Esta es una pregunta que cada vez más negocios se plantean al revisar críticamente su desempeño en el área de prevención de incidentes. Si bien es cierto que algunas organizaciones tienen dentro de su plantilla —por el propio proceso productivo o en virtud de ley— una persona encargada de Seguridad Operacional, denominado localmente como Higiene y Seguridad, habrá también que evaluar las características mismas del negocio para determinar si es necesario un cargo gerencial nuevo para coordinar y facilitar este proceso. Primero que todo, habrá que preguntarse si la empresa es, como se conoce, de Alta Confiabilidad Operativa (ACO), utilizando este término para denominar aquellas en cuyo proceso productivo un error o falla pueda traer consecuencias potencialmente catastróficas, estamos hablando de procesamiento de hidrocarburos y otros químicos, generación eléctrica, producción de cemento, aviación, transporte de sustancias peligrosas, construcción, entre otros diversos, los cuales no pueden permitirse una situación que lleve a un evento de múltiples fatalidades o pérdidas materiales incalculables.
El problema que existe en numerosas empresas es que la posición del encargado de Higiene y Seguridad es una posición que, aunque por definición es staff, es decir, no está dentro de la línea de mando o funcional; provoca que sus recomendaciones, sugerencias, asesoramientos internos, aunque puedan ser correctos y precisos, pocas veces pasan de un mal entendido cumplimiento “opcional”, ya que la posición misma es pocas veces deliberante por su bajo nivel jerárquico o con muy poco capital político.
En otras organizaciones este puesto está aún reportándose a una gerencia de Recursos Humanos, o bien, a alguna posición subalterna, lo cual es un enfoque arcaico de hace más de medio siglo, lo cual limita dramáticamente su independencia, criterio y efectividad.
No obstante lo anterior, también hay empresas en donde existe alta responsabilidad por los resultados en esta área, especialmente cuando la gerencia general llega a involucrarse dando un soporte y respaldo a esa posición técnica, pero esto es más una singularidad que una constante. El problema es que cuando en una empresa ACO solamente se tiene un encargado de Seguridad Operacional sin nivel jerárquico, se corre el riesgo que el trabajo de esa posición pueda ser relativizado o mediatizado por la cultura organizacional imperante, que si usted no es gerente, sus recomendaciones son meramente una consejería, sin tener mayor impacto el hecho que alguien se decida o no a seguirlas.
Si usted ve en su empresa ACO que existe este tipo de tendencias, en donde el trabajo del profesional de HSE se le hace a un lado por aspectos de jerarquía, es preciso entonces plantearse si su organización requiere ya una gerencia plena de Seguridad Operacional, en donde quien la ostente pueda hablar de tú a tú con otros altos cargos y se coloca en la prioridad y perspectiva correcta la ejecución de las acciones correctivas proveniente de las investigaciones de incidentes, inspecciones, auditorías, encuestas de percepciones del personal, entre otras.
En las organizaciones contemporáneas es fundamental saber que si los peligros operativos pueden fácilmente llevar a situaciones escalables como incidentes graves, es un buen ejercicio de responsabilidad y ejercitamiento de criterio ejecutivo pasar al siguiente nivel de Seguridad Operacional, con el diseño y desarrollo de un puesto técnico gerencial que también pueda colocar en la mesa ejecutiva las acciones requeridas para prevención de incidentes.
La gerencia general debe asegurar que las naturales distorsiones de jerarquía y cultura, incluyendo intereses particulares, no vayan a provocar un ambiente en donde la integridad operacional sea impulsada solo por cumplir un requerimiento de ley, sino que tenga todas las bases fundacionales requeridas.
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