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Sergio Ramírez

Sergio Ramírez en una de las salas de su casa. LA PRENSA/U. MOLINA

La Fugitiva, historias de mujeres paralelas

Sergio Ramírez estrena la novela La fugitiva que como personaje principal encarna a la ensayista y novelista costarricense Yolanda Oreamuno, nombrada en la obra como Amanda Solano.

Karly Gaitán Morales

Sergio Ramírez estrena la  novela La fugitiva que como personaje principal encarna a la ensayista y novelista costarricense Yolanda Oreamuno, nombrada en la obra como Amanda Solano.

La novela de Ramírez, ha salido a luz pública dispuesta a enfrentar desafíos y contrariedades, como una vez fue la vida y carrera literaria de la escritora. Una mujer que según el mismo autor fue una mujer simplemente bella, pero su belleza no radicaba solamente en su aspecto físico, sino en su personalidad, seguridad y forma desafiante de enfrentarse a la sociedad.

El novelista también cuenta que es la vida de una mujer inconforme con la época y costumbres, por ser ella de pensamientos demasiado avanzados. Los detalles de su vida están narrados en una composición de contrapunto en tres partituras, tres mujeres amigas suyas, que la recuerdan desde la ancianidad, con la misma frescura de antaño.

Entre la historia de Amanda Solano se cuenta la de Costa Rica, su historia política, social, cultural, una sociedad que la hacía sufrir. Además de todo el sufrimiento en su vida personal está el hecho de nunca haber visto brillar sus novelas, fue víctima de plagios, críticas hechas con el fin de apagar sus aspiraciones de grandeza, proyectos nunca acabados, textos sin revisar, borradores extraviados y otros episodios de romances que hacen la obra más apasionante.

Como Yolanda fueron diferentes y fugitivas otras costarricenses, la cantante Chavela Vargas y la escritora Eunice Odio que también aparecen traslapadas en la novela que se presentará el próximo jueves en el Centro Financiero Lafise, a las siete de la noche.

¿Por qué escoger a Yolanda Oreamuno como modelo ideal para la protagonista?

Esta novela la comencé a escribir desde que vi la primea foto de Yolanda, escuché el primer relato del mito que se ha creado alrededor suyo, leí su novela, me adentré en la leyenda, fui a su tumba, desde entonces comencé a construir ese personaje, desde hace casi cincuenta años, cuando llegué a vivir a Costa Rica.

Encontramos acá a personajes muy controversiales solapados con nombres falsos, pero la situación de sus vidas es muy similar a las personas en quienes están inspirados, es el caso de Edith Mora, que es la escritora Eunice Odio y Manuela Torres, a todas luces Chavela Vargas.

En primer lugar las historias de Yolanda y de Eunice Odio son demasiado paralelas, entonces tenía que haber sido una novela sobre las dos, y una tenía que opinar sobre la otra y yo escogí a Yolanda Oreamuno, no escogí a Eunice, porque Eunice me parecía un buen personaje, pero el otro es un gran personaje.

Los costarricenses dicen que pertenecen a una cultura de no armas y no violencia. En su novela vemos un país que al fin y al cabo no es el país pacífico que se autopregona, el destino turístico por excelencia; se narra un pasado turbulento, de intrigas, movimientos sociales y hasta una revolución en 1948.

En su novela Cruz de olvido el escritor Carlos Cortés dice que en Costa Rica nunca ha ocurrido nada desde el Big Bang. Un mito demasiado dantesco. Ésta que viene a resultar es una historia que es a la vez contradictoria, porque es una sociedad muy conservadora, pero a la vez está en movimiento, porque no es la historia inocente de tarjeta postal, de Costa Rica como destino turístico, sino un país en efervescencia, donde se crea el primer partido comunista en Centroamérica, las huelgas bananeras, las reformas sociales de Calderón Guardia, después la revolución de 1948, un hervidero.

Las protagonistas son muchachas rebeldes, ubicadas en la rebeldía de su tiempo y vemos a la vez intrigas, acontecimientos políticos que se van desarrollando, contradicciones, secretismo, ¿eso es correcto históricamente o es de ficción?

La sociedad era así. Es muy contradictorio, una sociedad tan conservadora, que no deja sacar la cabeza a la mujer, pero fija Amanda Solano le exige a la sociedad mucho más de lo que le puede dar. Pero es a la vez una sociedad que en 1888 funda el Colegio Superior de Señoritas, un colegio laico, donde no hay monjas ni curas, con profesores de Europa, profesores liberales, con instalaciones de primera clase, todo para educar niñas, eso en Centroamérica para ese tiempo era completamente inaudito. ¿Y cuál es ese producto? El producto son estas niñas, estas muchachas de mi novela que piensan de una manera diferente del resto. Hay un momento de sus vidas que andan en las calles a pesar de que sus padres no las dejan salir, pero bueno, hay una rebeldía que está allí, que se expresa contra el fascismo, la guerra civil española, a favor de las huelgas bananeras.

A propósito de estas libertades a las que algunas mujeres se atrevían, encontré una frase que le escribe en una carta Amanda a Marina y describe a los hombres como “deliciosas bestias”. Eso hace recordar la conocida frase de Alfonsina Storni, “bello animal razonador” o Edith Piaf, que decía que los hombres eran “confortables muebles con cerebro”. Cuando tomó esta frase ¿usó como modelo a muchas mujeres del siglo XX que han pasado a la historia por su sagacidad?

Lo tomé literalmente de Yolanda Oreamuno. Lo que pasa es que las citas que hay en la novela, y que son importantísimas, como usted dice, es la mayoría frases de cartas reales de Yolanda, claro que interpretadas con liberalidad o retocadas, cambiadas, pero son frases originales de ella.

¿Estaba Amanda Solano a la altura de muchas mujeres distintas del siglo XX contemporáneas a ella? Decir frases como éstas en los años cuarenta era un escándalo…

Pero es que ahora se puede decir menos, si usted lo observa bien, porque una frase como esa sería antifeminista en estos tiempos. No sería políticamente correcto para una mujer de estilo de vida moderno.

Pero eso de “confortables muebles con cerebro” podría interpretarse un poco feminista…

Quién sabe, ahora esa frase se diría “confortables muebles sin cerebro”, para ser una verdadera feminista. Lo que pasa es que Amanda no era feminista, era femenina, ella no se sentía bien, no estaba completa sin los hombres. Eso sería una herejía en la actualidad porque el feminismo es otra cosa y todo lo invade en el comportamiento de las mujeres aunque no sean todas feministas.

¿Eso se entendería entonces como hacer un culto a los hombres?

Sí, y la frase no es sólo así como usted dice, es “deliciosas bestias, no puedo vivir sin ellos”. Además ella llegaba al colmo de modelar al hombre según su propia imaginación, endiosarlos, les inventaba cualidades que no tenían, eso aumentaba su sufrimiento porque la llevaba al desengaño. Su gran sufrimiento era ser bella ¿contradictorio no?

Habla de una Costa Rica de los años treinta y cuarenta, bastante moralista y conservadora , hasta algo mojigata, pero ¿cómo cree que los ticos lo van a tomar? Muchos van a pensar que está mostrando a su país como atrasado.

Pero no hay que olvidarse que quienes hablan son los personajes, no yo. Yo no dije esas cosas, son mis personajes.

Hablan los personajes, pero los personajes son creados por usted.

Claro, pero los personajes dicen cosas positivas también. Porque Marina dice que eso de esconderse y no dejar que nadie saque la cabeza es lo que les ha dado el espacio para progresar y a lo mejor es cierto. El producto interno de Costa Rica es ahora diez veces más grande que el de Nicaragua y la mar de tranquila y en esa mar tranquila van navegando con niveles de salud y de educación superiores a los que tenemos en Nicaragua y resto de Centroamérica.

LA PRENSA/CORTESÍA.

Es previsible que haya polémica sobre el libro. Este no es un libro inocente, estás jugando una sociedad, mi modelo tiene sus familiares vivos, mi personaje principal.

Tenemos por ejemplo a Chavela Vargas en el personaje de Manuela, y este personaje de la vida real pregona públicamente su inconformidad y rechazo hacia su país de origen, es un personaje que no puede esconderse y quizás el personaje mejor logrado de la novela.

El posible que sea una novela contradictoria, puede que haya quien diga que esa novela la tuvo que haber escrito un costarricense, como la novela de Trujillo, salvando la distancia, la debió haber escrito un dominicano, pero me parece que los temas no tienen pesos nacionales, los temas tienen pesos universales cuando se trata de novelas uno no encuentra los personajes en cualquier ámbito. Yo no tengo mi país por cárcel como novelista.

¿Cómo interpreta esta evolución de lo que se describe en la novela, que la mujer prácticamente estaba relegada a su casa y vemos en la actualidad a una mujer, Laura Chinchilla, que ha tenido que, hasta cierto punto, enfrentarse a contrincantes varones para llegar a la presidencia.

Lo que pasa es que la política es ahora un fenómeno global y hay mujeres candidatas a presidenta, las encontramos en cualquier país de América Latina. La participación política ha evolucionado más rápidamente que el resto de los elementos que componen la igualdad del género, el fenómeno del voto femenino es reciente, en Nicaragua fue en 1950, en Costa Rica por esos años, en España ni existía.

Las leyes no daban ninguna libertad a la mujer y las leyes no son creaciones estériles, reflejan las condiciones de la sociedad patriarcal, ¿ha terminado la sociedad patriarcal? ¿Ha terminado la sociedad patriarcal por el hecho de que haya mujeres presidentas? creo que no.

Amanda, Edith y Manuela, costarricenses las tres que se fueron a México, era una migración de mujeres artistas o intelectuales huyendo, si querían brillar. ¿No es esto el espejo de una tragedia?

Había mujeres muy inminentes en Costa Rica que no emigraron, como Carmen Lyra, contemporánea de ellas, una escritora muy conocida, militante del partido comunista, autora de libros para niños, y tenía su propio peso. El problema era a ver quién se atrevía y por atreverse se pagaba un costo, y ese costo era el exilio interior o el exilio exterior. Es decir, atreverse a ser distinto, ser otro, salirse del modelo.

Alguien comentaba a propósito de la publicación de Castigo Divino, que se desarrolla en León de los años treinta, muchas familias se molestaron por su estilo de escribir, en un pueblo como ese en donde todos saben quién es quién, en la novela y usted sólo cambió nombres. Ahora usted vivió en Costa Rica, fue bien recibido por los intelectuales costarricense y con puertas abiertas, ahora pueden pensar, quizás, que ellos no merecen La fugitiva.

Me decepcionaría que alguien limite su intelectualidad al qué dirán. Creo que la única manera de escribir un libro es sentarse frente a la computadora y pensar que nadie lo va a leer nunca, porque si no uno no escribiría nunca nada. Esto lo no puedo decir porque se van a enojar, esto tampoco porque no quiero que piensen mal. Creo que puede haber polémica en Costa Rica alrededor de este libro, ojalá que la haya, lo peor que le puede pasara a un libro es que pase desapercibido y nadie diga nada. Mientras más se hable de un libro es mejor para él.

Esto es tocar un avispero, yo lo sé como escritor y creo que esto tiene necesariamente consecuencias. Por ejemplo Castigo Divino o Margarita, está linda la mar, ¿por quedar en paz con todo mundo debí haberme abstenido de escribirlos? eso sería negarme a mí como escritor, y mejor me hubiera dedicado a otro oficio que no inquiete a nadie, que no levante opiniones. Amanda Solano pasó a la historia por ser como fue.

La Prensa Literaria

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