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LA PRENSA/R.ORTEGA

Urbanidad marginal

(Callejón de la muerte: resquicio entre tumulto, hervidero humano y mercante. En sus entrañas mujeres hechas de Sol y Luna, sudores y amaneceres, pieles adúlteras, putas santas y madres guerreras).

Henrry Petrie

Tan oriental como popular

(Callejón de la muerte:

resquicio entre tumulto,

hervidero humano y mercante.

En sus entrañas mujeres

hechas de Sol y Luna,

sudores y amaneceres,

pieles adúlteras,

putas santas

y madres guerreras).

Agitación, movimiento, griterío…

Oferta y demanda. Circulación.

Desorden de muchedumbre,

marchantas del Amorcito vení ve

en cada tramo,

¿qué vas a llevar corazoncito?

Voces que venden, llaman

entre formas conjugadas

y sudores, calenturas normales.

Otra ciudad, otra vida.

Ombligo ancestro.

No hay cosa pura. Todo es mezcla.

agua con barro, leche con pinol,

gallo pinto, vaho, rondón…

En la ciudad grita el campo,

navega en sus venas, aborigen,

mestizo, criollo, mulato, bastardo

que también es europeo, africano, asiático,

raza de razas, sangre de sangres,

fundidos, revueltos, en algarabía

fornicando.

Palpitaciones profundas,

voces que encarnan pregones,

a toda hora el amor, ardoroso

como el ademán de Lucy

con sus nalgas en ritmo.

Ahí va como bólido,

haciéndose paso,

buscando orillas

–¿existen en amplio margen?–

porque ha robado el día y lo persiguen

espantos violentos, al encuentro

con roja e indolente nota.

Amorcito, aquí tenés lo que buscás;

vení ve, probá y me decís, aquí sólo yo;

no te confundás, lo que es tuyo, llevalo.

Centro historuinoso

Estáticas

—con edificios corroídos

y ventanas expuestas al vacío—

las calles.

Humo y polvo

en espiral nunca ido

y el dolor circunvalando

con rostro ruinoso.

Se asoman ojos

sumergidos en cataratas

imperceptibles entre sombras

del lujo distante y ajeno.

Intimidad rasgada,

traslúcidas arañas

con tiempo detenido en manecillas

del reloj de la catedral,

la otra, la original,

en su oquedad

con lamentos encarcelados,

en instalaciones.

Cáncer. Estática. Sombras.

Destiempo urbano, dislocación

y extravío, a fuerza de fatiga.

En eterno sonambulismo,

desgranándose,

ruinas de llantos extendidos

al fuego de las sombras.

Armas en sienes y reflejos de lago,

espejos grises de interiores hacinados.

Se revuelca, afinando sus uñas,

el no-tiempo,

rasga pieles de fantasmas

en danza desde diciembre telúrico,

sueña muertes inconscientes

porque no se hizo la vida

detenida en el olvido.

Hay un rostro en la ventana

del edificio corroído,

centro histórico, pasado de ciudad,

páramo de ánimas buenas

que también saben ser malas.

Ruinas sin nostalgia,

reloj diluido

en alma de catedral, hueca

o llena de lamentos,

encarcelados,

en santísimas estampas,

homilías resecas.

En la ventana

un rostro

contempla espejismos en esquina,

centro indeleble, fachada-costra,

con sus vivos muertos y muertos vivos,

sin fin de los días…

Ver video de Henry Petrie leyendo sus poemas en https://www.laprensani.com/tv/

La Prensa Literaria

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