Siempre creí que el apellido Cardenal era de origen judío, porque cuando se convertían a la religión católica tomaban nombres alegóricos a su nuevo credo, como para confirmar esa fe. Además, tenía la convicción de creer esto porque muchos de los que llevan o llevamos el apellido Cardenal somos comerciantes, negociantes, “económicos” o austeros… de piel blanca y nariz aguileña, aficionados a la navegación y amantes del mar.
Estas conjeturas las sostuve hasta que leí la obra de Carlos Platero Fernández Los Apellidos en Canarias , donde describe la procedencia de este apellido: del latín “cardinalis”, fundamental, de “cárdeno”, equimosis, con rama en las Islas Canarias.
Desde muy antiguamente se radicaron en Navarra y Castilla. El señor era Peire Cardenal, era trovador provenzal, quien renunció a la carrera eclesiástica para componer unas setenta composiciones, en su mayoría de carácter satírico. De allí viene el arte y la afición de los autocantores de la familia de la rama de Salvador Cardenal Argüello, como Belén, Lorenzo, Salvador y Kattia, quienes aún se destacan no sólo en Nicaragua sino también en los países nórdicos.
Ana Cardenal fue bautizada el 15 de octubre de 1601 en la iglesia de Pesquera del Duero de Valladolid. Otra Ana Cardenal fue bautizada el 25 de noviembre de 1644 en la iglesia de San Juan Bautista de Cortés, Navarra.
Salvador Cardenal y Fernández nacido en Valencia, en 1852 y falleció en 1927, fue un cirujano español que resumió en su obra Manual práctico de cirugía antiséptica todo el progreso realizado por la cirugía en su época.
Se encuentran varios personajes con títulos de nobleza en diferentes épocas, como María del Carmen Velázquez-Duro y Cardenal. Estos nombres, Carmen, Pedro y Salvador se han repetido en nuestra época.
Mi abuelo, Salvador Cardenal Saborío, que así se llamaba él, viajaba constantemente a Europa, Palestina, Egipto y Turquía a comprar mercadería para El Almacén y a su vez visitaba esos países lejanos. No se sabe si navegaba para comerciar o si comerciaba para navegar. Él amaba el mar. Cuando no viajaba, en sus paseos diarios se sentaba en los muros del Viejo Fuerte carcomido por las olas frente al Lago Cocibolca mirando fijamente hacia el horizonte que juntaba el azul del cielo con su mirar azul.
… y mi abuelo contaba que su abuelo, Don Lorenzo, de Tolosa España, era timonel de veleros en esos mares tranquilos y se lanzó en su barco hasta el Pacífico, creyéndolo así, como su nombre lo indica, pero los vientos del Golfo de Fonseca lo arrasaron frente a El Realejo, donde naufragó por su mala o buena suerte, para él o para nosotros, ya que así comenzó el origen de nuestro origen, pues luego se marchó a León donde se encontró con Manuela.
… y la brújula del barco quedó marcando el suelo para un marinero en tierra…
Dice Pablo Antonio Cuadra, el nieto mayor, en su poema Memorias del Abuelo :
“Manuela engendró a Pedro que casó con Marcelina
y Marcelina engendró a Salvador que casó con Isabel.
Isabel engendró a Mercedes y así entró el mar hasta el
borde de mi cuna
en los ojos verdes de mi madre”.
Tomando del libro La herradura de mi suerte
La familia Cardenal llega a Nicaragua en la persona del joven Lorenzo Cardenal Loynaz, nacido en Tolosa, situada en España a 26 kilómetros del Puerto de San Sebastián, donde los Tolosanos buscaban la salida del mar. Tolosa ciudad muy cerca a la frontera de Francia fue perturbada con la Revolución Francesa de 1784.
Razones que resolvieron a don Lorenzo pedir autorización a su padre para estudiar navegación marítima, astrología, astronomía, MANEJO DE LA
BRÚJULA.
Y se echó a la mar definitivamente de marino tomando el timón de su barco de más de 500 toneladas y viento en popa, puso su brújula rumbo a la América del Pacífico, el viaje duraba de cuatro a cinco meses, los peligros eran múltiples.
Su destino tanto de su viaje como de su vida por los designios de Dios y ayudando de su brújula fue El Realejo, puerto de Nicaragua.
Don Lorenzo puso pies en Nicaragua en condición de náufrago, avanzó como era lo indicado a la ciudad de León. LA BRÚJULA siguió mostrándole el norte y encontró acogida y cariño en la familia española de Don Pedro Ayerdí.
Enamorado de la bella joven Manuela, y siguiendo siempre su BRÚJULA formó con ella definitivamente su hogar en la ciudad de León, fue así que guardó su brújula, abandonó el timón y el océano para iniciar en Nicaragua la Familia Cardenal.
Ver en la versión impresa las paginas: 8