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Gerardo Molinares. LA PRENSA/CORTESÍA

Teatro de campesinos

Gerardo Molinares nació en la hacienda La Palma de la comunidad de Tierra Azul, departamento de Boaco. Nunca imaginó que años después estaría escribiendo y dirigiendo obras de teatro campesino y su realidad, misma que desde muy niño fue conociendo por vivir y trabajar en el campo, sembrar, cultivar viveros y “trabajar al machete”.

Por Isidro Rodríguez Silva

Gerardo Molinares nació en la hacienda La Palma de la comunidad de Tierra Azul, departamento de Boaco. Nunca imaginó que años después estaría escribiendo y dirigiendo obras de teatro campesino y su realidad, misma que desde muy niño fue conociendo por vivir y trabajar en el campo, sembrar, cultivar viveros y “trabajar al machete”.

Su interés en el teatro creció cuando conoció a los actores del grupo Nixtayolero, uno de los más prestigiosos del país, ellos lo invitaron y Molinares aceptó, “sabía que actuando ganaría más que sembrando”. Fue de 1980 hasta 1996 que permaneció en el grupo hasta su separación; viajó por Europa en giras internacionales y descubrió en el teatro una de sus pasiones.

Así fundó su nuevo grupo, la compañía teatral campesina Tecum Umanii, obteniendo premios nacionales y giras a Estados Unidos y Honduras. Integrada por jóvenes campesinos del municipio de San Ramón, Matagalpa, con ellos ha puesto en escena varias obras: De macho a macho que se estrenó en el Instituto de Cultura Hispánica hace unos días y que contó con muy buena critica, también ha fundado otro grupo, Adinja, de Boaco y Camoapa y que aborda los problemas de los campesinos.

¿Qué implica el teatro campesino a partir de su realidad rural?

Que el teatro refleja las condiciones de pobreza, exclusión y marginalidad en que vive el campesinado; que cuestiona el sometimiento, la opresión y la sumisión; así como enaltece la dignidad y fortalece la identidad cultural rural; un teatro que denuncia la violencia, los abusos, las desigualdades, de la misma manera que proyecta las potencialidades del mundo rural. Es un teatro que no le da la espalda a la realidad y le responde al contexto sociopolítico desde el ámbito comunitario y local.

¿Asume el teatro campesino la identidad rural como la tradición popular oral, la música, la simbología campesina, el lenguaje coloquial?

En general hay una tendencia social a despreciar los valores culturales autóctonos, y parte de la sostenibilidad del mundo campesino está en conservar y preservar los elementos de su identidad cultural. Parte de esos valores son las virtudes que históricamente han caracterizado al campesinado como la lealtad, la humildad, la solidaridad, el respeto, el amor a la tierra y el trabajo, sus costumbres ancestrales amigas del ambiente. Pero no se trata de incorporar el folclor en nuestras obras de teatro, se trata de analizarlos y transformarlos en una nueva expresión de la vida del pueblo con los cambios que este ha experimentado.

¿El teatro contribuye a la generación a cambio y transformación en las personas?

Es imprescindible estimular y motivar un cambio de actitud de la población rural y de los jóvenes en particular, hacia el medio ambiente, hacia las mujeres, hacia la niñez; también es vital promover un cambio de actitud del campesinado hacia los opresores, explotadores y oportunistas, que a su costa han edificado sus riquezas y su poder. Las clases dominantes siempre han utilizado al campesinado para llegar al poder, y una vez en el poder lo han manipulado para seguirlo utilizando. El capital de los ricos está hecho de sudor y sangre, de los poros y arterias de hombres y mujeres del campo que han estado condenados a ser la clase inferior, obligados eternamente a una violación de sus más elementales derechos.

Se requiere una actitud y una práctica para cambiar las cosas. Y en cuanto a las transformaciones, el fenómeno de la dependencia es necesario darle un giro para que en el campo se pueda tener una vida libre y autónoma en el ámbito social, cultural, económico y político. El teatro, sin caer en el panfleto de agitación y propaganda, debe jugar un gran papel en los procesos de formación humana.

¿Sus obras defienden los derechos de las poblaciones campesinas?

La educación, que es uno de sus derechos fundamentales, no solo es de mala calidad, sino que el acceso es limitado; la atención en salud se limita a botiquines y ha puestos de salud con un abastecimiento pobre; no cuentan con programas de vivienda y lo que a duras penas les llegan son las letrinas; los jornaleros son los más pesados y más mal pagados y sin seguros que les permita contar con una vejez tranquila. Se podría seguir enumerando los vacíos en el cumplimiento de sus derechos, porque la lista podría ser tan grande como sus obligaciones, que van desde el aseguramiento del voto a los políticos hasta cumplir con la producción agrícola de la nación. El campesinado ha sido una clase social atropellada, sobre todo por los grandes caudillos, de una tendencia u otra, y de esos atropellos habla y debe hablar nuestro teatro. El teatro ha sido netamente campesino, se origina del culto a la tierra y a las cosechas en las ceremonias a la lluvia, al sol y a la vida misma con todas sus divinidades.

¿Qué es lo diferente de su trabajo y otros autores directores? ¿Es que los hacedores de teatro no son ajenos a la realidad de la que hacen teatro?

No es teatro para campesinos, es teatro de campesinos para campesinos, entre quienes actores y espectadores comparten una realidad social común y una cosmovisión que los identifica. De allí que un proceso de construcción dramática parte de las vivencias propias de los conocimientos adquiridos de su propia memoria corporal y emocional, de sus propios sentimientos y angustias. Los insumos para la creación artística salen de su propio corazón y de su propia mente, contribuyendo, esta ventaja, una oportunidad para una mayor coherencia entre el discurso estético y la vida cotidiana. Entonces, mi satisfacción es que mi teatro tiene un público al cual mis obras le son de sobrada utilidad.

El teatro es una expresión humana, espiritual, que en una alianza estética con la música, la danza, la poesía, el canto, la plástica y el pensamiento, nos representa en lo más profundo de nuestro ser.

La Prensa Literaria

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