Algunos profesionales del derecho opinan que en Nicaragua ya no existe el poder judicial y por lo consiguiente no hay justicia.
Por definición se entiende como poder judicial del Estado a la institución conformada por cortes, juzgados y otras dependencias destinadas a otorgar y administrar justicia, supuestamente en representación de la sociedad. “La justicia emana del pueblo y será impartida en su nombre y delegación por el Poder Judicial, integrado por los tribunales de justicia que establezca la ley”, se dice de manera tan pomposa como falaz en el artículo 158 de la Constitución de Nicaragua.
Quienes opinan que ya no hay poder judicial en Nicaragua se refieren a que la Corte Suprema de Justicia prácticamente está desmantelada por los despidos y destituciones de facto de algunos magistrados, y por la falta de sustitución de otros que han fallecido; así como por la “purga” o despido abrupto y desaparición de magistrados, jueces y funcionarios de diverso rango del personal administrativo.
Pero también se refieren al hecho ostensible de que la institución judicial de Nicaragua no es independiente; y a que la administración de justicia, en lo que haya tal cosa, no se funda en los principios y valores del derecho democrático.
En realidad, se puede asegurar sin ningún temor a equivocación que ciertamente en Nicaragua no hay justicia ni poder judicial de conformidad con las normas, principios y valores auténticamente democráticos.
Pero sí existe y funciona con mucha eficacia un poder judicial totalitario, subordinado a las personas y el partido que detentan el poder político.
En todos los países totalitarios, como por ejemplo China, Corea del Norte y Cuba (pero hay más), o en los cuasi totalitarios como Rusia, Venezuela y Nicaragua, los magistrados, jueces y demás funcionarios judiciales actúan descaradamente a las órdenes y según los deseos del autócrata y del partido.
Ellos operan de acuerdo con el criterio jurídico nazi-fascista de que la sociedad se divide en amigos y enemigos, y aplican las leyes como herramientas de premio o castigo según sea el caso. Para ellos la “justicia” es ante todo un instrumento de persecución contra cualquier persona considerada como una amenaza, real o imaginaria, para el régimen establecido.
Característica principal de la “justicia” totalitaria es que deshumaniza a las personas que quiere castigar, y las castiga, calificándolas de la manera más infamante que sea posible.
Además, no les permite la oportunidad de defenderse y las condena a penas terribles, estén o no contempladas en la ley, como las acostumbradas aquí de prisión, confiscación, destierro y pérdida de la nacionalidad. Y si algún castigo no está previsto en la ley, pues de todas maneras lo aplican y después lo agregan al ordenamiento legal totalitario.
De manera que es válido decir que en Nicaragua ya no existe el poder judicial. Pero el democrático, porque poder judicial totalitario sí lo hay y además es desmedidamente poderoso, arbitrario y malévolo.