14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

El amor de Dios es maravilloso

Sacerdote católico Existe un bello canto que dice: “El amor de Dios es maravilloso. Tan grande que no puedo estar afuera de Él, tan alto que no puedo estar arriba de Él, tan bajo que no puedo estar abajo de Él. Grande es el amor de Dios”. Lo manifiesta en esta parábola de los trabajadores […]

Sacerdote católico

Existe un bello canto que dice: “El amor de Dios es maravilloso. Tan grande que no puedo estar afuera de Él, tan alto que no puedo estar arriba de Él, tan bajo que no puedo estar abajo de Él. Grande es el amor de Dios”. Lo manifiesta en esta parábola de los trabajadores de la viña. (Mateo 20, 1-16).

Dios surge como el dueño de la viña que va a buscar jornaleros en cinco ocasiones. La jornada de trabajo iniciaba a las 6:00 de la mañana y terminaba a las 6:00 de la tarde. La paga: un denario. A los primeros contrató a las 6:00 de la mañana, otros a las 9:00, después al mediodía, los demás a las 3:00 de la tarde y el último grupo poco antes de terminar la tarea. Al momento de pagar ordena que a todos se les dé un denario. Nace el disgusto de los que habían trabajado de sol a sol.

El dueño les expresa que no hace injusticia puesto que los contrató por la paga que se les dio y que él puede hacer con lo suyo lo que le parezca. Para Dios no somos peones, ni Él es un patrón explotador, sino que somos sus hijos, Él es nuestro Padre y por eso nos trata con misericordia.

Esta acción de Dios nos deja dos enseñanzas: la primera, que la generosidad, voluntad, soberanía del Señor está muy por arriba de nuestros cálculos humanos por absurda que parezca, y la segunda, que no debemos compararnos con los otros ni tener envidia del bien ajeno.

Nos estimula a experimentar la gratuidad del amor de Dios, para que volvamos a Él en cualquier etapa de nuestra existencia.

Dios quiere que seamos “trabajadores de su viña”, que no vivamos una vida “ociosa”, es decir “sin trabajar para lo que es esencial” (la dignidad, justicia, solidaridad). Muchos preferimos “trabajar para otros señores” que contaminan el corazón manteniéndolo en permanente ansiedad.

El denario que nos ofrece Jesús (el Reino de los cielos), cuando trabajamos para la construcción de una sociedad más humana, es la alegría, la tranquilidad, la verdad, la satisfacción de saber que con nuestra vida estamos contribuyendo a forjar una mejor sociedad.

Me enviaron este texto: “Fue crucificado” que a continuación expongo. No conozco su autor, pero nos ayuda a reflexionar: “Fue crucificado. Aquí ya no hay duda. Aquí ya no decimos “tal vez” ni “seguramente”. Aquí decimos breve y rotundamente: A Jesús le crucificaron. Ése fue el final duro y cruel del bondadoso y valiente profeta de Galilea. Las autoridades religiosas y políticas no toleraron mucho tiempo la buena noticia y las buenas acciones de Jesús. Fue crucificado. No debiéramos olvidar que la cruz, que hemos convertido en joya de oro o de plata o de piedras preciosas, en objeto decorativo, en adorno colgado de cuellos y orejas, en pectoral y anillo de manos episcopales, es uno de los más crueles instrumentos de tortura inventados por el ser humano. Y nunca debiéramos olvidar que en ella murió Jesús torturado y asfixiado. Dios no exalta la cruz sino a quien muere en ella. Al mirar a Jesús ver en Él, y sin separarla de Él, a quienes hoy siguen siendo crucificados. ¿Cómo se puede rezar a Jesús, que muere desnudo en la cruz, mientras andamos vestidos y revestidos de poder, dinero, egoísmo, soberbia, honores y gloria de este mundo? ¿Delante de qué Dios me estoy arrodillando, aunque lo haga con suma unción?”.

Religión y Fe

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí