Algunos migrantes que tenían la esperanza de ir a Estados Unidos a través del asilo, e incluso emprendieron en la víspera el largo recorrido a pie desde el sur de México en una copiosa caravana, se preparan para volver a su país, ante el triunfo del republicano Donald Trump.
Trump, de 78 años, reconquistó el miércoles la Casa Blanca tras una campaña marcada por una retórica oscura que ahondó la polarización en Estados Unidos, prometiendo deportar a millones de inmigrantes indocumentados, imponer aranceles a productos importados y revivir políticas para frenar la migración que implementó durante su primer mandato, entre 2017 y 2021.
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“Yo tenía la esperanza de que ganara la señora (Kamala Harris) pero eso no pasó”, dijo Valerie Andrade, una migrante venezolana que desistió de seguir avanzando junto a una caravana de unos 3.000 migrantes que se desplaza por el sureño estado Chiapas hacia su vecino Oaxaca.
“No sé dónde me voy a quedar hoy, no tengo dinero ni familia en México, pero es claro que Trump no nos quiere allá”, afirmó decepcionada, en compañía de su esposo, con quien abandonó Venezuela, como sus 7,7 millones de compatriotas, agobiada por la profunda crisis que vive el otrora próspero país petrolero.
Andrade dijo que, desde que llegó la semana pasada a la ciudad sureña Tapachula tras cruzar la peligrosa selva del Darién, ha buscado una cita para solicitar el asilo a través de la aplicación CBP One, pero no lo ha logrado y sabe que eso podría llevarle algunos meses.
“Yo solo le pediría a México que nos ayude a volver”, agregó.
Trump prometió que, de ser otra vez presidente, deportaría masivamente a millones de indocumentados viviendo en Estados Unidos, reactivaría polémicos acuerdos de control migratorio como el “Quédate en México” y el “Título 42” -que permitían deportaciones exprés a México-, y eliminaría la ciudadanía automática a hijos de migrantes ilegales en Estados Unidos.
Un vocero de la Secretaría de Seguridad en Chiapas dijo a Reuters que aún cuando la caravana siguió avanzando, familias completas también optaron por volver a Tapachula, cerca de la frontera con Guatemala.
Si embargo, no para todos el camino hacia el “sueño americano” está acabado.
Jeilimar, una migrante venezolana que solicitó no revelar su apellido por seguridad, dijo a Reuters que “con el favor de Dios” espera que su cita a través de CBP One le llegue antes de que Trump asuma la presidencia en enero de 2025.
“Todos los días estaré revisando, confío en que vamos a llegar”, dijo, esperanzada de continuar el largo y peligroso viaje junto a su pequeña hija de seis años.
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Activistas de derechos humanos asumen que aún con las medidas restrictivas los migrantes no dejarán de avanzar y buscar nuevas formas de llegar a Estados Unidos, aunque esto implique mayores riesgos a su vida, porque los problemas de los que escapan en casa no se resolverán de la noche a la mañana.
“Los migrantes van a buscar caminos (…) será más difícil, más peligros pero esto no los va a parar, son demasiado”, afirmó Heyman Vázquez, un sacerdote católico y activista pro-inmigrante en el sureño estado Chiapas, desde donde salió la caravana.