14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

LA PRENSA/AGENCIA

Por siempre contigo

“BUM”, mi primer segundo de vida y tenía más de seis médicos a mi alrededor. Todos se escuchaban muy preocupados, no lograban que yo respirara bien. Violentamente sentí que un tubo atravesaba mi garganta. No podía mirar nada, solo sentía mucho dolor.

Por María Paula Castillo Cantarero

“BUM”, mi primer segundo de vida y tenía más de seis médicos a mi alrededor. Todos se escuchaban muy preocupados, no lograban que yo respirara bien. Violentamente sentí que un tubo atravesaba mi garganta. No podía mirar nada, solo sentía mucho dolor. Escuchaba el sonido de las ruedas de una aparato que me trasladaba de una habitación a otra. Me sentía confundido, no entendía nada: —¿Qué pasaba? ¿Dónde estaba mi mama? ¿Estaba bien? ¿Por qué no la había conocido aún? Percibía que algo pasaba, pero no comprendí qué. Todos corrían, escuchaba a los doctores gritando y dando órdenes a las enfermera desesperadamente. ¡No era mucho lo que yo podía deducir, tenía apenas un día de vida y este había sido confuso y doloroso. Me costaba trabajo respirar, no quería irme; quería conocer a mi mamá; a mi familia! A pesar de tener tantas personas a mi alrededor. Sentía frío, mucho frío. No podía ver nada, trataba de adivinar lo que pasaba. Habían colocado una venda alrededor de mis ojos. L a angustia aumentaba, podía oír llantos y gritos a mi alrededor, podía oír la dificultad que tenía al respirar. Al principio me costaba respirar, pero ahora me dolía mover mi pecho al inhalar el aire… Ya no podía más… estaba sufriendo demasiado. Pude sentir cómo todo lo que podía escuchar se desvanecía. Pude sentir muchas manos tocándome, lo último que logré con esfuerzo escuchar fue la voz roca de un doctor que dijo: —¡Se nos fue! No me quería ir, sin antes conocer a mi madre, a mi familia. Sabía que eran buenas personas, que me querían mucho como yo a ellos. Durante los seis meses que estuve en el vientre de mi mamá, tuve la oportunidad de oír cada palabra y sentir cada caricia, era justo que los conociera y los viera. De pronto, hubo silencio… estaba en una habitación logré ver a tres personas abrazadas. Pude ver como lloraban y gritaban, también pude reconocer las voces. Eran aquellas voces tan dulces y tiernas que me hacían reír durante esos seis meses. Ellos no se veían alegres, luego de un rato observándolos. Pude entender, que esos llantos eran de dolor. Entendí todo, comprendí que era por mí. Una tierna voz se acercó a mi oído, era mi madre, la reconocí al instante. Me dijo que aunque partiera lejos, iba a estar dentro de su alma y corazón. Y yo le respondí: —¡Por siempre estaré contigo!

La Prensa Literaria

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí