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El poeta Gonzalo Rojas, ganador del Premio Cervantes y considerado uno de los escritores más importantes de Hispanoamérica. la prensa/Archivo

Gonzalo Rojas, adiós poeta

El poeta mexicano José Emilio Pacheco lamentó la muerte del chileno Gonzalo Rojas (1917-2011), quien tenía “el mejor oído de la poesía española”, según sus palabras.

Agencias/EFE, AFP

El poeta mexicano José Emilio Pacheco lamentó la muerte del chileno Gonzalo Rojas (1917-2011), quien tenía “el mejor oído de la poesía española”, según sus palabras.

“Creo que es un grandísimo poeta, alguien muy original, que no se parece a nadie y que tenía el mejor oído de la poesía española, eso creo que es importante”, afirmó Pacheco en declaraciones a Efe.

Según Pacheco, Rojas tenía “visión microscópica”, lo que le permitía llamar la atención sobre líneas que uno pasa por alto, al igual que Octavio Paz (1914-1998) y le ayudó a admirar más la obra de una poetisa como Gabriela Mistral.

“Y eso se agradece mucho”, dijo Pacheco, poseedor de galardones como el Premio Cervantes y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana con los que también fue distinguido Rojas.

“Mi relación es de agradecimiento total con Gonzalo Rojas, por lo que me dio con sus poemas y también con esa amistad y ese apoyo muy raro. Un poeta no va a perder su tiempo con un joven como lo hizo él conmigo” cuando tenía unos 25 años, recordó.

POETA EN JUVENTUD

Gonzalo Rojas se consideraba “un poeta del asombro”, “lentiforme” (de los que no se apresuran) y a sus 93 años se sentía “como un jovenzuelo” que, como tal, no temía a la muerte y pensaba que iba a vivir mucho.

Su obra —dijo en una entrevista con Efe hace algunos años— “está marcada por el asombro”, que definía como “el encantamiento” desde el cual escribía.

Rojas sostenía que no era necesario versificar para ser un poeta del asombro y consideraba como tales al pintor chileno Roberto Matta y al escritor mexicano Juan Rulfo, “que no escribieron ningún verso, pero el asombro los hizo asomarse al prodigio de ser”.

El poeta chileno, buena parte de cuya obra confronta a la muerte y el amor, moldeado magistralmente, tanto en su vertiente romántica como en un erotismo pletórico, estaba convencido de que los poetas son también sujetos del azar.

“El poeta es un sujeto del azar, en quien la poesía se encarna a través de la palabra que uno no merece, se la dan”, aseguraba.

La poesía —decía Rojas— “es erótica, tanática, pero también de la inmediatez, parcamente sociológica, social y política”.

Sobre la muerte, sostenía que no hay que temerle, “pues va con uno desde el instante en que nace”.

El 18 de agosto de 2010, Rojas se asombró cuando se enteró por Efe de que había muerto el Nobel José Saramago: “Cuántos años tenía José, 87 años, era un muchacho; imagínese, yo tengo 93 y me siento como un jovenzuelo”, comentó aquel día.

Recibir el Premio Cervantes le llevó a exponer toda su admiración por el autor de Don Quijote, a quien consideraba también un poeta, cuya obra máxima perfectamente se puede declamar y “suena tan bonita”.

Cervantes era para Rojas “el portento que lo dijo todo en una lengua que es un prodigio”, el que puso en marcha un modo de tratar la realidad y de mostrarla. “Hay en él un rasgo que me suena como fundamental, que es la terrestridad”, pensaba.

Pese a su condición reconocida de “lentiforme”, Rojas no fue en definitiva un autor poco prolífico, como se pensó en alguna época debido a que entre su primera y segunda obra ( La miseria del hombre y Contra la muerte ) mediaron dieciséis años (1948-1964).

“Sí, soy lentiforme; me demoro, me fastidia la prisa, no entiendo para nada la celeridad ni la publicidad, ni los famosos premios, aunque le caigan a uno”, contaba.

Cuando en 1992 ganó el Premio Nacional de Literatura de Chile y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, su creación no pasaba de dieciocho títulos. Tal vez esa lentitud creativa provino de su dura niñez, adolescencia y juventud, cuando sus prioridades debieron ser distintas a llevar al papel los versos que germinaban en su interior.

Nacido el 20 de diciembre de 1917 en la sureña ciudad de Lebu el poeta perdió muy niño a su padre, minero de oficio, a quien en diciembre de 2003 dedicó el Premio Cervantes.

Su despegue literario no fue fácil. La miseria del hombre , su primer libro, fue mal recibido por la crítica, pero bien acogido por los poetas.

“Al paso que van las letras nacionales no prometen nada bueno”, apostilló Hernán Díaz Arrieta (Alone), el crítico del diario El Mercurio, cuya palabra era ley.

“Me ha tomado mucho, me ha removido y a trechos me deja el deslumbramiento de lo muy original”, le escribió en tanto Gabriela Mistral.

Aunque Contra la muerte le dio a conocer en Latinoamérica, su consagración internacional ocurrió en 1977 con Oscuro , publicado en Venezuela, durante su período de exilio de la dictadura de Augusto Pinochet.

Carlos Fuentes y José Donoso consideraron que los frecuentes seminarios y encuentros literarios que Rojas organizó en los años 50 y 60 contribuyeron a la gestación del llamado “boom” latinoamericano, pues indujeron a nuevas perspectivas del continente.

Desde entonces no cesó de moverse a través del mundo. Los viajes aportaban “una vibración intensa” a su creación literaria, sobre todo por ser de Chile, país al que la geología y la geografía le determinaron “una insularidad muy fuerte”.

Hasta que decidió pasar la mayor parte de su tiempo en Chillán, donde según su hijo homónimo, “era feliz”.

SU VIDA

Estudió la carrera de Derecho en la Universidad de Chile y fue alumno del Instituto Pedagógico. Posteriormente, trabajó en el instituto Barros Arana y en las minas de Atacama, en las que se dedicó a la alfabetización de los trabajadores.

Fue jefe de redacción de la revista Antártica , de Santiago de Chile y en 1938 ingresó en el grupo La Mandrágora, de tendencia surrealista, movimiento del que Rojas hizo un camino propio, intuitivo y personal.

Asimismo, dirigió la Sociedad de Escritores de Chile (Sech) y fue director de la revista Alerce de esa asociación.

En 1952 ganó las Cátedras de Literatura Chilena y de Teoría Literaria en el departamento de español de la Universidad de Concepción, donde impartió clases hasta que en 1970 el presidente de la República, Salvador Allende, le nombró Consejero Cultural en China.

En esa época, Rojas había escrito además de La miseria humana, Antología del aire (1952) y Contra la muerte (1963).

En 1973 el levantamiento armado de Pinochet le sorprendió en La Habana, donde se encontraba como embajador. En ese momento se convirtió en “un peligro para el orden y la seguridad nacional”, y se vio obligado a exiliarse, primero en Alemania Oriental y más tarde, en la antigua Unión Soviética.

De su estancia en la URSS surgió Domicilio en el Báltico (1974), en la que se aventuraba a predecir la caída del muro de Berlín y sus consecuencias inmediatas.

En 1979 regresó a su país, gracias a una beca Guggenheim, y allí vivió hasta su muerte.

Gonzalo Rojas no es un autor prolífico. De sus obras destacan: Transtierro (1979); Antología breve , 1980; 50 poemas , 1980; El alumbrado y otros poemas , 1987; Antología personal , 1988, y Materia de testamento.

También Desocupado lector , 1990; Las hermosas. Poesías de amor , 1991; Zumbido , 1991; Cinco visiones , 1992; la edición crítica de La miseria del hombre, 1995; y Metamorfosis de lo mismo , una recopilación de textos en poesía y en prosa que se publicó en España en 2000.

En 2004 presentó La reniñez, en 2007 Del Agua y en 2008 Contra la muerte y otras visiones.

Profesor en diversas universidades de América y Europa, fue visitante asiduo de España.

Su obra ha sido reconocida entre otros con el Premio de la Sociedad de Escritores de Chile, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 1992, Premio Nacional de Literatura de Chile 1992, Premio José Hernández, otorgado en 1997 por el Gobierno de Argentina, Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo concedido en México, en su primera edición de 1998 y Premio Cervantes, concedido en 2003.

Homenajeado en 2007 en Chile, al cumplir 90 años, en 2009 la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, le hizo entrega de la Orden al Mérito Docente y Cultural “Gabriela Mistral”.

La obra de Gonzalo Rojas ha sido traducida a varios idiomas y su nombre aparece en gran parte de las antologías literarias del mundo.

En septiembre de 2010 permaneció hospitalizado durante varios días a causa de una neumonía.

El 22 de febrero de 2011, el poeta chileno (con 93 años) sufrió un accidente cerebrovascular del que no se recuperó. En marzo fue trasladado desde la ciudad sureña de Chillán a Santiago, donde falleció el 25 de abril.

El escritor chileno que con su obra se enmarca en la tradición continuadora de las vanguardias literarias latinoamericanas del siglo XX. Ampliamente reconocido a nivel hispanoamericano, obtuvo el Premio Cervantes en el 2003

La Prensa Literaria

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