I
Tu infantil donaire de pajarito huraño,
asomó travieso en cabalgata de pasiones.
Quien avisa no traiciona, advertiste.
¿Para qué ignorar tus condiciones?
II
Pretendí curioso descifrar enigmas
pellizcando labios que brotaron de tus pechos.
Si la ternura es capilla ardiente de humedales,
cuidarás la ruta, no el destino, sentenciaste.
III
¡Atiza el fuego que devora prisas!
¡Convierte el valle en erizados pétalos
y la dulzura en celestial violencia!, ordenaste.
¡Salve himno y cántico de amantes!
IV
Por eso el éxtasis te encuentra plena,
sin cálculos odiosos ni falsos contoneos.
Sencilla como flor de limonaria,
altiva como brasa en arreboles.
Selva Negra, 18 de julio 2010.
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