“¡Nunca el corazón dio frutos tan numerosos!”
P.A.C.
En este fin nace el principio.
Aquí se pasea el Apóstol de los poetas
marcado por el destello que prodigó su nacimiento.
Aquí se nos muestra alborozado inquiriendo,
más allá de los límites, a la madurez y su investidura.
De manera que él es dueño de sus mitos.
Aquí está la libertad de los opulentos cantos;
las Marías Fonseca, volcanes, éxodos, aguas desnudas de las que emergieron los primeros nativos.
Y el desgrane de los meses. ¡Esencialmente, Mayo!
Erudito escrutinio de la naturaleza y sus requiebres;
un culto a la belleza del maíz y a sus nutrientes.
Una vida entera en el foco sensorial de la cámara. Sí, el lente
de la historia en el corazón del quijotesco explorador:
legado para los tiempos. Tan solo al evocarle, tan solo
con un guiño de sus ojuelos inteligentes, y sus dedos largos
toman el lápiz y delinea el consejo y la travesía de la palabra.
No solo al verso expósito ni a la filantropía;
a una hora precisa fila de sedientos le aguardaban
y alegraban sus vidas al verle venir con una bolsa
extraída de la gaveta monedaria, sino aquel conteo,
respuesta de cada atributo nacido con él. ¿Cuántas veces
le escuchamos congeniar con Aristarco, en su apasionada
lucidez combativa como tratadista ? Y luego toda aquella
bondad para el novel que indagara, y el duro peso sobre
sus hombros: Hacer por la Patria Nueva para que el
Hijo del Tercer Cielo la tenga en su miramiento.
Recostado en la hamaca de leyendas y mecates
se le vio con el libro del Enigma entre sus manos.
Entonces crepuscularios infantiles apresuraron
el aprendizaje que lo convirtieron en el ciceroniano
pluralista maestro para las generaciones. Claro, la virtud
corpórea en la inteligencia, al ritual de la renovación.
Arremete su voz como un lenguaje entrañable.
Viento primaveral de Tebas le empuja,
y le arrecia el nuevo empezar.
Afrodita misma alisa sus cabellos
Aproxima símbolos y realidades e inicia
la expectación, su pecho arde como antorcha.
Agigantadas olas lo encumbran a Circe:
“ El providente hado abundó en vino
y aligeró mis ágiles músculos.
No hubo vara dorada que me desviara,
pues tuve como maestro en estas copiosas
aguas a Linceo, el que avizora hasta la más
pequeña sombra desprendida de la noche. “Frente a los Siete Árboles del atardecer aparece Cifar con su esposa en el corazón y Mirna entre sus brazos. Dicen entonces que la canción del río
lecho de amor para los solitarios enamorados.
Conducido por ángeles traviesos y el Arcángel
del Principio, el viadante, de expresión encendida
sigue a Homero. Adelante aguardan Dante y Virgilio.
Oído alerta y mirada intrépida pues, para el caminante
habrá manantial de promesa y fogata de sorpresa.
Es Quirón quien le invita a cabalgar en su lomo.
Yo me senté en las gradas del lago
inmerso en una huella extraña.
Golondrinas abrían las ventanas del cielo
y de un manto blanco y azul se soltaron
Canciones de Pájaro y Señora.
Voces y conciertos:
elegidos por la vocación del soñador: él, aliñado
de poesía, enarbola su patria con el clamor de la predicción:
Esos Rostros que Asoman en las Multitudes.
Por encima de la agonía está la metamorfosis,
la tierra se afirma en cada tormenta.
Y fue mi conmoción apreciar a P.A.C
en la diversidad de las constelaciones.
Mientras tanto, bajo el otoñal hurgaré en la honda
nóstica donde abrevan los espíritus llegando de lejos.
Ahí escudriñaré el sinfín de su gracia. Escuche al poeta Mario Santos leyendo este poema en: https://www.laprensani.com/tv/
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