Vidaluz Meneses
Rubí Arana se considera a sí misma una poeta mística, no religiosa. Si bien debuta en 1962, con la publicación de un poema en la revista Ventana, es una poeta solitaria que resulta vinculada a la Generación traicionada, solamente por los lazos conyugales que la unieron con el cofundador de ese controversial grupo, poeta Roberto Cuadra.
En 1974 marcha hacia los Estados Unidos y fija su residencia en Miami, Florida, donde laboralmente se inicia en un oficio insólito para una mujer en esos años: Rubí era un bólido, conduciendo vehículos como el mejor Juan Manuel Fangio, por los expressways de Florida y estados aledaños. Pagaban bien el servicio de traslado de vehículos de una ciudad a otra y ella no dudó un instante en ponerse al volante de la nave de turno y de su nueva vida.
La conocí personalmente en el Festival Internacional de Poesía en Granada, hace tres años y luego, muy interesada en este personaje de mi época juvenil, fui a la presentación que de ella hizo Sergio Ramírez en la Galería Epikentro.
El año pasado fui invitada por el Programa de Autores Nicaragüenses que coordina y de donde promueve la presentación de sus compatriotas en la Feria Internacional del Libro en Miami desde 1992, año en el que fue la primer poeta nicaragüense que participaba en ese evento.
Rubí es una gran promotora. La gestión cultural en algunas grandes urbes es sumamente difícil y ella complementa generosamente a nivel personal, algunas invitaciones. Así fui recibida cálidamente en su casa donde me había asignado una habitación presidida por la foto de un guapo muchacho, Xavier, su hijo mayor que pereció víctima de un trágico e irracional acto de violencia de un individuo en un estacionamiento de esa ciudad.
Ese fue el enfrentamiento de Rubí con el mayor dolor que una mujer pueda imaginar. En 1985 había publicado Enmanuel y a pesar de que este libro fue escrito antes de la muerte trágica de Xavier, a quien le dedica la última sección ARS, encuentro en la sección dedicada a este hijo, versos como: Palabras son cuchillas que matan ( Danger es ) o en poemas como Microcosmo:
“Hablas en mis pulseras / de oro y te vas llorando hacia un / universo de oro. Yo sacudo mi mano/y te veo en las calles, deshecho…” lo que me lleva a intuir que Enmanuel es un libro premonitorio del terrible suceso en el que perdería la vida su hijo.
Me confirma dicha apreciación, la dedicatoria de Omar D´León, poeta y artista plástico que ilustró la obra, donde define a la autora: “Venerable poeta R.A.: Diosa que vive entre el éxtasis y la tragedia”.
Pero es en la dimensión cósmica donde la poeta habita y así expresa que Enmanuel no es solamente un libro sino una entidad manifestada: páginas forman su cuerpo y su parte inmortal vive en cada uno de ustedes, así como vive en mi”.
Tanto dolor, la poeta lo volcó en una edición posterior a Enmanuel, de carácter personal que circuló poco, bajo el título, In Nomini Fili (1991).
Posteriormente, encuentro que el poema Palabra incluido en Enmanuel , compuesto por cuatro cantos, aparece también en P ríncipe Rosacruz (2007) en el que ya vive su doloroso proceso de duelo: “Tengo una red en mi casa/ en ella quedan las cosas felices/ las palabras del cielo;/ el recuerdo de un hombre sin piel / ni palabras/ bajado a la tierra.
“Y la tierra llegada a esta casa/ en macetas, con plantas, con insectos,/ con amor, con dolor, Dios mío yo misma/ en rostro de pómulos altos,/ bendiciendo la sal telúrica / te recuerdo.” ( IV canto ).
En Homenaje a la tierra (2008) Rubí vuelve en busca de la madre que siempre nos espera, la madre biológica, la madre-patria, eterna añoranza de los exilios Retorno imprescindible para tomar fuerzas y reafirmarse como mujer. En Tres estudios de Eva , Rubí pisa con soberana actitud el ámbito sagrado de la tradición:
“A imagen y semejanza de la soledad/ Eva fue hecha / no como su anterior de hueso y sangre / la de repudio en flor / rosa del asco / Naamá se llamaba esa segunda varona (de Adán). Lilit —Lily Lilibet— /Elizabeth acaso la numera / varona una / mujer del mundo de agua / diluyó de furia / la insolente que se fue al mar a vivir la fiesta roja del mar ”
En su reciente libro, Agua Sagrada (2010), la poeta es una ola del mar furibundo e irreductible que rompe en la impasible arena y pasa revista al dolor antiguo entrañado y elevado a otra dimensión desde donde impreca resentida:
“Ira levanto hacia ti, Señor / Esta ira es el incienso./ Delicada música de lágrimas levanto/ no para conmoverte/ porque tú eres Jehová, el dios cruel.
Cerrando el poema con su estremecedor reclamo de procreadora: “Su sangre es incienso./ No era sólo tuyo, Dios: / mío en el vientre.
Sin la cooperación de mis entrañas/ no hubieses realizado el milagro!/ Dentro del agua mística/ percibió el descenso de nueve lunas./ Su germen creció y yo era la tierra/ y tú, tu eras el cielo. Ya no.”
Creo que oír a Rubí, a quien tendremos unos días en Nicaragua, será la oportunidad de escuchar la palabra sagrada de una mujer que no sólo ha vivido mucho a lo largo del tiempo, sino en profundidad y con una vocación cósmica desde la que nos convoca.
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