en el anonimato expuso que “cualquier persona que haga huelga de hambre sabe que corre el riesgo de deteriorar su salud” e indicó que la principal consecuencia de ello es “caer en un estado de desnutrición”.
Señaló que la huelga de hambre aunque no es literal, es parcial, es decir, no hay alimentación sólida, pero sí mantiene líquidos claros, es decir que toman agua. Sin embargo, a medida de que hay una carencia de ingesta de alimentos el organismos se comienza a autoconsumirse, es decir, “toda la reserva que tenemos; la masa grasosa, toda esta reserva se comienza a consumir para mantener la sobrevivencia”.
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Por otro lado, dijo que también existen complicaciones más especiales en personas que tienen enfermedades crónicas, los hipertensos, las personas con cardiopatía, diabetes, “todas estas personas que tienen enfermedades agregadas, tienen un riesgo mucho mayor de deteriorarse en un tiempo menos que otro que es sano, y que esté en huelga de hambre”.
Alertó que “estas personas corren el riesgo de fallecer en poco tiempo”. Precisó que lo máximo que un organismo puede aguantar en huelga de hambre es de 45 a 60 días, tomando líquidos, pero “si no tomará líquido sería en mucho menos días, ya que se paraliza el sistema de depuración que tenemos”, argumentó.
Los presos políticos que están en huelga de hambre pueden llegar a presentar secuelas, advirtió, por ejemplo, insuficiencia renal, problemas cardiacos y úlcera gástrica. En el caso de las personas con enfermedades crónicas como los diabéticos “van a tener niveles elevados de azúcar y esto les va a afectar la vista, la audición, la circulación periférica, la distal, etcétera”.