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Yelba Clarissa Berríos M.  LA PRENSA/cortesía.

Barroca y modernista

Incendio de verdores

Dice Martín Heidegger, en La interpretación metafísica del arte : “En toda metafísica, la obra de arte cuenta como algo sensible que no existe solamente por sí misma; más bien, lo que es sensible es lo que está en la obra de arte: ello existe en función de lo no-sensible y de lo suprasensible, en virtud de aquello que llamamos lo espiritual o el espíritu”. Esta me parece que es la experiencia que tenemos al leer la poesía de Yelba Clarissa Berríos Molieri, una poesía que partiendo de lo sensible, se remonta a lo suprasensible, se engasta en la metafísica del ser, y en su espiritualidad. Así nos dice en “No fue así… pero pudo haber sido”:

Incendio de verdores

un vientre desusado aunque salvaje

nunca es un espejo roto

resucita y convalece

luego no hay redobles de lágrimas

se viste de fiesta y enloquece

La poesía de Yelba Clarissa Berríos Molieri es una de las más ricas y torrentosas que se está escribiendo actualmente en Nicaragua. Como hija directa de la tradición modernista, su poesía es culta y verbosa a la vez, se sitúa en los estratos más altos de la semántica, y lleva el sustantivo y el neologismo a los extremos más insospechados de la poética contemporánea. “…ampollar mi piel / y mudarla luego” (21). Su poesía es barroca y culterana, se desborda de los cauces de la poesía moderna, se instala en un tiempo propio de la tradición literaria. No pertenece a escuelas ni se acomoda a una estética particular.

Yelba Clarissa no cree en la puntuación, deja que el lector se sitúe en la sintaxis de sus versos, y lo obliga a tomar las decisiones necesarias para la lectura cabal del poema. Esto le da una apertura a la frase que enriquece las significaciones. Dentro de la tradición vanguardista, que intenta romper con la estructura, los versos abiertos se encabalgan a voluntad del lector. Se puede moldear el poema, se puede desmontar los versos de varias maneras diferentes. Poesía abierta, que ofrece diferentes lecturas y está siempre dispuesta a aceptar un nuevo contenido, y una nueva forma del contenido.

Su poesía es también eminentemente erótica, en el sentido místico que le confiere George Bataille. Vive el erotismo como se vive una religión, con un sentido sagrado. Hay una forma intensamente viva de inventar metáforas que remiten a la sexualidad, pero que no necesariamente tiene que ver con el sexo. En su poesía la interdicción se convierte en pasaje, en rito, en invitación. Los órganos sexuales conviven en los poemas con signos sagrados, literarios, naturales y semióticos. Pene y vagina disfrutan de otras cualidades semánticas.

Acerca de la poesía de Yelba Clarissa Berríos Molieri

La Prensa Literaria

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