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Los bartolos en el matrimonio

Sacerdote católico “Mira bartola, ahí te dejo esos dos pesos, pagás la renta, el teléfono y la luz. De lo que sobre, coge de ahí para tu gasto, guardame el resto pa comprarme mi alipús”. La estrofa de esta popular canción, de hace varios años, nos puede servir de ejemplo para ilustrar la irresponsabilidad de […]

Sacerdote católico

“Mira bartola, ahí te dejo esos dos pesos, pagás la renta, el teléfono y la luz. De lo que sobre, coge de ahí para tu gasto, guardame el resto pa comprarme mi alipús”. La estrofa de esta popular canción, de hace varios años, nos puede servir de ejemplo para ilustrar la irresponsabilidad de un esposo o de una esposa en el matrimonio.

Vale la pena que la escuchemos, no solamente para conocer lo graciosa que es en su letra, sino sobre todo el gran significado que tiene en algunas familias, donde uno de los cónyuges elude su responsabilidad y le añade ironía e irrespeto a esa unión.

Para lograr matrimonios sanos se necesita de personas sanas en la relación de pareja. Eso se consigue cuando se educa desde la niñez para que los individuos puedan madurar.

Si desde la infancia y la adolescencia no se enseñan valores de responsabilidad en las tareas de la casa como: organizar la ropa, ayudar en los quehaceres del hogar, cumplir a cabalidad con los deberes, no se logrará un buen fruto. A quien se le ha “alcahueteado” todo desde pequeño se le impide que desarrolle sus capacidades.

Existe una causa de nulidad, en el matrimonio católico, que está consignada en el Canon 1095.2 del Código de Derecho Canónico y es la gravísima inmadurez: “Son incapaces de contraer matrimonio quienes tienen un grave defecto de discreción de juicio acerca de los deberes y derechos esenciales del matrimonio, que mutuamente se han de dar y aceptar”.

Una persona que no tiene la capacidad de discernir entre lo que es bueno y lo que no es bueno no es apta para el matrimonio, ni para la vida de esposos o para ser buen padre de familia.

Los inmaduros, son niños y niñas grandes que nunca crecieron. Ellos no quieren ni pueden asumir el respeto, la comunicación, la alegría, la educación de los hijos, el valorar al otro. Se acostumbraron desde pequeñitos a exigir y a pedir pero no a dar ni cumplir.

Si está usted viviendo su noviazgo y detecta síntomas en su pareja, que ya es “un bueno para nada”, que no quiere estudiar, ni trabajar, ni prepararse para el futuro, ni asume responsabilidades; no sea lerdo, abra bien los ojos, no se embarque en esa lancha sin rumbo, que es posible que naufrague. Amor no debe quitar conocimiento. Déjese aconsejar por personas prudentes sobre la conveniencia o no de una relación.

Si nota que su novio o su novia pasa el día entero, de palabra y obra, dedicado a la diversión, la moda del momento, en el bacanal y deja para “el mañana que nunca llegará” los asuntos serios, allí existe un candidato o candidata para ser el ganador del concurso de los insensatos.

Recuerde que “árbol que crece torcido nunca su rama endereza”. Pero debemos ser optimistas y creer que sí se puede corregir el mal rumbo, pero se requiere esfuerzo, dedicación, disciplina y a la luz de la fe una experiencia con Cristo Señor.

De esa manera captamos que todos tenemos una misión muy hermosa en el mundo y es hacer de éste un lugar mejor. La familia es fundamental para la sociedad. Una persona madura se integra a la comunidad de forma correcta y productiva. Una persona inmadura no se integra sino que descompone la célula básica de la sociedad.

Religión y Fe

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