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Gladys Ramírez de Espinosa, en los años 70 en La Prensa, destacada actriz y promotora cultural de las artes. la prensa/cortesía.

Nuestra dama del teatro

Poseedora de un firme pensamiento emancipador nacionalista heredado de su padre Gerónimo Ramírez Brown, quien no sacó riqueza del poder; sino que legó, como afirmación perenne de su personalidad en la vida pública como Ministro de Instrucción Pública, el impulso cultural que le imprimió a la Universidad Central de Nicaragua fundada por él en 1941, y el haber asumido el Estado la glorificación anual a Rubén Darío, gracias a su idea de instituir ese mismo año la celebración de la Semana Dariana, creando el Premio Nacional de Ciencias y Artes Rubén Darío, reformado en 1942 por la ley creadora conocida como el Premio Nacional Rubén Darío.

Por Salvador Espinoza

Poseedora de un firme pensamiento emancipador nacionalista heredado de su padre Gerónimo Ramírez Brown, quien no sacó riqueza del poder; sino que legó, como afirmación perenne de su personalidad en la vida pública como Ministro de Instrucción Pública, el impulso cultural que le imprimió a la Universidad Central de Nicaragua fundada por él en 1941, y el haber asumido el Estado la glorificación anual a Rubén Darío, gracias a su idea de instituir ese mismo año la celebración de la Semana Dariana, creando el Premio Nacional de Ciencias y Artes Rubén Darío, reformado en 1942 por la ley creadora conocida como el Premio Nacional Rubén Darío. Ese legado es parte inherente a la trayectoria de Doña Gladys Ramírez de Espinosa, formada bajo los preceptos de libertad y humanismo. Una vida cultivada en la cultura y las artes, pues desde su infancia las monjas españolas de carácter enérgico y furibundo del colegio La Asunción de León le inspiraron su interés por el teatro.

Esa determinación de libertad y pasión por el conocimiento la llevó a bachillerarse en Bélgica, obtener su licenciatura en Filosofía y Arte en París y realizar estudios de idiomas y literatura comparada en la universidad de Columbia, Estados Unidos de Norteamérica, aún con los altisonantes estertores de la Segunda Guerra Mundial.

Al regresar a su Nicaragua aún provinciana establece relación con la poetisa María Teresa Sánchez y su Círculo de Letras Nuevos Horizontes, importante centro de promoción de la cultura nicaragüense, espacio que será el preludio de lo que en los finales de los años 50 llegó a constituir el primer embrión del Teatro Experimental de Managua, más conocido como el TEM, conformado por un grupo de destacadas mujeres, entre ellas Gladys Chamorro, Tina Benard de Chamorro, Adelita Pellas de Solórzano y Gloria Pereira de Belli, dejando su manifiesto para la posteridad en el Diario La Prensa que, entre otras cosas, decía: “Para muchos el teatro es una simple diversión; para otros, un medio de evadirse, de escapar a la realidad presente. Para nosotros el teatro, además de eso, es un medio educativo que eleva el nivel cultural del pueblo. Porque el teatro en muchos países ha dejado de ser un patrimonio de la burguesía y patrocinado por gobiernos o por la iniciativa privada, ha podido llegar al pueblo llevando su mensaje creador y educador. Es por ello que nosotros los consideramos un servicio público al que debemos prestar cooperación entusiasta, convencidos de que, al consagrar algunos unas horas diarias, y otros al proporcionar su ayuda económica a nuestro movimiento, se está contribuyendo a mejorar nuestro medio ambiente”.

Es en la Alianza Francesa donde se registra la primera producción del TEM con la obra Sketh , escrita por Doña Gladys Ramírez de Espinosa con la colaboración de Mimí Hamer y Rolando Steiner, dirigida por Peter Cook, de nacionalidad inglesa y participación de Mimí Hamer, Ileana Bunge y Bernard Dreyfus. Desde este momento el TEM, además de consagrarse a la pasión por el teatro, dedicaba sus éxitos de taquilla a obras benéficas como un principio que han mantenido hasta la actualidad.

En esos años es imprescindible mencionar la extraordinaria labor de Rodrigo Peñalba, al frente de la Escuela de Bellas Artes, conceptualizando un verdadero centro de promoción y difusión de las artes, en particular la plástica, la música y el teatro. Con la fundación de su pequeña sala de teatro y del Teatro Experimental TEBA, que aglutinó a lo más destacado de la escena nicaragüense de la época. Este espacio permitió también la proyección del TEM y la oportuna dirección del profesor Alfredo Valessi con la obra Mujeres , de Claire Booth, presentada en una excepcional gala en el Teatro González, cuyos resultados rebasaron las expectativas, no solo por el éxito artístico, sino por los ingresos extraordinarios de taquilla.

De aquí en adelante el TEM recorre diversos escenarios no solo de Managua como el Teatro de la Cruz Roja, sino que ante las adversidades presentaba sus obras en los departamentos del país como León, Granada, Matagalpa y Chinandega, haciendo una cartelera permanente de la mano de grandes directores como Adán Castillo, Jaime Alberdi, Esteban Isvegy y Tacho Sánchez, entre otros.

De esta rica y abundante experiencia de puestas en escena, en la que Doña Gladys Ramírez de Espinosa se nutre como asistente de dirección, logra asumir la dirección del TEM, alternando con Gloria Pereira de Belli, enarbolando los premios que cosecharon a lo largo de su carrera. Me refiero a los Güeguënses de Oro que en años consecutivos lograron como mejor grupo, mejor director, mejor actriz, mejor director, mejor actriz secundaria y mejor actor secundario, con memorables puestas en escena como La Esposa Constante, La Casa de Bernarda Alba, La Esquina Peligrosa, Los padres terribles, Puebla de la Mujeres, Caperucita Roja, El Milagro en la Plaza del Progreso, La Importancia de Llamarse Ernesto, Asilo Diplomático y La Zorra y las Uvas , que valió diversas críticas favorables dada la vigencia del texto en relación con la situación política y social del momento, pues la obra de Guillermo Figueiredo planteaba la alternativa de uno de los personajes de escoger entre vivir como esclavo o morir siendo libre y ese personaje “Esopo” prefiere la libertad preguntando ¿Dónde está el precipicio en el que caen los hombres libres?

Este grupo de entusiastas mujeres tuvo que luchar contra los prejuicios y la doble moral de la época, en que se creía que los que se dedicaban a la labor teatral eran personas inclinadas a la bohemia y de costumbres licenciosas y su labor contribuyó a cambiar esta forma de pensamiento.

La labor de Doña Gladys Ramírez de Espinosa y del TEM también se desarrolló en la promoción cultural, dedicando tiempo y esfuerzo para proyectar a otras agrupaciones y de manera categórica puedo afirmar que su contribución al arte escénico trascendió a la labor del TEM con la columna de crítica de teatro que Doña Gladys Ramírez mantuvo por muchos años en el Diario La Prensa. Este ejercicio intelectual permitió la valoración imparcial de la actividad escénica, contribuyendo sin adulaciones a un espacio de referencia obligatoria entre el público y los artistas de teatro.

Por otra parte, desde su función como Ministra de Cultura entre 1990 y 1996 el teatro tuvo un gran momento de fructífera labor. Su decidido apoyo a la Escuela Nacional de Teatro permitió que varias generaciones de actores egresaran con su título para formar nuevas agrupaciones y fortalecer las ya existentes. Las producciones nacionales de grandes puestas en escena en el Teatro Nacional Rubén Darío desencadenaron una evolución de nuestro teatro, unido a la realización del Festival de Autores Nacionales de 1991 y a la Bienal de Teatro de 1993, así como diversos programas como Cultura en el parque, que permitió la proyección de grupos teatrales en diversos barrios de la capital y del interior del país.

En un mismo orden de importancia puedo señalar que toda la labor que el Instituto Nicaragüense de Cultura desarrolló bajo su administración se vio reflejada fundamentalmente en este templo de la cultura y las artes nicaragüenses: El Teatro Nacional Rubén Darío, encontrando en su directora Rosita Bernheim una aliada vital para el apoyo a muchos programas como las temporadas de teatro para niños, permitiendo la creación de un público joven y la posibilidad de una herramienta de trabajo para las agrupaciones teatrales de Nicaragua.

Por su incansable labor de promoción de la cultura y el teatro en particular, la Red de Profesionales del Teatro reconoce los méritos y cualidades de Doña Gladys Ramírez de Espinosa, a quien los teatristas y Nicaragua le agradeceremos eternamente y le guardaremos nuestro cariño y admiración por ser una dama del teatro.

La Prensa Literaria

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