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Solidario con el hermano

Esta semana, dedicada a la Sagrada Escritura, ha sido una oportunidad para hacer una lectura orante, sobre ella, con aptitud de oyente. Con la escucha, se prepara el terreno para que la Palabra caiga en buena tierra. Nuestro Dios no es una energía, es un Tú, que se comunica con nosotros, nos habla como amigo, en eso consiste la revelación bíblica (Verbum Domini, 6). De ahí que, debemos hacer una lectura reposada, meditativa sobre la Palabra de Dios.

Pbro. José Rodolfo Paizano

Esta semana, dedicada a la Sagrada Escritura, ha sido una oportunidad para hacer una lectura orante, sobre ella, con aptitud de oyente. Con la escucha, se prepara el terreno para que la Palabra caiga en buena tierra. Nuestro Dios no es una energía, es un Tú, que se comunica con nosotros, nos habla como amigo, en eso consiste la revelación bíblica (Verbum Domini, 6). De ahí que, debemos hacer una lectura reposada, meditativa sobre la Palabra de Dios. En la lectura asidua de la Sagrada Escritura se da un conocimiento de Cristo, así nos lo dice, la Dei Verbum numero 25:

De igual forma el Santo Concilio exhorta con vehemencia a todos los cristianos, en particular a los religiosos, a que aprendan “el sublime conocimiento de Jesucristo” con la lectura frecuente de las divinas Escrituras. “Porque el desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo.”

El evangelio de este domingo, nos pone ante una parábola que tiene que ver con dos realidades humanas: el rico y el pobre. El problema no es la riqueza, sino, la actitud del que la posee ante ella y ante su hermano. La parábola la encontramos en Lucas 16, 19-31. Dentro de los temas que Lucas aborda en su evangelio, nos encontramos, la ternura y misericordia de Dios y la salvación para todos los hombres. La parábola la podemos dividir en dos partes, la primera, le podemos llamar narrativa (vv 19-22) y la segunda parte, nos narra el diálogo que se da entre el rico y el padre Abraham.

La parábola nos narra dos formas de vivir la vida, la descripción del vestir del hombre rico es para indicarnos que se vestía o vivía como rey, en contraste con el pobre Lázaro. Es curioso que el pobre tenga nombre, el rico no. Lázaro vive en la extrema pobreza, para añadir más, tiene llagas que supuran. Al morir, las cosas cambian, para los dos.

El hecho de que el rico no tenga nombre, es muy significativo, podemos ser todos aquellos que nos volvemos indiferentes y egoístas ante la situación y pobreza del otro, donde nuestra reacción es voltear la cara para no ver la cara y el rostro del otro, su situación existencial.

Uno de los grandes problemas de hoy es el individualismo, que lleva a pensar solo para mí, Mientras yo esté bien, no me afecta que mi hermano esté pasando por situaciones difíciles. Una de mis preocupaciones en es la gente que no tiene empleo, la canasta básica, los gastos de luz, teléfono, medicamento. Mientras yo tenga trabajo, comida, casa, los demás no me importan, si acaso llegan solo a provocar lástima. Hoy se nos habla de solidaridad, pero la solidaridad no solo es unidad, sino que está basada en metas e intereses comunes. Habría que preguntarnos si los nicaragüenses tenemos metas e intereses comunes.

El evangelio nos llama a la metanoia, a un cambio de corazón y de mente, en el recto uso de los bienes y para eso, es necesario una escucha de la Palabra de Dios, por eso se nos dice, “Allí tienen a Moisés y a los profetas”.

Religión y Fe Fe religión solidaridad

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