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Alejandro y su “WALTER EGO”

Sus dedos, como finas baquetas de madera, marcan el ritmo en una pieza de percusión improvisada sobre el sillón de mimbre en el que está sentado. Alejandro Mejía, con las piernas cruzadas y una sonrisa, no puede contener la música que fluye a través de su cuerpo, mientras escucha atento a su hija Andrea, de ya casi 13 años de edad, quien con voz tenue y tímida relata cómo es ser la hija de un metalero con síndrome de Tourette.

Anagilmara Vílchez Zeledón

Sus dedos, como finas baquetas de madera, marcan el ritmo en una pieza de percusión improvisada sobre el sillón de mimbre en el que está sentado. Alejandro Mejía, con las piernas cruzadas y una sonrisa, no puede contener la música que fluye a través de su cuerpo, mientras escucha atento a su hija Andrea, de ya casi 13 años de edad, quien con voz tenue y tímida relata cómo es ser la hija de un metalero con síndrome de Tourette.

Alejandro Mejía, quien permanece sentado a la par de la ventana, a través de la cual respira la pequeña sala, en cuestión de segundos se transforma. Por instantes, él deja de ser el hombre cariñoso al que la “Andreíta” tanto ama y se convierte en “Walter” el “tic” que Alejandro no puede controlar y a quien su familia describe como “necio, hostigoso, chistoso, jayán, vulgar, imprudente y pícaro”.

“Walter” no es un nombre escogido al azar, de hecho, es como decidió llamar a ese personaje que convive en su cuerpo y quien, sin permiso alguno, aparece en escena como espíritu burlón, con suerte durante unos veinte segundos.

—Ese tic tuyo es como tu alter ego— le dijo Noel Portocarrero (Chipi), amigo y músico.

—Walter, se llama Walter Ego— lo bautizó Alejandro mismo desde entonces.

“Walter” es un invitado indeseable en el cerebro de Alejandro, su explicación médica radica en el síndrome de Tourette, una enfermedad crónica que apareció durante la infancia de este talentoso músico, pero que fue diganosticada, en Cuba, hasta el año 1986.

Así Alejandro Mejía, hijo del cantautor nicaragüense Luis Enrique Mejía Godoy y de María Auxiliadora Lara Macías, de la mano se llevó al niño inquieto y “jodedor” que golpeaba las “pailas” de su mamá, a un encuentro con el joven de 15 años con síndrome de Tourette, quien con convicción abandonó la escuela para ser un rockero famoso.

A pesar de su apariencia tosca, ruda y “metalera” los paisajes amargos ocupan varias páginas de la vida de Alejandro, quien en más de una ocasión por culpa de “Walter” fue blanco de burlas. Traición masiva es la canción que convirtió en música uno de los escenarios más dolorosos para este cantautor, quien con su voz carrasposa relata cómo sus dedos aún sentían el dolor después de que unos “amigos” le invitaran a una “fiesta” con el único propósito de mofarse de él y del síndrome que lo obliga a escupir malas palabras, pegar gritos y moverse bruscamente.

“El ‘tic’ es un movimiento involuntario que el paciente tiene y puede ir desde un simple parpadeo hasta movimientos bruscos y extraños con distintas partes del cuerpo”, asegura el neurólogo Jorge Martínez Cerrato, quien además señala que en los pacientes diagnosticados con el síndrome de Tourette “el problema se localiza al nivel de los ganglios basales, que son estructuras neuronales profundas del cerebro”.

“Es una entidad crónica, no es algo que puedas curar, los medicamentos pueden disminuir la intensidad, o la frecuencia de los tics, pero en los pacientes se siguen presentando de manera aislada. No es que su personalidad cambie, pero, sí el síndrome de Tourette puede ser acompañado de otros trastornos de orden psicológico o psiquiátrico”, explica Martínez, quien en sus 15 años de ejercicio médico en Nicaragua dice haber atendido a unas siete personas con este síndrome.

Mientras tanto, Alejandro Mejía, desde el sillón de mimbre en el que permanece sentado haciendo música con sus dedos, asegura que durante el tic “es como si apagaran el interruptor, y lo vuelven a encender después del tic, en ese lapso no siento nada, solo que sea muy fuerte siento el golpe”.

El 11 de mayo de 2012, en un paseo por sus 25 años de música artística, Alejandro Mejía en compañía de la Camerata Bach hizo vibrar las rígidas butacas rojas de la Sala Mayor del Teatro Nacional Rubén Darío, convirtiéndose así con su “Rock Sinfónico”en el primer artista nicaragüense de este género que cantó en este lugar.

Durante 25 años ha escrito más de 50 canciones, entre ellas una llamada Síndrome de Tourette .

En el año 2000 realizó su primera exposición de pintura bajo el título DESTRAZOS DE LA TOURETTE.

Según el autor de canciones como Nica en Costa Rica y Obras no palabras durante los segundos en los que se presenta un tic, él solo escucha una distorsión de sonidos dentro de su cabeza en la que no logra distinguir qué es lo que, involuntariamente, está diciendo. “Es como cambio de cámaras, de pronto me da un tic, y ¡pra!, cuando vuelvo a mí estoy ubicado en otro lugar viendo para otro lado”, dice.

Un buen padre

Con las manos cruzadas “Andreíta” permanece sentada con su camisa de colores y su cálida sonrisa, mientras sus ojos hermosos y tímidos se esconden detrás de los anteojos que no pueden disimular la luz que la abraza cuando habla de su papá. “Fue muy bonito crecer al lado de mi papá, porque además de ser músico también es un buen padre”, cuenta con ternura, mientras Alejandro, cobijado con su imagen de metalero, al escucharla no logra evitar que las lágrimas pueblen sus ojos.

—¡Cállate mentirosa! ¡Imbécil!— interviene “Walter” con una voz extraña y burlesca —¡Ay! Me hiciste llorar— agrega y tira un beso, mientras lanza un golpe que no llega a terminar. Reaparece Alejandro, quien se disculpa por lo que acaba de decir y hacer.

Sentada entre Alejandro y “Andreíta”, con una cotona blanca y siempre con una sonrisa, está Elba Castillo, la esposa, compañera, mánager y amiga de Alejandro Mejía, quien describe a este personaje de ojos tristes y cabellos largos como “una persona excepcional”.

“Es súper humano, tierno, sensible, cariñoso. Eso es lo que hace que yo como compañera pueda tener la paciencia para poder lidiar con el síndrome”, asegura imperturbable a pesar que “Walter” está ahí mismo haciendo de las suyas. —¡Ay qué rica mi amor! ¡Sos horrible!— dice el tic y de repente hace el gesto obsceno de la guatusa.

Durante los 57 minutos que duró la conversación grabada con la familia de Alejandro Mejía, este músico nicaragüense no pudo controlar más de 60 “tics” en los que pronunció palabras obscenas, acompañadas de gestos violentos, rechinar de dientes, e incluso golpes sólidos contra su quijada.

Sin embargo, las muestras de amor, el apoyo mutuo y la naturalidad con la que esta familia ha abrazado el síndrome de Tourette, no permitieron que los “tics” de Alejandro interrumpieran la plática, que lejos de sentirse pesada e incómoda, fue ligera y amena. “Yo sé que a veces el síndrome, en parte, nos perjudica a nosotros y a mi papá, pero sin importar que yo lo quiero mucho, aún con el síndrome”, dice “Andreíta”.

Vivir el Tourette

El comportamiento que el síndrome provoca en Alejandro despierta diferentes reacciones entre quienes se relacionan con él sin conocerlo. Más de alguno que se lo encontró se cruzó la acera, quizás por miedo, o le quedó viendo “raro”, o se burló de él o tal vez guardó en su archivo mental la imagen de un hombre de más de 40 años que se esconde debajo de una tez blanca que ya casi no se distingue por los tatuajes, mechudo, vulgar e incluso diabólico por la música —para algunos bulla— que compone y canta.

Lo que pocos, muy pocos saben, es que este mismo hombre que entre los “metaleros” es famoso por ser el vocalista de bandas de rock como Grupo Armado, Carga Cerrada, o CPU (Contra Políticos Ultrajantes), no puede manejar automóviles, ni motocicletas por el síndrome que padece. Va al cine en las tandas poco concurridas y en más de una ocasión fue expulsado de los teatros por las constantes palabrotas que no logra contener. Cuando amanece “alterado” no puede cocinar, ni afeitarse, y en una ocasión “Walter” golpeó tan fuerte una ventana que el vidrio rompió la mano de Alejandro. Fue a parar al hospital de emergencia.

“Cuando fuimos a Suecia, una aeromoza sabía sobre el síndrome, por eso lo mandaron solo en primera clase, para que estuviera tranquilo, porque pateaba el asiento de adelante o de repente decía ‘hay una bomba’ y acababa de pasar lo del 11 de septiembre”, recuerda Carlos Mendoza (Frijol Negro), quien desde hace 14 años conoce a Alejandro, pues los acordes de su guitarra eléctrica son los que suenan en las “rolas” de Carga Cerrada.

Por su parte Carlos Guillén (Frijol Blanco), primo de Alejandro, y vocalista de La Cuneta Son Machín, reconoce que “con los tics (Alejandro) siempre dice un montón de cosas con las que nosotros normalmente nos reímos, y no nos damos cuenta que para él no es divertido”.

“Hay gente que si vamos caminando, y a Alejandro le da un tic, se ponen a reír, y no se dan cuenta que ese tipo de actitudes lo dañan, no solo a él sino también a las personas que estamos cerca de él”, señala la esposa de este músico, quien entre los artistas nicaragüenses es respetado por su constancia y admirado por su talento.

“Yo creo que Alejandro musicalmente es una leyenda”, asegura “Frijol Blanco”, quien en su afirmación, es acompañado por “Frijol Negro” y Noel Portocarrero “Chipi” que catalogan a Alejandro Mejía como “la mole”.

—El síndrome (de Tourette) no me ha detenido para nada, yo siempre quise ser lo que soy ahora— proclama Alejandro Mejía.

—¿Y qué sos ahora?

—Un músico, el músico que quería ser. He cumplido todas las metas que me he propuesto—, dice con voz de plomo, mientras el Jimi Hendrix dibujado con trazos blancos en su camiseta gris lo escucha inerte, sin que nadie en la habitación perciba que el famoso guitarrista también está atento a la promesa de Alejandro de continuar, a pesar de todo, haciendo arte.

El síndrome de Tourette debe su nombre al neurólogo francés Georges Gilles de la Tourette y hoy se estima que tres de cada mil personas lo padecen. En Nicaragua no hay un registro nacional de cuántos casos de Tourette han sido diagnosticados.

Sección Domingo Alejandro voz walter

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COMENTARIOS

  1. Elba Castillo
    Hace 11 años

    Gracias Anagilmara por esta bonita entrevista!

  2. vmartinez
    Hace 11 años

    Seguí adelante hermano… solo vos podes seguir haciendo camino al andar! Cuidate y seguí haciendo música.

  3. Manfred
    Hace 11 años

    Alejandro es el OZZY nica.. lo escucho desde que tengo 14 anos y ahora tengo 21 y lo sigo escuchando… keep it bro.

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