Marianela Lacayo
ASESORA DE IMAGEN
Nuestro lenguaje no verbal, que se refiere a las posturas, gestos y otros movimientos que hacemos con nuestro cuerpo, emite continuamente información a las otras personas, muchas veces malinterpretada sobre todo por un aspecto relevante en este lenguaje, la distancia.
Algunos de los comportamientos de este lenguaje en los que más comentemos errores , precisamente, tienen que ver con las distancias adoptadas al interactuar con otras personas en diferentes contextos.
Edward Hall es el antropólogo a quien se le atribuye el término “proxémica”, que se refiere al empleo y percepción que el ser humano hace de su espacio físico en las diferentes situaciones.
Según Hall existen cuatro tipos de distancias, la primera es la “Íntima”, que va de 45 a 50 centímetros. Esta se da entre personas que tienen mucha confianza y familiaridad como los padres, los hermanos, hijos y pareja. Otra menos íntima pero que también es común entre familiares y amigos, además de compañeros de trabajo y conocidos cercanos, es la “Personal”, que va de 46 a 120 centímetros, según la situación.
Por último tenemos la “Social”, de 120 a 360 centímetros, una distancia apta con extraños, con quien no hay confianza, ni amistad. Ejemplo de esto, alguien a quien acaban de presentar, nuevos compañeros de trabajo, personal de comercios, clientes, etc.
La distancia “Pública”, que va más allá de los 360 centímetros, distancia natural con totales desconocidos o bien para hablar a grupo de personas.
Estas distancias varían según las culturas e influyen el aspecto social, género y la preferencia individual. En la cultura latina es común que las distancias sean menores, por ello debemos mantener el cuidado para que la distancia que mantenemos con las otras personas no nos lleve a situaciones de mala educación o peor aún, de malos entendidos.
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