Martha Leonor González
Más de un siglo ha pasado, desde que los habitantes del barrio Sutiaba elaboraron las primeras alfombras de aserrín, en homenaje al Jesús martirizado en la cruz, era Viernes Santo, y ellos se preparaban para la procesión del Santo Entierro que recorrería las principales calles de la ciudad.
Un homenaje que se transformó en tradición y que año con año las alfombras pasionarias, llenan las calles del barrio Sutiaba, donde se manifiesta la religiosidad popular que es alimentada como un legado de las generaciones pasadas.
Alfombras que adornan las calles del pueblo indígena, generalmente desde tempranas horas del Viernes Santo, donde todo es movimiento en las cuadras de las alfombras, así bautizado por los habitantes de ese lugar.
De acuerdo a la versión de algunos pobladores y por la tradición oral que les caracteriza, el señor Virgilio Campos en el año de 1910 junto a una familia de apellido Alonso, son los primeros en iniciar las elaboraciones de alfombras de aserrín con arena, el día de la procesión del Santo Entierro, iniciativa que gustó a los vecinos y fueron adoptando cada año. Sin embargo, se habla que la tradición es traída por los indígenas esclavos que servían a los españoles en Guatemala en el siglo VXIII y que éstos promovían las alfombras con flores y frutas en la antigua España.
El pintor Federico Quezada, promotor de las alfombras pasionarias, comenta que éstas, antes eran elaboradas de mangle, cuero, palmas, y adornos florales, actualmente la materia prima para su elaboración, es el aserrín de pino teñido de diferentes colores.
Quezada también hace énfasis en que las familia empiezan a preparar el aserrín con colorantes para rellenar y dar vida a la estampa religiosa que luego con la pasada del santo serán destruídas en menos de seis segundos, un trabajo que lleva de seis a ocho horas y es elaborada por siete u ocho personas.
El artistas recrea que a las alfombras se les ha incorporado ladrillo a su alrededor en forma de marco. Resguardando bellos dibujo con pasajes bíblicos en las alfombras, que mantienen viva una tradición de siglos en Sutiaba.