Por Amalia del Cid
Volvieron queriendo ser astrónomos y astronautas, ingenieros espaciales o diseñadores de cohetes. Allá en Houston, Estados Unidos, jugaron a aterrizar un robot en un simulador de la superficie de Marte y en sus pequeñas misiones trabajaron hombro a hombro con científicos de la NASA.
Son estudiantes del colegio nicaragüense Pierre y Marie Curie. Hace un mes 31 alumnos y cinco docentes viajaron a Houston, Texas, para aprender acerca del planeta Marte y exponer investigaciones ante científicos de la famosa estación espacial. “Ahora puedo hablar ante quien sea”, dice Laura Mejía, estudiante de 13 años.
Allá, en la NASA, los adolescentes nicaragüenses no solo alimentaron su interés por la ciencia, la tecnología y los grandes misterios del universo; también aprendieron a tomar decisiones, afirma Tania Rodríguez, profesora de matemáticas.
Contaban con un presupuesto de 450 millones de dólares —imaginario, claro— para acudir a la tienda espacial y comprar todo el material necesario para construir una nave y un robot. La misión consistía en dejar caer un huevo desde varios metros de altura sin fracturarlo, valiéndose de globos, cuerdas y otros instrumentos caseros. “El único que se rompió fue el de los profesores”, ríe Eduardo Vélez, de 15 años.
Este grupo de estudiantes es el primero de Centroamérica y el tercero de Latinoamérica en visitar el Centro Escolar de la NASA. Antes solo habían ido muchachos de México y Colombia, asegura la profesora Yariela Cantarero.
Con esta visita ha quedado establecido un vínculo entre la NASA y el colegio. Y para el científico nicaragüense Jaime Incer Barquero, se ha abierto una puerta a la ciencia.
“El año pasado jóvenes de este colegio descubrieron un asteroide, ese fue el pasaporte para ser tomados en cuenta por organizaciones serias en los Estados Unidos”, apunta Incer Barquero, presidente de la Asociación Nicaragüense de Astrónomos Aficionados (Anasa).
También, dice, tuvo que ver la creación del observatorio del colegio, ya que vinieron invitados de la NASA y comprobaron que en Nicaragua hay conocimientos y capacidades que no esperaban hallar en un país subdesarrollado. “Eso los alentó a invitar a los muchachos a este curso”.
Los contactos ya están hechos —afirma entusiasta—. Y van a continuar, aunque sea de forma muy modesta. Lo importante es que “ya estamos en el mapa de la NASA”.
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