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La primera guitarra que dejó de sonar

Iba a cumplir entonces 33 años. El reloj marcaba la una y cuarenta de la madrugada, cuando sonaron los balazos fatales, el guitarrista del trío Los Pinoleros se desplomaba herido de muerte.

Por Arnulfo Agüero

Iba a cumplir entonces 33 años. El reloj marcaba la una y cuarenta de la madrugada, cuando sonaron los balazos fatales, el guitarrista del trío Los Pinoleros se desplomaba herido de muerte.

Segundos antes se había escenificado una trifulca con un celador, dos policías trataron de evitar la tragedia.

Su cuerpo sangrante fue trasladado rápidamente al Hospital General, cinco minutos después fallecía. Era un frío lunes 7 de julio de 1958, nacía el mito marcando esta gran historia en la música regional de Nicaragua.

LA PRENSA, como era su tradición informativa no salió ese día, pero al siguiente apareció una nota de suceso, en la página 12 que tituló: “Celador mata a un ciudadano”; con una lacónica entradilla: “Isaías Aguilar dio muerte a Justo Santos Cerda sin motivo alguno”.

Veían de cantar

Este les hizo el alto preguntándole que para dónde iban… estos respondieron humorísticamente que a “vacilar. No le gustó, los encañonó, luego pitó llamando la atención a dos policías, Pedro Cruz y Justo Alfaro.

Hubo forcejeo y la detonación de varios disparos provenientes de una pistola 38 propiedad del celador, que le perforaron sus órganos vitales causándole la muerte casi instantánea.

Justo Santos Cerda había nacido un 17 de julio de 1925, en la comarca Los Cedros de la ciudad de Rivas, entonces iba a cumplir la edad perfecta de 33 años. Le faltaban tan solo diez días para cumplirlos.

Nicaragua impactada

Artistas y músicos como los hermanos Erwin y Carlos Krüger, y Pepe Ramírez, integrantes del Trío Monimbó, le realizaron un homenaje a su memoria, al que sumaron otros.

Entonces la marca de esta tragedia tendría dos historias simultáneas. Vinieron las investigaciones policiales, las acusaciones y las defensas, alegando que tanto los músicos y vigilantes estaban “borrachos”, lo cual inducía al juez y abogado defensor a exonerar las culpas del guardián del mercado.

En el primer juicio el celador es absuelto, hay protestas, revisiones y se declara nulo el jurado, se programa un segundo juicio, entonces era su abogado defensor el abogado Julio Centeno Gómez, actual Fiscal de la República.

  Justo Santos   fallece a los 33 años, nació en Rivas en 1925 y murió de forma violenta en Managua el  7 de julio de 1958, víctima de un celador ebrio que le disparó su arma.
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Pero no soportando tanta presión y tensión el agobiado vigilante “decide quitarse la vida”, ahorcándose, cerrándose así el ciclo de esta dolorosa tragedia que enlutara a Nicaragua, y a las familias de los protagonistas, quedando por más de medio siglo sus nombres en el casi total olvido.

Rescate del olvido

La mora limpia considerada por algunos el himno de Nicaraguia, no fue sino durante la administración del edil Herty Lewites, que el exdirector de Patrimonio Histórico de la comuna de Managua, Roberto Sánchez, inició la búsqueda de los restos olvidados del músico., autor de esa bella melodía.

Con asistencia de sus familiares estos fueron encontrados en el Cementerio Occidental y durante la gestión de Dionisio Marenco, trasladados al Cementerio Oriental junto a lo de sus padres Eduardo Santos Fajardo y doña Josefa Cerda.

Recientemente el Instituto Nicaragüense de Cultura, asistió a este lugar para celebrar el 53 aniversario de su muerte, participaron en este homenaje artistas de la Escuela Nacional de Danza, Adán Castillo, y el ballet Tepenáhuatl.

En este mausoleo se mandó a construir una columna de mármol truncada como símbolo de su corta vida y como una forma para dignificar su memoria y talento de músico popular que logró su grandeza musical al componer La mora limpia, hoy en día ejecutada por nuestros mejores músicos nicaragüenses en sus variadas versiones.

La mora limpia un hito

Fue un 24 de julio de 1946, cuando decidió participar en el concurso enmarcado en el Centenario de Managua (de haber sido declarada ciudad) con su canción de guitarra, sin letras, La mora limpia saliendo ganadora de un cuarto lugar.

No obstante, su lugar ya estaba predestinado. El mismo pueblo y la historia sería el gran jurado de todos los tiempos: Había nacido el más grande mito musical de Nicaragua, La mora limpia, así como la doliente historia de un músico olvidado y separado de su esposa Gladys Espinoza, con quien procreó dos hijos, Odilia, y Eduardo a los que dejó en la orfandad a la edad de 6 y 5 años respectivamente.

Esta canción ha sido escuchada desde hace 65 años y está plenamente identificada con la popular fiesta de Santo Domingo en la tradicional de la roza o limpia del camino por donde pasa la procesión. Músicos como Carlos Mejía Godoy, Camerata Bach y de la escuela de marimbas Flavio Galo, entre otros han interpretado esta canción.

En el olvido

Existen Nicaragua mía, (de Tino López Guerra) y Nicaragua Nicaragüita (de Carlos Mejía Godoy). La trilogía de estos tres autores puede considerarse himnos regionales, sostiene López.

Pero Justo Santos —señala López— es un cantautor de canciones con letras, compuso la canción de arrullo Arru, rru, ruu, que cantó con Los Pinoleros, integrado por Julio Castillo, José Robleto, grupo que rivalizaba con el Trío Monimbó en los años cincuenta; luego escribió dos boleros románticos, titulados No sé, y el otro Puerto Cabezas.

Este grupo de Los Pinoleros, rememora López, hizo época, estos interpretaron la música de don Camilo Zapata y don Víctor M. Leiva. Las composiciones de Santo las califica de románticas y lúdicas, como lo es La mora limpia, pieza que saltó al tiempo robándose el corazón de los managuas fiesteros y enamorados.

La canción ganadora

López, refiere que en este concurso, participaron Erwin Krüger, Tino López, Chale Pereira Ocampos, Gilberto Buitrago, Alfonso Llanes, Camilo Zapata, con un corrido y otros competidores. “Una de las cosas que se cuentan es que se cantaron la canción de Managua con cien guitarras, porque eran los cien años de Managua”.

Sobre tres canciones Arru, rru, ruu, No sé, y Puerto Cabezas, que siguen olvidadas, López recuerda que estas se rescataron cuando las grabó con Luis Cortés y Edmundo Guerrero, las que en algunas ocasiones las transmite en la radio.

Vídeo artístico

Esta versión temática basada en un imaginario romántico de Justo Santos, es la historia de amor del músico con una chavala que trabaja en un trapiche haciendo alfeñiques, llamada la “Mora”. Esta producción es una mezcla de música, danza y audiovisuales.

Solo su recuerdo

Odilia del Rosario Santos lo que sabe de su padre es lo que popularmente se conoce, ya que cuando él murió, ella tenía seis años de edad y vivía con su madre Daysi Espinoza, quien se había separado del músico.

De él solo conserva la copia de una fotografía que le obsequió el exalcalde Herty Lewites. “Fue corta la vida de él”, expresa justificando la falta de recuerdos o posesiones de sus bienes u obras, resaltando que en lo musical lo único que conoce es La mora limpia, a la que aún no reconocen los derechos de autor y reclama porque todo mundo la comercializa.

Odilia recuerda que su madre le contaba que Justo Santos le decía que se soñaba con enseñarle a tocar y cantar la música nicaragüense, pero esto nunca llegó a realizarse porque lo mataron. “Me siento orgullosa de ser su hija, a pesar de que no viví ni disfruté con él”, expresa emocionada al recordar su historia pública.

“Así es la vida”, concluye diciendo mientras contempla la única foto de su padre.

La Prensa Literaria

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