Por Róger Almanza G.
A las 5:00 de la mañana el frío en el Puerto Momotombo golpea con fuerza y el viento inquieta el lago Xolotlán, zangoloteando las pequeñas canoas, que al verlas desde la orilla da la impresión que terminarán hundiéndose. Las primeras que llegan a la playa vienen con algunas docenas de peces. Todas son tilapias.
José Obando tiene 30 años y desde que tiene recuerdos ha sido pescador. Sin embargo, no recuerda que de niño la tilapia haya sido tan popular, al menos no más que el guapote, como lo es ahora.
“Ya tiene rato que la tilapia y la mojarra pegan más que el guapote… hay bastante tilapia pero uno no deja de sacar un par de guapotes, sobre todo cuando llueve, porque el guapote se acerca más a la superficie”, comenta José Obando.
La pesca no siempre es buena a pesar de la llamada abundancia de tilapia. Aquí, en la zona de Puerto Momotombo, donde trabajan alrededor de 50 pescadores, en una buena jornada que empieza entre las 4:00 y las 5:00 de la tarde y culmina entre las 5:00 y las 6:00 de la mañana del día siguiente, una canoa regresa con cinco o seis docenas de peces, la mayoría tilapias, pero en un día malo no se logra ni una docena.
A los pescadores ya no les importa si es tilapia o es guapote, porque los venden al mismo precio, sin embargo, los mismos pescadores comentan que los comerciantes venden más caro si el pez es un guapote.
José logró vender tres docenas entre tilapias y mojarras a 120 córdobas, y en alguno de los restaurantes de La Paz Centro, donde dice que llega mucha de la pesca del Puerto Momotombo, el plato de uno de estos pescados ronda entre los 120 y hasta 200 córdobas.
Hay más tilapia
El biólogo Fabio Buitrago ha notado que la tilapia ha desplazado al guapote en una gran medida.
Buitrago bucea desde inicios de los años noventa y recuerda que los guapotes estaban tan presentes que tenía que apartarlos para poder trabajar bajo el agua, pero desde el año 2007 en sus giras de buceo ha dejado de verlos.
“La tilapia los ha desplazado, de eso no hay duda y ahora los guapotes se están reproduciendo menos y la mayoría se va a zonas más profundas, entre 40 o 50 (metros) ”, comenta Buitrago.
Es originario del África, en cambio el guapote y la mojarra son originarios de América, sin embargo también pertenecen a este mismo grupo de la tilapia.
El guapote es carnívoro, se alimenta de pequeños peces, de pequeñas larvas. Crece más lento y alcanza un estado de adultez más tarde que la tilapia.
Cuando el guapote quiere colonizar un área ya está llena de tilapias, igual le ocurre a la mojarra.
El biólogo Fabio Buitrago explica: “No es que la tilapia se coma o se pelee con el guapote, simplemente la tilapia ocupa los espacios que debería ocupar el guapote”.
La tilapia, al comer de todo, también reduce el alimento del guapote, aminorando de esta forma que el guapote se desarrolle.
“La cadena era de algas, mojarras y guapotes, en esta cadena todos estaban en equilibrio, pero al entrar la tilapia entró en competencia con la sobrevivencia de la mojarra y el guapote”, explica Buitrago.
La tilapia se ha convertido en el pez que gobierna los lagos y ríos del país, dice Buitrago, que por sus características naturales de ser un pez ecológicamente más agresivo, pues es más resistente a cambios en el ambiente, tolera mayor salinidad, come algas, peces más pequeños, también come lodo, caracoles. “Prácticamente come cualquier cosa, por esa razón crece y se reproduce bastante rápido y por lo tanto ocupa mayor espacio y desplaza a otras especies como al guapote y la mojarra”, explica Buitrago.
Estas características han hecho que la tilapia se reproduzca con mucha velocidad y se encuentre en casi todos los cuerpos de agua del país, como en la laguna de Apoyo, Monte Galán, Tisma, Xiloá, Apoyeque, Asososquita, Xolotlán, Cocibolca, las Canoas y el lago de Apanás, entre muchas otras.
El reinado de la tilapia ha hecho que las poblaciones de guapotes se estén reduciendo rápidamente en los diferentes cuerpos de agua, al menos así lo valora Buitrago.
“Sacar un guapote de gran tamaño, más de veinte centímetros es casi imposible, por algo ahora están las competencias de pesca y premian al que consigue grandes guapotes. Por otro lado, se está pescando sin control el guapote, aunque el tamaño del ejemplar indique que ni siquiera se ha reproducido una sola vez, por lo tanto no es muy lejano que el guapote esté en extinción”, visualiza Buitrago.
El sueño de la tilapia
A inicios del 2000 el filete de tilapia era exportado, sobre todo a Estados Unidos. Entre medio millón y 700 mil libras de tilapia eran los volúmenes anuales, según cifras registradas por la Cámara de la Pesca de Nicaragua (Capenic).
Actualmente el volumen de exportación es cero. Armando Segura, director ejecutivo de Capenic, ve con tristeza esta cifra, “lograron satanizar a la tilapia”, dice mientras recuerda cuando el proyecto que inició en el lago de Nicaragua, de cultivo de tilapia, prometía grandes ganancias para el país, beneficios para los pescadores artesanales y un buen negocio para los inversionistas que apostaban por este proyecto.
Segura señala a grupos de ambientalistas que estaban en desacuerdo de que el proyecto continuara y destaca también la falta de una única voz sobre el tema por parte del Estado de Nicaragua.
“No hay reglas claras para invertir en tilapia, esto no es bien visto por los inversionistas, porque no genera un ambiente confiable y fue por eso que el proyecto se dejó alrededor del 2005. No se pudo continuar con la segunda etapa”, comenta Segura.
Por su parte Buitrago comenta: “La tilapia es una especie introducida y lo que se quiere lograr es que sea erradicada de los cuerpos de agua naturales de Nicaragua por el impacto ecológico que tiene la tilapia sobre otras especies”, es la posición que defiende el biólogo.
Honduras es un país que exporta más de 80 mil toneladas de filete de tilapia, el mayor exportador en este rubro, en Centroamérica, esta cifra representa alrededor de 250 millones de dólares anuales para Honduras, estos datos también son de Capenic.
Costa Rica, por su parte, también apuesta a la exportación de tilapia y genera en este rubro 180 millones de dólares anuales. El Salvador, Guatemala y Panamá lo hacen en menor cantidad.
“No estamos aprovechando la reproducción rápida de esta especie, es uno de los recursos de mayor potencialidad que tenemos y nos estamos perdiendo grandes ganancias”, apunta Segura, al valorar las estadísticas del resto de Centroamérica.
Para Buitrago, ha habido siempre una pretensión de que el cultivo de tilapia, tal como se hace en otros lados del mundo, es una actividad rentable, tomando en cuenta que se tiene un cuerpo de agua como el lago de Nicaragua. “Lo que hace costoso producir tilapias en estanque es generar el movimiento del agua, y el lago de Nicaragua era perfecto para esto y le ahorraría, quizá, más del cincuenta por ciento de la inversión… No era tan cierto que el cultivo de tilapias generaría más empleo o grandes beneficios para las alcaldías o que se iba a exportar grandes volúmenes. A largo plazo el impacto ecológico es mucho más grave”, señala Buitrago.
Fue inevitable, según Buitrago, que de los estanques o jaulas se escaparan peces, que salieran más de una larva, que se chorreara agua donde van los huevos de la tilapia, y que comenzaran a reproducirse, prácticamente sin control, en los cuerpos de agua de Nicaragua.
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