Por Arnulfo Agüero
En esta nueva etapa de su arte, Ilse Ortiz de Manzanares experimenta con esculturas geométricas y abstractas, simplificadas tanto en sus volúmenes cubistas como tonalidades y uso de símbolos expresivos metálicos, como cadenas, tubos de cobre y líneas rotas sobre madera, aplicadas a sus obras mixtas, las que exhibirá en el Teatro Nacional Rubén Darío este 12 de agosto en muestra de catorce obras que ha llamado Energía atrapada .
Ilse en este periodo ha abandonado la pintura de caballete sobre lienzo. Arte bidimensional que dio a conocer con fuerza a partir de los años setenta y que mantuvo hasta el año 2007, con su última exposición en el Teatro Nacional Rubén Darío; anteriormente, en 1999, había presentado en este mismo sitio su Retrospectiva , que delineó su particular estilo de Sólido herido , del cual el poeta Julio Valle-Castillo realizó una valoración monográfica.
Al respecto, Valle-Castillo recuerda que la vasta producción pictórica de Ilse es un arte maduro y de oficio, abstracto, cubista y en ascensión, que se apropia de elementos barrocos como herrajes, aldabas, cerrojos en tonos plata, oro, negro, relumbrantes, o en tonos rojos quemados o grises, expresando su mundo interior, denunciativo y liberador.
Pero desde hace tres años esta historia ha cambiado: al abandonar temporalmente la pintura por la escultura simplificada en forma y tonos, la que poco a poco ha venido construyendo, pero manteniendo su sentir artístico y estilo complejo que es el abstracto, expresión que da espacio a lecturas múltiples, pero que Ilse marca con sus sentimientos femeninos, del sufrimiento, dolor y emancipación. Así como al uso de material alternativo.
Por ejemplo, para la realización de estas esculturas pioneras acude al desecho industrial, tales como las cadenas, las que ha curado y pintado; también ha tomado los tubos de cobre de refrigeración para realizar sus espirales circulares usadas en su pieza Cobre en unión ; al igual ha provocado formas de quebraduras, rupturas o encadenamientos a sus obras.
Estas aplicaciones, explica la artista, buscan producir en el espectador sensaciones de fuerza, dolor, ataduras y libertad: elementos claves del arte contemporáneo, y de lo conceptual, pero manteniendo siempre lo tradicional del volumen tridimensional, o bien de la escultura.
“Creo que todos nacemos con libertad, un derecho que Dios nos dio”, fundamenta Ilse cuando le preguntamos sobre el concepto humano que encierra su arte, arte que ha venido realizando desde los años sesenta, cuando Nicaragua dio sus primeras luces de modernidad, y de rebeldía contestataria.
Tanto pintura como escultura ahora gozan de esa patente de “rebelión plástica”, de trasgresión, de alta sensibilidad social y humana, demostrando que en el frío del duro metal y de los desechos de nuestra contaminado mundo existe el alma de una artista gritando desde la paleta el temblor de sus emociones e ideas plásticas de la modernidad.
Esta escultora no tiene la rapidez del cambio, como vemos en otros pintores, o artistas conceptuales, sus pinturas gradualmente han ido dando su salto hacia el bajorrelieve, al constructivismo, al final la escultura simplificada en volumen, color, forma y definición temática.
Todavía en esta muestra, donde ella presenta catorce de sus esculturas, a siete de ellas la llama “mis pinturas, o bien un cuadro para colgarlo”, a pesar éstas de tener tridimensionalidad y aplicaciones de volúmenes matérico que dialoga en ambas fronteras, de lo bidimensional y lo tridimensional.
“He dejado totalmente el lienzo, eliminado color y puesto más metal, dado que el metal es energía, por eso es que esta exposición lleva este título: Energía atrapada”, explica la artista, que ha iniciado su primera etapa como escultora, influenciada fuertemente por las esculturas simplificadas del poeta Ernesto Cardenal.
Revela que para lograr su proceso de creación ha seguido los caminos abiertos por el poeta, los que en la praxis le han servido para plantearse sus propios retos en este campo. “Me encanta Brancussi, y Ernesto Cardenal me fascina”, externa complacida de sus valiosas influencias.
De las obras del poeta, tomó las ideas de usar la madera y la pintura automotriz, por lo que se dijo que “si el poeta lo puede hacer, yo lo puedo probar. Y así fue que materializó, agrega, esta magnífica idea, la que le ha dado resultados sorprendentes, “dejando el alma en cada una de las obras”.
Por ejemplo recuerda que durante trabajó su escultura Uniones de cable, descubrió que los desechos de la acometida de cables eléctricos le servirían para sus ideas, los peló quitándole su plástico y así salió el refulgente brillo, luego lo engrosó para que diera la sensación de mayor volumen y fortaleza.
Al final la idea fue encontrar un contraste de valores, de encadenamiento que es la opresión, y de ruptura, que es la libertad. Porque “todo es energía en la vida, el amor, los deseos de hacer algo; entonces, al realizar mi obra estoy usando energía, al igual que lo usa el alma, que es un soplo que da vida a mi obra, porque yo también soy energía, pero ahora liberada”.
Es sobre este sentir y conceptos de arte que desarrolla sus ideas y maniobrabilidad del oficio de pintora y escultora en proceso de búsqueda y reafirmación de estilo: abstracto y cubista, lo que valora como el arte de lo simple, lo transparente y fascinante: energía atrapada en sus obras, que liberan su alma.
Ha dejado por momentos la pintura de caballete sobre lienzo para experimentar con la escultura, esta vez las exhibirá en el Teatro Nacional Rubén Darío, el próximo jueves 12 a las 6:30 p.m.
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