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LA PRENSA/ARCHIVO.

Petrie y la narración

La narrativa no se limita solamente a narrar, contar, sumar sucesos, historias. No. Es solamente relatar, presentar un paisaje, una semblanza o retrato hablado con tintes de distinto tono en cada una de las palabras; no es solamente novelar, donde entran y salen al antojo aparente del novelador, los personajes en una línea llamada trama.

Edgar Escobar Barra

La narrativa no se limita solamente a narrar, contar, sumar sucesos, historias. No. Es solamente relatar, presentar un paisaje, una semblanza o retrato hablado con tintes de distinto tono en cada una de las palabras; no es solamente novelar, donde entran y salen al antojo aparente del novelador, los personajes en una línea llamada trama.

En ese rumbo se encuentran escritores recientes en este país, Edwin Sánchez, representando al Guernica; Juan Sobalvarro en un supuesto y simple partido de futbol callejero; el mismo Escobar Barba en sus aparentes monstruos rompiendo la mudez y escriben supuestas incoherencias, como los cuentos titulados Leyenda o Irontamu (el Minotauro); Daniel Pulido, entre los virus agresores de computadoras y humanos, o Mauricio Rayo con sus combinaciones médicas fracturianas. En esta nova, de búsquedas de mensajes, entra Henry A. Petrie, que podemos sintetizar como el asunto adánico, de inventar, de dar nombre -atmósfera- como lo hizo Adán.

La opinión del narrador centroamericano, Sergio Ramírez, nos dice: “La imaginación comienza con el acto de ver sin ser dado a tocar”. Otra del autor de Charles Atlas, subraya: “Imaginar es fabricar imágenes, ascendiendo, levitando por encima de la sustancia de la realidad… y… ser verosímil.

Este halo, esta ambientación tiene que ver con el último libro de Henry A. Petrie, ¡Cómo va a creer! Donde el autor da rienda suelta a sus incursiones en la experimentación. Variedad de estilos, retrabajados, no salidos en el iluminado, sin necesidad de artilugios ni consumir cosas raras ni mucho menos fusilarse por no decir recurrir al falso y risible intertexto, al contrario, busca un nuevo lenguaje dentro de esta selección intencional de su prosa corta y de esto nos presenta microrrelatos, minicuentos, un poe-cuento, cuentos breves. Las técnicas y estructuras dan sus distintos mensajes. Temas variaditos: Se mete incluso con la ciencia ficción, y poco faltó para entrar al policiaco.

¿Mensaje, estructuras? Cómo presenta ese limbo en su cuento La Puerta , donde se da un lenguaje silencioso para los oídos pero no para dos enfermos. Se comunican por la mente. El adánico referido por don Reyes.

El imaginativo con verosimilitud dicho por Ramírez. Nos remonta a algunas novelas de Vargas Llosa, quien lo atrapa a uno no por la historia, sino sobre todo, por sus estructuras atrevidas, bien retrabajadas, y de eso le va aprendiendo este autor del cual nos estamos refiriendo.

Atreverse pero… Porque ya se pasó por lo esencial (de los pocos autores que le conozco un cuento redondo). Porque si nos remontamos a los sesenta, la Onda mexicana y nica, dio paso a intercalar los medios electrónicos a la palabra, tanto en la jerga, como en la cercanía de implantarlos en la imagen del lector, así como ir intercalando en los Beats, fragmentos de canciones. Ya no digamos los mexicanos estridentistas al adoptar y modificar el dadaísmo con la idea de poetizar las máquinas, el futurismo. Ahora, en este instante, les están tocando a los cuentistas, ser más interesantes en sus propuestas y búsquedas tanto para contar como el cómo lo va a contar en el papel.

¡Cómo va a creer! , tiene temas como advertir sobre los viajes astrales son peligrosos (recordándonos a Lovecraft), Secciones del Naturalismo-Realismo; o los que llamo apocalíptico, donde presenta distintas opciones de un aparente fin o un nuevo alfa. Llaman mi atención dos historias, separadas. Dos giros de dos pirámides invertidas en un mismo centro, para dar una elipsis como el caso del héroe antidroga y Anesbelia: como miniaturista, va hilando despacio y con apariencia ingenua le va dando vuelta a la tortilla, al suceso visto desde otra perspectiva, sin perder la tensión del suspenso ni el vibrante cuento.

Este libro no solamente relata y cuenta. Se enfrenta al poder de la sintaxis. Se encara a estructuras y desanuda otras para darle otra vertiente. Y todo eso lo pone ante los ojos de un buen lector, no para un letrado o iletrado, un buen lector, atento, y nada más.

La Prensa Literaria

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